«Una celebración de la Semana Santa que perdiera su alma religiosa, sería un empobrecimiento para la fe e incluso para la cultura y el arte»

En una Catedral de Teruel repleta Mons. Vicente Jiménez pronunció el pregón de la Semana Santa turolense con la Cruz como protagonista.

«Hoy alzo mi voz para anunciaros la Gran Noticia, siempre buena y siempre nueva: la celebración de la Semana Santa», con estas palabras Mons. Vicente comenzó el pregón que quiere ser anuncio de los días sagrados en los que se conmemora nuestra salvación. 

En la introducción del pregón nos recordó que la Semana Santa es un acontecimiento esencialmente religioso, del que no podemos desdeñar la parte social, cultural y turística, pero recalcó el error que sería  perder el alma espiritual que le da significado, «las imágenes y “pasos”, que desfilan en las procesiones, tienen alma y tienen vida, porque han nacido de la fe de un pueblo creyente», y destacó que  «la fe, cuando es viva y vigorosa, es capaz de crear cultura, arte y belleza».

La auténtica Semana Santa es de la Cruz

«Nada hay nada más grande sobre la tierra que la cruz. Nada purifica y salva como la cruz. Nada acoge y abraza como la cruz. Nada perdona y ama como la cruz». 

Mons. Vicente Jiménez nos pide que abracemos la Cruz y nos acerca en su pregón al Viernes Santo, al momento crucial de cuando Jesús expira y pone todo en las manos de Dios.

«Esa cruz clavada en el Calvario […] está ya transfigurada», la Cruz es ya Pascua, como dice Mons. Vicente «la Resurrección es el misterio que lo resume todo, la luz que lo ilumina todo, el aroma que lo perfuma todo». 

Y es que sin la muerte no habría Resurrección, no habría Pascua, no habría salvación, por eso «la cruz nos lleva a la luz». 

«El dolor de la Madre se une al dolor redentor del Hijo», Mons. Vicente nos pide en la parte final del pregón que miremos a la Madre que sufre por amor. A la “pasión” de Cristo corresponde la “compasión” de María.