Un café con Jesús. Flash sobre el Evangelio del domingo IV de Adviento – A –

Hoy el párroco ha insistido más en el bueno de José que en Jesús, a pesar de que tenemos la Navidad a una semana vista. No le falta razón, pues en el evangelio de este domingo (Mt 1, 18-24) es José el protagonista y ¡menudo papelón le cayó encima! El Señor le pidió que se llevara a su casa a María, ya embarazada de Jesús, y aceptase ser, a los ojos de todos, el padre de aquella criatura que no era suya. No es de extrañar que estuviera perplejo el pobre…

–  ¿Por qué el Padre puso a José en aquel brete? – es lo primero que he dicho a Jesús, sin darme cuenta de que mi pregunta sonaba como si estuviera pidiendo cuentas a Dios- .

–  Ya veo que no te cortas y no te lo reprocho – me ha respondido sonriendo- . Tampoco el profeta Jeremías se anduvo con rodeos cuando manifestó al Señor la angustia a la que le arrastraba el hablar en su nombre. Pero ya sabes que los caminos de Dios a veces no son comprensibles de inmediato – me ha dicho mientras colocaba los cafés sobre la mesa- .

–  Pues uno desearía ver desde el principio qué quiere el Señor.

–  Entonces, ¿dónde quedaría vuestra confianza en el Padre? – me ha dicho pacientemente después de tomar un sorbo de café- . Vosotros sólo veis un trocito de la historia; os falta perspectiva. Es como cuando se circula con las luces cortas y el camino es más largo y ancho de lo que se logra ver. Olvidáis que el Padre os ama, también cuando no es grato lo que ocurre.

–  Siempre me lo pones difícil, como al buenazo de José – he murmurado entre dientes- .

–  No te lo pongo difícil para probarte, sino que la vida es difícil y compleja en sí misma. Verás; cuando en Judá reinaba Acaz, estaba atemorizado por la amenaza de que le atacasen dos reyes vecinos y su inseguridad provocaba una profunda agitación en todo el pueblo. Dios le dijo: «No te acobardes ante esos dos cabos de tizones humeantes». Pero Acaz no se fio y prefirió buscar alianzas con reinos poderosos…

–  Nuestro refranero dice: “más vale pájaro en mano que ciento volando”; eso debió pensar Acaz – le he interrumpido mientras Jesús sonreía- .

–  Algo así – ha continuado- . El Padre le dijo a través del profeta Isaías: «Pide una señal al Señor tu Dios», pero a Acaz le parecía demasiado fuerte pedir una señal y fue el Padre quien se la proporcionó por su cuenta. Entonces le dijo: «Mirad, una muchacha virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (que significa: “Dios-con-nosotros”)». Antes o después, la señal tenía que cumplirse y José, con María, fueron instrumentos de Dios.

–  Puede que vaya entendiendo algo – he replicado con un movimiento de cabeza- . En Jesús, nacido de María, desposada con José, pero todavía virgen porque no habían convivido, Dios cumplió aquella promesa hecha a Acaz ocho siglos atrás.

–  Sí – me ha dicho mirándome a los ojos- , pero a condición de que José se fiara del Padre  y aceptara dar cobertura legal a aquella criatura, que no era suya, y se llevara a su casa a la madre para que no fuera considerada adúltera según la Ley.

–  Y José aceptó con gran dignidad; incluso estaba dispuesto a abandonar en silencio a su prometida y a que él fuera visto como la mala persona que la abandonaba dejándola embarazada, antes de que acusasen a María de adúltera. ¡Es admirable! – he reconocido- .

–  Admirables son los caminos de Dios, aunque necesitáis algo más de confianza en Él para que os lleven a donde Él os conduce: Dios está con vosotros y no os enteráis – ha dicho haciendo un gesto para decirme que pagaba él-.