Opinión

Isabel de Salas

Sacramentos y celebración

5 de noviembre de 2020

Estamos viviendo momentos muy duros desde el punto de vista sanitario, económico y social. Nada ni nadie queda al margen de esta pavorosa situación que cada día parece complicarse más.

No quiero caer en el pesimismo y como creyente pongo toda la confianza en Dios, que no permite nada que no sea para nuestro bien. Entretanto, la vida sigue como puede. Las ilusiones, los acontecimientos personales y familiares importantes de la vida, siguen su curso. La boda tan esperada y soñada, parece truncarse por culpa del virus y entonces se hace necesaria una reflexión serena y madura sobre la necesidad de aplazarla o no.

Son muchos los que ya han pospuesto la celebración de su matrimonio al año que viene, incluso al siguiente y no los juzgo por ello. Solo quiero poner en valor y felicitar a los que, valorando todas las circunstancias, ponen en primer lugar el valor del sacramento del matrimonio, por encima de la celebración y del viaje de novios que no podrán hacer, de momento. La celebración siempre es de algo y ese algo es lo que importa.

Sobre todo importa a los novios que quieren iniciar una vida juntos tras recibir la gracia del sacramento y no hay nada más importante (y también más romántico ) que eso. Se podría resumir en «lo importante es casarse». Celebrarlo es secundario por mucho que nos duela no poder hacerlo. Tal vez sea éste el momento de la autenticidad y de la coherencia. De saber y valorar lo que de verdad importa .

Aun así, pueden existir y existen, causas de envergadura que hagan aconsejable posponer la celebración del matrimonio. Nadie mejor que los novios para saberlo. Dicen que ya nada será igual después del virus. Seguramente no. Será distinto, pero será mejor si hemos aprovechado cada acontecimiento vivido para crecer en fe y esperanza.

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