Te he amado -Carta del obispo de Tarazona del 23 de noviembre

Vicente Rebollo Mozos
21 de noviembre de 2025

Con estas palabras comienza la exhortación Apostólica del Papa León XIV que publicó el 4 de octubre. Quiere ser la segunda parte de la encíclica del Papa Francisco “Dilexit nos” publicada el mes de octubre del año pasado, que trataba sobre el amor humano y divino del Corazón de Cristo. Este documento actual el Papa lo dedica al amor hacia los pobres.

En el capítulo primero, nos invita a contemplar el amor que Cristo tiene a los pobres y, desde ahí, sentirnos llamados a prestarles más atención. Es la tarea de la Iglesia, es la tarea de cada cristiano; muy necesaria porque la sociedad no lo hace suficientemente. “La condición de los pobres representa un grito que interpela constantemente nuestra vida, nuestras sociedades, los sistemas políticos y económicos, especialmente a la Iglesia” (9).  Constata, que el compromiso por los pobres sigue siendo insuficiente y por tanto necesitamos un cambio de mentalidad. Olvidar a los pobres es situarnos al margen del Evangelio y de la Iglesia.

El capítulo segundo, lo dedica a realizar un análisis de la Sagrada Escritura. Desgrana la misericordia de Dios hacia los pobres.

Presenta, primero, la opción por los pobres, “Dios con el corazón lleno de amor se dirigió a sus criaturas haciéndose cargo de su condición humana y por tanto de su pobreza” (16)

En segundo lugar, nos presenta a Jesús como Mesías pobre, así fue toda su vida desde el nacimiento y, desde su condición pobre, opta por los pobres, vinculando el amor de Dios al amor a los pobres, “no se puede amar a Dios sin extender el propio amor a los pobres” (16). Dos amores distintos pero inseparables.

En tercer lugar, nos presenta el ejemplo de la primera comunidad cristiana, la elección de los diáconos, las colectas organizadas por San Pablo a favor de los pobres, son un ejemplo de esta actividad. Concluye diciendo “la vida de las primeras comunidades eclesiales se nos ofrece como ejemplo a imitar y como testimonio de la fe que obra por medio de la caridad” (34)

El capítulo tercero, es el más amplio. Lo titula “una Iglesia para los pobres”.  En él desgrana cómo ha ido viviendo la iglesia el compromiso a favor de los más pobres. Como dijo el Concilio Vaticano II “la Iglesia reconoce en los pobres la imagen de su fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo” (LG 8) Recoge también, la enseñanza del Papa Francisco, “existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres” (36) Múltiple son los escritos de los Padres de la Iglesia sobre los pobres como un acceso privilegiado a Dios. Presenta el testimonio de San Ambrosio, San Ignacio de Antioquía, San Justino, San Juan Crisóstomo, San Agustín. A través de ellos “constatamos que la Iglesia aparece como madre de los pobres, lugar de acogida y de Justicia” (39). Continúa narrando la historia de la Iglesia hasta nuestros días. En ella encontramos muchos ejemplos de atención a los pobres, porque siempre ha estado atenta a las necesidades de las personas. Esta atención siempre ha partido de la iniciativa de los grandes santos.

Dedicaré la próxima carta a seguir explicando este documento del Papa.

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