Esta Semana Santa, como la pasada, no tendremos procesiones, pero sí un llamamiento expreso a «vivir con verdadera profundidad las celebraciones litúrgicas y, especialmente, las del Triduo Pascual». Esta Semana Santa no se parecerá a la de 2019 pero tampoco será igual que la del año pasado, cuando la pandemia cerró las iglesias. En esta ocasión, con las limitaciones impuestas por una situación excepcional, han quedado suspendidos todos los actos y celebraciones que tengan carácter de culto externo y, en general, todos aquellos en los que se haga uso de la vía pública. No tendremos esa catequesis en la calle que las procesiones nos ofrecen cada año, con mucho trabajo y esfuerzo de los cofrades. Pero el delegado para las Cofradías y Hermandades de nuestra diócesis, Enrique Padrós, tiene claro que se procesione o no, la conexión con lo transcendente, la emoción y la devoción se llevan por dentro.

¿Cómo se preparan nuestras cofradías para vivir la Semana Santa de 2021?
Pues están con todo el interés, albergando ideas e iniciativas a la hora de programar sus actos de culto siempre cumpliendo la normativa sanitaria y con el reciente decreto del Obispado que marca los criterios a los que se han de ajustar.

¿Las limitaciones pueden ser, al mismo tiempo, una oportunidad?
Eso es lo que intentamos transmitir desde la delegación. Es una oportunidad para redescubrir el valor de los otros actos de culto que tienen las cofradías, y que no son las procesiones, pero que también están entre los fines que se estipulan en sus Estatutos. Este año, sin la ocupación y preocupación, que cubre casi todo el trabajo de las juntas en estos días, es una oportunidad para programar estos actos que se realizan dentro de los templos con mayor dedicación e intensidad espiritual.

Justo antes de que la pandemia nos trastocara, el año pasado tuvo lugar el XV encuentro diocesano de cofradías, centrado en su dimensión caritativa. Quería dar un impulso “en nuestras comunidades al testimonio de caridad con los pobres, los marginados y los que sufren, que es, al fin, una de nuestras tareas primordiales” ¿Cómo se ha podido vivir esa esencia estos meses?
En primer lugar, no desanimándose por la situación que ya nos hacía prever que no se podría procesionar este año. Y, en segundo lugar, siguiendo con las actividades propias de las cofradías ya que, como solemos decir, un cofrade no es para un solo día, sino para los 365 días del año. La mayor parte de las juntas de las cofradías al no poder reunirse de manera presencial han utilizado los medios virtuales para poder seguir
programando y llevando a cabo estas actuaciones.

Esta primavera no tendremos procesiones por las calles, pero ¿estamos aprendiendo a procesionar por dentro? ¿Cómo?
En la Semana Santa del año pasado ya tuvimos una buena oportunidad para esto. Creo que se aprendió bastante. Pero también creo que en el transcurso de cualquier procesión por nuestras calles, cada uno de los cofrades que participan en ellas viven este procesionar por dentro: experimentando en algún momento una conexión especial con lo trascendente, o con los demás o incluso con ellos mismos. Esos sentimientos, esa emoción y esa devoción también se llevan por dentro en las procesiones.