En la noche en la que iba a ser entregado

Ascen Lardiés
21 de junio de 2025

Un café con Jesús

Flash sobre el Evangelio del Domingo del Corpus Christi – C – (22/06/2025)

En este domingo celebramos el “Corpus”, venerando el Cuerpo y la Sangre de Cristo e impulsando nuestra caridad para con los hermanos. La Iglesia proclama hoy el testimonio más antiguo de lo que Jesús hizo en su Última Cena: los estudiosos de la Biblia enseñan que la carta de Pablo, que hemos escuchado en la segunda lectura (1 Cor 11, 23-26), fue escrita cuando escasamente habían pasado veinte años de la Cena del Señor. Estamos, pues, ante uno de los estratos más antiguos de la Tradición de la Iglesia. Pablo así lo afirma con rotundidad: «He recibido una tradición que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido…». Poco más tarde, san Justino, en su Apología en favor de los cristianos dirigida al emperador Antonino Pío, describió pormenorizadamente lo que éstos hacían en la Eucaristía. Su descripción sorprende por lo parecida que era aquella Eucaristía con la que nosotros celebramos…

– Por lo tanto, Pablo no exageró al escribir a los cristianos de Corinto que había recibido de ti la tradición de celebrar la Eucaristía -he dicho a Jesús a modo de saludo-.

– Hoy entras en materia muy de prisa -ha dicho sonriendo-. Empecemos por saludarnos en un día que “reluce más que el sol”, como decían tus abuelos.

– Perdona mi impaciencia -he rectificado azorado- y, además, acepta mi gratitud por dejarnos tu presencia real en el pan y el vino consagrados. Si no lo hubieras dicho tan claramente, no me hubiera atrevido a imaginar que cada vez que como de este pan y bebo del cáliz paladeo tu carne y la transformo en carne y vida mía…

– Y no olvides que en cada Eucaristía sigue aconteciendo mi muerte y resurrección en Jerusalén en tiempo de Poncio Pilato. Mi Pascua os anticipa ya la paz y la unidad que tendrán lugar cuando se consume la historia de la salvación. Así lo escribió Pablo y no exageraba: «cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva».

– Lo que se refiere a la Eucaristía es tan sorprendente y misterioso que no parece real -he dicho tomando un sorbo de la taza que hace un rato tenía entre mis manos-.

– Igual de sorprendente y misteriosa fue la multiplicación de los panes, cuyo relato también habéis escuchado en el evangelio de este día (Lc 9, 11-17) -me ha recordado-. Aquel día, cuando los Doce me instaron a despedir a la muchedumbre para que se procurara comida donde pudiera, yo les dije: «Dadles vosotros de comer». Ellos se quedaron perplejos, pues solo tenían cinco panes y dos peces, pero después de que pronuncié la bendición sobre aquella escasa comida se saciaron todos y hasta recogieron doce cestos de sobras. Esta abundante comida fue un signo que anticipó la conversión del pan y el vino en mi cuerpo y mi sangre.

– Entonces, ¿por qué muchos judíos refunfuñaban diciendo «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?», después de que les dijeras «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre».

– Es que sólo la fe ilumina vuestro corazón y vuestra mente para aceptarme como soy. En aquella ocasión pregunté a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» Y Pedro respondió por todos ellos: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Los Doce creían que mis palabras dan vida eterna y se hacen palpables en la caridad para con los hermanos, tal como la Iglesia os pide que hagáis en esta jornada. ¿Crees tú esto?

Este artículo se ha leído 160 veces.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Compartir
WhatsApp
Email
Facebook
X (Twitter)
LinkedIn

Noticias relacionadas