En su 60 aniversario, Manos Unidas lanza su LX Campaña, con el lema «La mujer del siglo XXI, ni independiente, ni segura ni con voz«. Un lema que “está para llamar la atención”, explica Pilar Cervigón, delegada diocesana de Manos Unidas en Zaragoza, porque “lo cierto es que una de cada tres mujeres en el mundo no tiene voz y mucho menos es independiente”. Por eso hay que fijarse en el cartel para ver que dice «Una de cada tres mujeres de hoy no es como la imaginas».

“Promoviendo los derechos con hechos” es el lema del trienio, que comienza este 2019 con la campaña “Creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas”. Para la presentación de esta nueva campaña, la Delegación ha organizado una serie de actos en la ciudad de Zaragoza.

“Fue en 1959 cuando nuestras fundadoras, un grupo de mujeres de Acción Católica, lanzaron su primera campaña. Ese fue el primer núcleo funcional de Manos Unidas”, explica Pilar Cervigón. En esa primera campaña pusieron por lema ‘Declaramos la guerra al Hambre’, y, a día de hoy, Manos Unidas sigue luchando para erradicar ese problema. “Esas mujeres, con un gran sentido de humanidad y con la mirada creyente del ser humano, convirtieron la lucha contra el hambre en un proyecto colectivo del que hoy formamos parte”, continúa la delegada, que hace balance: “Han sido años de grandes esfuerzos y dificultades, pero también de gran alegría al saber que se puede hacer mucho”.

Pilar Cervigón sabe bien que se puede cambiar la vida de muchas personas gracias a la ayuda de Manos Unidas, una ONG católica formada exclusivamente por voluntarios que ofrecen su servicio a los demás. Voluntarios como ella, que lleva 35 años en la organización. Ahora que no trabaja, puede dedicar todo su tiempo a Manos Unidas; pero cuando entró, tenía que combinar su trabajo con el voluntariado “y eso me obligó a sacrificar muchas horas de tiempo libre”, afirma.

Un gran trabajo por delante

En octubre del año pasado estuvo en Ecuador, en uno de los viajes formativos que se llevan a cabo anualmente en Manos Unidas. “Allí visitamos varias fundaciones de la sierra andina”, declara, “y hay una pobreza extrema, no puedo decir mucho más, nos queda mucho trabajo por delante”. La Fundación Kawsayta lucha por mejorar las condiciones de salud y nutrición de las comunidades indígenas; y la Fundación Maquita apuesta por los pequeños productores apoyándoles en su comercialización y producción: “Se trata de devolver las tierras a los indígenas para que ellos mismos puedan seguir adelante”.

El equipo de Manos Unidas, durante su visita en octubre de 2018 a una obra social de la entidad en Ecuador.

En la costa, vieron el trabajo que realizan con las Hermanas Misioneras Dominicas del Rosario para ayudar a mujeres, niños y jóvenes de un barrio marginal y también pudieron ver el impulso al desarrollo gracias a su Centro de Promoción Rural y las 23 viviendas que construyó Manos Unidas para las familias que sufrieron el terremoto de 2016.

“Hay que seguir promoviendo las campañas”, afirma la delegada Pilar Cervigón. “En Zaragoza el año pasado se llevaron a cabo veinte proyectos”. En ellos se recaudaron casi 1.200.000 euros, pero lo importante es que se destinaron para la ayuda de casi 800.000 personas, “esa es la cifra que nos importa, nuestro principal objetivo”.