Carta del obispo de Tarazona,Mons. Eusebio Hernández Sola

Queridos hermanos y amigos:

Comenzamos el mes de septiembre tras un verano lleno de incertidumbres y dificultades que siguen presentes entre nosotros al comienzo de este curso pastoral. La pandemia que comenzamos a sufrir en el mes de marzo sigue entre nosotros, dificultando el desarrollo normal de nuestras vidas.

Al comenzar el llamado tiempo de “nueva normalidad” pensábamos que, poco a poco, la situación se iba a normalizar y que los casos de contagio se iban a minimizar, pero, desgraciadamente en el verano hemos sufrido una serie de graves repuntes que nos plantean nuevos retos.

Pastoralmente, había pensado que, en este mes de septiembre, antes de comenzar el curso, teníamos que celebrar varios encuentros para programar el curso; el primero con los sacerdotes para pensar, entre todos, los retos que la situación que vivimos nos plantea en nuestra diócesis y en nuestras parroquias y, a la vez, proponer respuestas y acciones pastorales que en estos momentos podíamos ofrecer. Considero que es también muy importante promover en la diócesis ideas y propuestas que surgieron durante el Congreso Nacional de laicos, celebrado en Madrid, en el mes de febrero. También había pensado y preparado encuentros con los agentes de pastoral y los laicos que quisieran unirse, a encuentros en las distintas zonas pastorales de nuestra diócesis

Los rebrotes que en estos días estamos sufriendo y las normas que se han establecido por las autoridades, nos desaconsejan celebrar por ahora estas reuniones y aplazarlas según vaya evolucionando la situación sanitaria.

Este año 2020, desde que comenzó el estado de alarma, nos ha hecho incrementar lo que podemos llamar nuestra “imaginación pastoral” que no es otra cosa que despertar en cada uno de nosotros el entusiasmo y la valentía que impulsaron a las primeras comunidades cristianas a anunciar con ardor la novedad evangélica.

Podemos decir que, en estos meses, de alguna manera, hemos hecho realidad las palabras de San Juan Pablo II cuando hablaba de la nueva evangelización como: “Nueva en su ardor, nueva en sus métodos, nueva en sus expresiones”. Con medios limitados y con muchas dificultades sé que los sacerdotes habéis sabido estar cerca de nuestros feligreses acompañándolos y ayudándolos. Ha sido también muy importante la gran tarea que Cáritas y sus voluntarios han realizado en la misión de ayudar a las distintas necesidades que la pandemia ha traído a nuestra sociedad. La creatividad con que los catequistas habéis sabido llegar a los niños y adolescentes para que prosiguieran con su formación; y a esto podemos añadir tantas iniciativas sencillas pero importantes.

Recientemente, la Editorial Vaticana ha publicado un libro del Dicasterio para la Comunicación titulado “Comunión y esperanza” redactado por el cardenal Walter Kasper y el sacerdote alemán George Augustin. El papa Francisco ha escrito el prefacio o introducción y en él hace una reflexión sobre la era de la covid 19. Fundamentalmente, el Santo Padre señala que las raíces de nuestra vida, también en estos momentos, están en Cristo, en Él está la fuerza para enfrentar los difíciles problemas que nos esperan después de la crisis, en Él está el modelo de cercanía, amor y servicio.

El papa Francisco se pregunta: “¿Dónde están las raíces más profundas que nos sostienen a todos en la tormenta? ¿Qué es realmente importante y necesario?” y responde que la pandemia “es una señal de alarma” que nos lleva a reflexionar precisamente sobre esto. “Es un tiempo de prueba y elección para que podamos orientar nuestras vidas de una manera renovada a Dios, nuestro apoyo y nuestra meta”.

Con todo afecto os saludo y bendigo.

                   + Eusebio Hernández Sola, OAR

                            Obispo de Tarazona