SALMO 49
- Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe:
- plebeyos y nobles, ricos y pobres.
- Mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
- prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara,
6 ¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados
7 que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas,
8 si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate?
9 Es tan caro el rescate de la vida, que nunca les bastará
10 para vivir perpetuamente, sin bajar a la fosa.
11 Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
12 El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
13 El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
14 Este es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
15 son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura, y el Abismo es su casa.
16 Pero a mí Dios me salva,
me saca de las garras del Abismo
y me lleva consigo.
17 No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
18 cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
19 Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasa»,
20 irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
21 El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
INTRODUCCIÓN
Se trata de un salmo de tipo sapiencial que medita sobre la suerte de los ricos y pobres; de los opresores y oprimidos, a la luz de la muerte. Es verdad que el tema de la muerte está presente en todo el salmo, tanto es así que algunos lo han definido como «el oratorio de la muerte». Pero este tema no constituye el objeto esencial del salmo. El salmista aborda el tema de la retribución. En un determinado periodo de la historia de Israel, la actividad nefasta de las personas ricas y malvadas constituía una dura prueba para los pobres. Constantemente los justos se preguntan: ¿Por qué triunfan los malos?
MEDITACIÓN-REFLEXIÓN.
Lo que tiene que decir el salmista es importante y lo dice mejor tocando la cítara. (V. 2-5)
Se trata de una introducción solemne, majestuosa, de corte sapiencial. Los destinatarios son «todos los pueblos, todos los habitantes del orbe». Como un buen maestro de sensatez, el autor se considera poseedor de una verdad, de una enseñanza que concierne a todos. Va a disertar sobre la fragilidad del ser humano.
Las lecciones que va a dar las ha madurado en su reflexión personal, pero además parece que ha recibido de Dios un oráculo sobre este tema tan importante. Lo dirá con palabras suaves, acompañado del arpa, a fin de que todos abran sus oídos a la acción inspiradora del cielo. Sabemos que los poemas de sabiduría se cantaban con acompañamiento de cítara
No se puede comprar la vida con un cheque. (V. 6-8)
El v. 6 se abre con un interrogante personal. Pero hay que tener en cuenta de que el yo que habla es el yo de los pobres. El poema toca carne y hueso y pretende ser un consuelo para los humildes y oprimidos.
«Los días aciagos«… Se refiere a las circunstancias en las que triunfan los malos con una prosperidad sin sombra, mientras que los justos se consumen indignados en su pobreza y en su prueba.
El salmista reflexiona de esta manera: la riqueza no da derechos a prolongar la vida sobre la tierra. Los impíos cuentan con sus riquezas para asegurar su existencia. Este cálculo es falso. Todos los bienes acumulados no son capaces de salvarle de la muerte. Dios no reconoce a ningún hombre el derecho de poder comprar a ningún precio la prolongación de la existencia aquí abajo. Ninguna fortuna humana puede hacer modificar a Dios el destino de los hombres. «Nada muestra más fuertemente la miseria de la riqueza» (G. Brillet).
En este sentido no hay privilegios para el rico. No puede comprar a Dios con una vida perpetua
La muerte nos iguala a todos. (V. 11-12)
Ante la muerte no hay favoritismos ni excepciones. El salmista va contra la opinión particular y tradicional que cree que Dios castiga a los malos con una muerte prematura. La igualdad viene para todos en esta vida. En la otra los ricos, al perder la riqueza en la que se apoyaban, pierden su único asidero y se quedan sin nada.
¿Y los títulos? Aunque hayan dado nombre a países todos tendrán que acostumbrarse al lugar estrecho de una sepultura. «Los Alejandros, Césares, Pompeyos, que han dado nombre a tantas ciudades y erigido tantos monumentos a su gloria son también ellos confundidos con sus propios muertos» (A. Calmet).
«Si tú deseas dejar una memoria perdurable no des tu nombre a casas o a hombres. Procúrate un trofeo de buenas acciones que protegerán tu nombre de esta vida» (S. Juan Crisóstomo).
La muerte pastorea su gran rebaño hacia el abismo. (V. 14-15)
«Estos versículos marcan el punto culminante del poema y expresan toda la doctrina» (E. Podechard). La muerte pone término definitivo a la opulencia de los ricos, precipitando a éstos para siempre en el Seol donde jamás conocerán ni la alegría ni la esperanza. Todo lo que han vivido, toda su existencia, se hundirá como un sueño. Homero hace decir a Aquiles en la Odisea: «Me gustaría más ser mozo de bueyes, vivir sirviendo en casa de un pobre granjero que incluso escasea de la comida, que reinar sobre los muertos, sobre este pueblo apagado».
Impresiona el inmenso rebaño que la muerte pastorea y hace bajar a honduras abismales, morada poblada de figuras que se desvanecen, de sombras que se agitan.
«El Abismo es su casa«… Todos, en esta vida, queremos tener nuestra casa, ese recinto sagrado y acogedor donde pasamos gran parte de la vida. Cuando uno está fuera suele decir: ¡qué ganas tengo de llegar a mi casa!… Después de la muerte se encontrarán con el Abismo. Sólo éste es permanente. Las lujosas casas de los ricos eran transitorias, de paso.
Sólo Dios puede salvar (v.16)
Una intervención divina hará sacar al justo del Seol. El Seol está concebido como un gran soberano que retiene en su poder a todos los hombres. ¿Quién podrá quitarle la presa? Sólo Dios que es más fuerte que la muerte. ¿Dónde está, muerte, tu poder destructor? ¿Dónde están, sepulcro, tus males? (Os 13,14).
Lo que es imposible al hombre Dios puede y quiere hacerlo en beneficio del justo» (Maillot).
«Me lleva consigo»…
¡Qué contraste! La muerte, como pastor, conduciendo al abismo. Ahora Dios, como buen Pastor, conduciendo al rebaño a la vida. Dos pastores, dos rebaños, dos caminos, dos reposos eternos pero en planos antitéticos.
«Me rescata«…
El Dios que ha rescatado a su pueblo de la esclavitud de Egipto puede rescatar de la muerte. Un hombre no puede rescatar a otro hombre. El hombre no es solución para el hombre. Pero Dios sí.
Notemos que la idea de la vida después de la muerte entró muy tardíamente en Israel. Pero este pueblo, guiado por Dios, se ha fiado plenamente de Él. Se ha confiado en el Misterio.
Los judíos, ante la perspectiva de no ver salida a lo que habrá después de la muerte, se confían al Misterio. «No busques lo que te sobrepasa. Lo que está lejos de ti, no trates de sondear. Lo que está envuelto no trates de descubrir. Lo que Dios ha dado por herencia no trates de comprender. Tú no debes ocuparte del misterio» (Midrash de Job).
Notemos que para las personas más religiosas del mundo, lo importante es el abandono. No sé, no entiendo, no comprendo a Dios. Pero me abandono en Él. Es el credo de la fe auténtica. Y esa fe me dice que, al final de todo, lo que importa es que hay un Dios y ese Dios es amor. Y habrá que dejarle al amor la última palabra.
A manera de conclusión: La muerte arrebata todo. La riqueza de los malvados no debe ser una tentación para el hombre bueno. Hay que esperar el desenlace final. Y sabemos que la riqueza no tiene futuro. El futuro es Dios.
«Antes de ser construido el firmamento; antes de ser plantado el pabellón del cielo azul, mientras dulcemente erais transportados a la ciudad de la eternidad, sobre nosotros y vosotros, fue impreso el sigilo de tu amor» (Abú Sa’id, místico persa).
TRASPOSICIÓN CRISTIANA.
Brillet: “Los verdaderos valores no se compran. No se compra la inteligencia, el arte, la razón, el coraje, la bondad, la dulzura, la santidad. No se compra la vida humana destinada a expandirse; a desarrollarse en Dios”.
H.W. Wolff: “La superación de la angustia de la muerte se manifiesta no en una cierta esperanza del más allá. Sino en la serena certeza de que la comunión con Yavé por razón de su fidelidad no puede acabar con la muerte”.
- Cardenal: «No se puede comprar la vida con un cheque: sus acciones son demasiado elevadas, no se puede pagarle con plata. Vivir siempre y no ver jamás el sepulcro… nadie puede comprar esa póliza de seguro»
ACTUALIZACIÓN.
Si en otro tiempo el tabú ha sido el sexo, en este momento el gran tabú es la muerte. Se le quiere ignorar, no se habla de ella, se les oculta a los niños, pero ¡ahí está! Sorprendiéndonos cada día. Hoy que la sociedad es menos religiosa, y está más secularizada, ¿tenemos algún argumento de la razón que pueda abrir brecha en el muro del más allá? Por más que, después de una incineración, nos devuelvan un cofre “con unas pocas cenizas” hay algo que se nos resiste a aceptar: que todo lo que hemos vivido termine en eso. Por eso iniciemos un camino válido para todos, también para los no creyentes: el camino del amor. Yo no soy nada, pero esa nada está amasada de amor y el amor no puede morir. Los que mejor lo entienden son los poetas.
- Antonio Machado estaba enamoradísimo de su joven esposa Doña Leonor. Y a los tres años se le muere. El poeta queda destrozado y lo expresa así:
“Al olmo viejo,
herido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril
Y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido”.
Esas hojas verdes hablan de esperanza.
Él mismo lo afirma:
“Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera”.
- Nino Bravo nos dejó una bella canción para el viaje más largo:
“Al partir un beso y una flor
Un te quiero una caricia y un adiós
Es ligero equipaje
Para tan largo viaje
Las penas pesan en el corazón”.
Sabemos que murió joven en un trágico accidente de carretera. Los comentaristas hablan como de una premonición de su muerte. Le tenemos que agradecer que concibiera el viaje más largo, ligero de equipaje, con una mochila bien repleta de amor, de solo amor.
- Francisco de Quevedo, con motivo de la muerte de personas a quien había querido mucho, nos ha dejado uno de los versos más hondos y bellos de la literatura española:
“Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado”.
- Gabriel Marcel, célebre filósofo francés, nos dejó estos mismos sentimientos en una célebre frase: “Cuando yo le digo de corazón a una persona: ¡Te quiero! Es como si le dijera: ¡Tú no morirás!
PREGUNTAS
1.- Yo soy un problema para mí mismo. ¿Me acepto tal y como soy? Sé acudir a Jesucristo para solucionar el problema de mi existencia?
2.- La muerte nos va a igualar irremediablemente a todos. ¿Por qué no intentamos igualarnos en la vida por propia voluntad? ¿Qué estoy aportando a mi comunidad para que se pueda conseguir esa fraternidad tan querida por Jesús?
- ¿Sé ayudar a la gente a poner su seguridad sólo en Dios?
ORACIÓN
«Propondré mi problema al son de la cítara»
El salmista tiene un problema. No es uno más. Es el gran problema de la muerte. ¿Qué habrá detrás de ese túnel? Es el problema que afecta a toda la humanidad. El salmista propone el tema «al son de la cítara». Lo cual significa que ya ha encontrado luz, que ya ha visto solución. Es por eso por lo que ya puede cantar. Y es que sólo se puede cantar y ser feliz en esta vida si se tiene resuelto el problema de la muerte.
Los sabios mueren lo mismo que los ignorantes»
La muerte a todos nos iguala. En esta vida hay muchas injusticias y desigualdades, pero la muerte nos mide a todos con la misma medida. Como cae el sueño sobre nuestros párpados así cae la muerte sobre todos nosotros: de una manera inexorable.
Haz, Señor, que sepamos desprender nuestro corazón de las riquezas materiales, ya que necesariamente las tendremos que abandonar. Que sepamos poner nuestra seguridad en Dios, el único tesoro que no nos va a abandonar después de la muerte.
«Son un rebaño para el abismo. La muerte es su pastor».
Los que se dejan arrastrar por los placeres y riquezas de este mundo, al final se encuentran con un pastor terrible: la muerte. Este pastor les guía hacia el abismo. Nosotros, los cristianos, sólo reconocemos a un pastor: Jesucristo. El que nos va a acompañar a pasar por la «cañada oscura de la muerte» para conducirnos al aprisco de la vida eterna.
«A mí Dios me salva y me lleva consigo»
Señor, estamos atados por fuera y por dentro. Las amarras del corazón son los peores. Sólo tú puedes soltarnos, liberarnos, salvarnos. Para que esta liberación sea completa necesito que Tú no me abandones. Por eso te pido que me lleves contigo. Sólo así me sentiré seguro.