Un bonito carnet de identidad cristiana: soy pobre

SALMO 70

 El Salmo 70 es repetición, con ligeras variantes, de la última parte del salmo 40 (40,14-18) . Por esta razón, volvemos a poner las explicaciones del Salmo 40.

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1 Yo esperaba con ansia al Señor: el se inclinó y escuchó mi grito;

2 me levantó de la fosa fatal, de la charca

fangosa; afianzó mis pies sobre roca y aseguró mis pasos;

3 me puso en la boca un cántico nuevo, un

himno a nuestro Dios. Muchos al verlo

quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor.

4 Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor,

y no acude a los idólatras que se extravían con engaños.

5 Cuántas maravillas has hecho, Señor Dios mío, cuantos planes en

favor nuestro: nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas,

decirlas, pero superan todo numero.

6 Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste

el oído; no pides sacrificio expiatorio,

7 entonces yodigo: «Aquí estoy» – como esta escrito en mi libro-

8 «para hacer tu voluntad». Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.

9 He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios: Señor, tu lo sabes.

10 No me he guardado en el pecho tu defensa,

he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado

tu misericordia y tu lealtad, ante la gran asamblea.

11 Tú, Señor, no me cierres tus entrañas, que tu misericordia

y tu lealtad me guarden siempre,

12 porque me cercan desgracias sin cuento, se me echan encima mis

culpas, y no puedo huir; son más que los pelos de mi

cabeza, y me falta el valor.

13 Señor, dígnate librarme, Señor, date prisa en socorrerme;

14 sufran una derrota ignominiosa los que me persiguen a muerte;

Vuelvan la espalda afrentados los que traman mi daño;

15 queden mudos de vergüenza los que se ríen de mí.

16.- Alégrense y gocen contigo, todos los que te buscan;

Digan siempre: «Grande es el Señor», los que desean tu salvación.

17 Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se

cuida de mí; tú eres mi auxilio y mí liberación: Dios mío, no tardes.

Ambientación

El salmo 40 es famoso por los versículos 7-11, citados y comentados en el escrito a los Hebreos. Estos versos están metidos entre dos piezas: una de acción de gracias y otra de súplica. Y lo más curioso es que la súplica de los vv. 14-18 se encuentran independientes en el salmo 70. Otro dato a tener en cuenta es que la acción de gracias se encuentra antes que la súplica. Parece que debería ser al contrario. Se trataría de una gratitud perseverante y siempre activa. El orante cuenta una liberación sucedida en el pasado. Esta experiencia del pasado le ayuda ahora en el presente. Este recuerdo del pasado como maestro del presente es un recurso. «El poema comienza con el «Magníficat» y termina con el «de profundis»» (Delitzsch).

         “Sólo en el amor cabe expectación”…

La expectación es más que la simple esperanza. Es una esperanza vivida con ilusión, con gozo, con añoranza, con apasionamiento. Es lo que le ocurre al salmista. Al pie de la letra habría que traducir “Yo he esperado esperando”, es decir, con emoción, con pasión. (v.2). En realidad sólo esperamos de las personas que nos aman. De aquellas personas que no nos aman no esperamos nada. El salmista lo espera todo de Dios. Para los salmistas Dios no es un rey ausente en el palacio real, sino un Padre que se acerca a su hijito con cariño.  El salmista recuerda experiencias muy bonitas del pasado.  “Se inclinó” (v.2).  Probablemente alude a Os. 11,4: “Me incliné hacia él para darle de comer” (Os. 11,4). Es el gesto de la mamá que se inclina para dar de mamar a su hijito.   

         «Me levantó de la fosa»(v. 3).

 Aquí el salmista parece que tiene presente la imagen de Jeremías: «Agarraron a Jeremías y lo arrojaron en la cisterna… bajándolo con cuerdas. En la cisterna no había agua, sino fango y Jeremías se hundía en él» (Jer 38,6). El hombre que está en el fango intenta salir pero, al faltarle el apoyo, cuantos más esfuerzos hace, más se hunde… Sólo una mano robusta puede ayudarle desde arriba y colocarle en la roca. Imagen plástica de nuestra situación de pecado cuando intentamos salir del fango con nuestras propias fuerzas: nos hundimos más en él. Sólo la mano fuerte y robusta de Dios nos puede sacar y llevarnos a un lugar seguro.

 

         ¿Qué cánticos pone Dios en nuestros labios?

 Al salmista le pone un cántico nuevo (v.4). A nuestro Dios no le va lo viejo, lo cansado, lo  aburrido. Al salmista le pone un cántico nuevo. Quiere que su Dios le sepa a nuevo cada día, que no se quede viejo en sus manos, que cada día que amanece esté cargado de sorpresas. Nos preguntamos: ¿Qué género de canto pondrá Dios en boca del salmista? El único canto que Dios sabe cantar es el canto del amor: «Voy a cantar un canto de amor dedicado a mi viña» (Is 5,1). Dios sólo sabe cantar canciones de amor.

«Muchos al verlo quedaron sobrecogidos» (v.4). No es extraño. Estamos acostumbrados a ver a Dios hablando, creando, sufriendo, llorando… pero no estamos acostumbrados a ver a Dios cantando. Debemos recuperar la imagen de un Dios feliz, amigo de la vida, soñador, liberador, ¡fantástico!… Y esto es básico para hacer de la religión, de nuestra religación con Dios, una auténtica fiesta. .

 

         Cuando nuestros labios se quedan cortos…

En este verso el salmista hace un bonito viaje: del yo a nosotros. “Intento proclamar tus maravillas pero me superan (v.6). La boca del salmista es demasiado pequeña para alabar y bendecir a Dios por tantos favores y beneficios derramados en su pueblo. Se siente totalmente desbordado. Por eso reclama todas las voces del pueblo para elevarlas en un himno de glorificación. A los enemigos del salmista (que son muchos) se oponen las maravillas de Dios (que no son menos). De ahí brota la admiración. Tenemos un Dios que no hay quien se le iguale… ¿Acaso ha habido un dios que haya ido a buscar una nación en medio de otras a base de tantas pruebas, milagros y prodigios… como todos habéis visto? (Dtn 4,34).

Job define a Dios de esta manera: «Aquel que hace cosas grandes, insondables, maravillas sin número» (Job 5,9).

 

“AQUÍ ESTOY”… (v. 8)

¿Acaso Dios rechaza el culto? Rechaza un culto vacío, que encubre conductas pecaminosas (Am. 5,21-25; Os. 6,6; Is. 1,11-17; Miq. 6,6-8; Jer. 6,20 etc). Normalmente la acción de gracias iba acompañada de un sacrificio ritual (Lev 27,9-11). Aquí el salmista renuncia a ese tipo de sacrificio porque estima que es mejor el observar la torah como expresión de la voluntad divina, «Graba sobre tu corazón las palabras que yo te dicto hoy» (Dtn 6,6). Abrir el oído puede significar cavar. La imagen se fija en la hondura corporal que abre el oído hacia lo interior del hombre y en su capacidad de recibir (Is 50,4-5).

Algunos prefieren traducir me perforaste el oído aludiendo a Dtn 15,17, donde el dueño perforaba la oreja del esclavo y este ya le pertenecía para siempre. En todo caso el salmista quiere dar lo mejor a Yavé» Como ofrenda te presentamos las palabras de nuestros labios» (Os 14,3). Son palabras vividas, en el interior del corazón, se han entrañado en lo profundo. Y desde esta profundidad interior sabe hablar el salmista. Gunkel quedó impresionado por el contenido de este salmo y dijo que parecía haber sido escrito por uno que «trataba a Dios de tú» como lo hacía Moisés o Jeremías. Y todavía queda un detalle: Llevo tu ley en las entrañas.

Pero lo más importante del salmo lo contienen estas palabras: “AQUÍ ESTOY PARA HACER TU VOLUNTAD”. Son las que pone el autor de la carta a los Hebreos para el momento solemne de la entrada de Jesús en este mundo (Heb. 10,6-7). Son un sí sonoro, rotundo a la voluntad de Dios en todo. Dios le ha dado un cuerpo para ofrecerlo en sacrificio. Jesús no ofreció corderos en el Templo de Jerusalén sino que “se ofreció” como Cordero sin mancha. El sacerdocio de Jesús no es cultual sino existencial.

 

Es bueno comunicar las experiencias de Dios

 

«He proclamado la salvación ante la gran asamblea» (v.10)

El salmista quiere llevar a la asamblea todo lo que él ha vivido. No quiere guardar para sí lo que Dios le ha hecho. Y siempre arrancando de una gran sinceridad. Cuando una persona se pone a hablar con otras personas de lo que Dios ha hecho en ella no se puede mentir.

Esta manifestación sincera de nuestra fe ante los demás puede hacer un gran bien en los grupos y comunidades. Siempre habrá que tener presente el consejo de San Agustín: «Es a veces el temor el que hace que tú no te atrevas a decir lo que crees y otras veces el disimulo te hace decir lo que no hay en tu corazón. Que puedan tus labios estar de acuerdo siempre con tu corazón». Por lo demás, no se trata de dar sermones a otros sino de hablar de lo que el Espíritu Santo ha realizado dentro de ti.

 

«Señor, dígnate librarme, date prisa en socorrerme» (v.14)

Con estas palabras, desde siglos, millones de personas que rezan las horas del breviario se unen en una plegaria común. Miles de lenguas alaban a Dios en una sola voz. Miles de corazones se unen en una misma oración.

El salmista pone su firma: «Soy pobre” (v.18)

Al final, el salmista pone su firma: es un pobre y desdichado. La ternura de Dios se extiende especialmente entre los que no ponen su seguridad en la plata, en el prestigio o en el poder, sino sólo en Dios. La gran lección de este salmo es ésta: la mejor manera de asegurar la protección divina de cara a un futuro es mantener vivo y actual el reconocimiento de los beneficios de Dios en el pasado

 

Trasposición Cristiana.

«De Dios sólo podemos decir lo que Él ha hecho en nosotros» (K. Barth).

«La santidad nos hace humildes y pequeños a los ojos de Dios;
conscientes de nuestra debilidad y confiando hasta la audacia en
su bondad de Padre» (Santa Teresita).

«Haced como los viajeros que cantan can frecuencia en la noche. De todas partes, alrededor de ellos, vienen miedos siniestros, o peor todavía: un silencio constante. Los viajeros cantan, incluso aquellos que temen a los ladrones. Cantad, pues, con la seguridad de un cántico nuevo, en este camino que conocéis, entre las naciones» (San Agustín).

 ACTUALIZACIÓN

 En tiempos especialmente sensibles al tema de la mujer, aquí hay un texto bello en este salmo. “El salmista pretende estar preñado de la ley. Es una imagen intensa relacionada con la gestación. Pone de manifiesto la sensibilidad femenina del que compuso el salmo (J. Bortolini).

Este salmo se hace actual cada día con el Papa Francisco. Son muy claras las primeras palabras de su pontificado: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”  Hay algo más que palabras: organiza comedores y come con los pobres; va a las cárceles y les lava los pies a los presos y presas, incluso sabiendo que son de otras religiones. Besa a enfermos que dan repugnancia. Etc. El Papa Francisco nos marca a todos una manera de ser felices: “atendiendo a los más necesitados”.

 

PREGUNTAS

 

  1. ¿Me siento sorprendido, sobrecogido, por tantos beneficios que Dios ha derrochado en mi vida?

 

  1. Cuando hago oración participada, ¿sé compartir con mis hermanos lo que Dios hace en mí? ¿Se compartir no sólo la palabra sino la vida?

 

  1. ¿Vivo mi fe de una manera gozosa y vivencial? Alguien me ha
    preguntado alguna vez: «¿Por qué tú siempre estás contento(a)?»

 

ORACIÓN

 Yo esperaba con ansia al Señor

Señor, yo quiero reflexionar ante Ti sobre uno de los verbos más
bonitos del diccionario: el verbo esperar. En la vida todos esperamos: el niño espera ser mayor; el joven espera enamorarse y poderse casar; el hombre maduro espera poder sacar a sus hijos adelante. Vivimos mientras esperamos. Morimos cuando ya no esperamos nada de la vida. Nosotros, como creyentes, esperamos a Dios. Pero hay muchas formas de esperarle. Podemos esperar distraídos, aburridos, cansados. No es esta la espera del salmista. Él espera con ilusión, con gozo, con verdadera ansiedad. Parece decirnos: la espera se me hace insoportable. Yo no puedo vivir sin él.

Yo digo: aquí estoy

Ésta fue la primera palabra que pronunciaste, Señor, al entrar en este mundo: Aquí estoy. Aquí me tienes, Padre, para hacer en todo tu voluntad. Hacer la voluntad del Padre era siempre tu ocupación y tu preocupación. Era el pan que te alimentaba, el suelo que te sostenía, el aire que respirabas, el cielo que te cobijaba. Haz, Señor, que yo viva para cumplir en todo tu voluntad, para hacer de mi vida una ofrenda agradable a tus ojos.

 Señor, Tú lo sabes.

Muchas veces me ocurren cosas que yo no puedo explicar. Muchas veces me pasan cosas que nadie puede entender. Muchas veces los juicios que hacen sobre mí son totalmente equivocados. ¿Qué hacer? Me dan mucha paz las palabras del salmista: «Señor, tú lo sabes». Esto me basta. ¿Cuándo aprenderé a dejar mis cuidados en tu corazón y no buscar justificaciones humanas?                                         

Señor, no me cierres las entrañas 

Las entrañas significan lo hondo, lo profundo, lo íntimo. Son la cuna de la vida que nace. Y a ese regazo maternal acudimos cuando nos sentimos solos o abandonados. Tú, Señor, eres un Dios con corazón y con entrañas maternales. No me cierres nunca la puerta de tu intimidad. Déjamela siempre abierta para llegar a tu amor entrañable.