Luis Sierra, de la facultad de Comunicación al Seminario de Zaragoza

El 21 de mayo, Solemnidad de la Ascensión del Señor, se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales bajo el lema ‘Hablar con el corazón, en la verdad y en el amor’. Por ello, hablamos con Luis Sierra, quien durante su etapa universitaria en Periodismo vio definitivamente su llamada al sacerdocio. Nadie mejor que él para hablarnos de la vocación al Periodismo orientada a comunicar la Buena Nueva.

Luis Sierra, en el centro, se forma en el Seminario metropolitano de Zaragoza.

¿Cómo y porqué surgió en ti la vocación al Periodismo?

La verdad es que la comunicación siempre me ha apasionado. Teniendo unos diez años, fui con mi tío Joaquín a cosechar en La Almolda, mi pueblo. Allí, subido a una cosechadora, descubrí un aparato de radioaficionado. Me apasionó la idea de poder comunicarme con alguien que nunca había visto, en la distancia. Hoy, de la mano de internet y la globalización, quizá lo vemos como algo cotidiano, pero entonces aún no era tan frecuente. Descubrí la radio FM también, y no tardé en crear mi propio contenido sobre noticias y otros asuntos de actualidad. Ha sido todo un camino de maduración pero sigo enamorado de contar historias.

¿Qué es lo que más te enamoró de la carrera y de su práctica?

Yo creo que la propia búsqueda de la verdad. Durante la adolescencia, reflexionaba a menudo sobre ella con mi familia y mis amigos. Esa es la razón de que en Secundaria ya tuviera como fondo de pantalla el logo de mi facultad, puesto que estudiaba con el objetivo de poder ir a Navarra de la mano de la Beca Alumni. Dios mediante, así fue. Ahora bien, una vez descubrí el Periodismo desde dentro, me enamoré todavía más. Y acompañado por personas como el sacerdote de nuestra diócesis José Antonio Calvo, con quien hice prácticas desde el comienzo de mis estudios, terminé cayendo en la cuenta de que podía pasar de «contar las noticias» a «anunciar la Buena Noticia», la mejor de todas.

En uno de sus mensajes para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el papa anima a salir de lo ya conocido y de atreverse a contar las noticias desde otras perspectivas, desde donde nadie está, ¿de qué manera intentas seguir tú este apunte del papa?

Aprendiendo a «dar las noticias», descubrí otra perspectiva acerca de lo que la «Mejor Noticia» podía transformar mi vida. El barruntar la vocación al sacerdocio en medio de la realización de Periodismo me parece un regalo: el Jefe me invitó a «contar la noticia desde» dentro, como decía el Papa. Desde la perspectiva del que ES la Buena Noticia, y lo es en medio del mundo. En mi caso, para la tierra de la Archidiócesis de Zaragoza.

¿En qué momento surge tu vocación al sacerdocio?

De un modo u otro, es algo que he visto desde hace muchos años. Acompañado por sacerdotes excelentes y por una familia que ha sido rostro de Cristo en mi vida, mi relación con Dios y la Virgen se intensifica mucho en el Colegio-Escolanía de Infantes del Pilar y de La Seo. Durante la adolescencia, ese momento que puede resultar difícil, sacerdotes como José González y Manuel Almor no dejaron de estar a mi lado, viéndonos casi cada semana, y me animaban a ser sacerdote. ¡Sin tapujos! ¡Se lo decían a un joven de 14 años del s. XXI y se quedaban tan anchos! A ellos y a muchos otros les estoy enormemente agradecido. 

¿Cómo viviste esa transición del Periodismo al seminario?

De un modo muy natural y bonito. Ya conocía a muchos seminaristas (Galo Oria de Rueda y yo, por ejemplo, mantenemos amistad desde los doce años, cuando coincidimos en una convivencia de las que ofrece el seminario menor), sacerdotes y laicos de nuestra diócesis, puesto que he crecido aquí. Estudiando mi tercer año de Periodismo, de la mano de nuevos amigos -como Ignacio Laguna o Daniel Granada, que me ayudó mucho y era también diocesano de Zaragoza-, D. José me animó a ponerme en contacto con Fernando Arregui, que era el rector del seminario metropolitano en ese momento. Quedamos en que entraría al terminar. Ese año entramos seis chicos, una promoción con la que también he sido bendecido.

¿Qué mensaje te gustaría transmitir a los jóvenes periodistas que acaban de salir de la Universidad?

¡No tengáis miedo! Se dice mucho, pero se practica poco. ¡Atrévete a soñar! Necesitamos rebeldes. Rebeldes con causa, enamorados de la Verdad. Pienso que un periodista está llamado a buscarla siempre. En una ocasión, coincidimos con Pedro J. Ramírez (Diario 16, El Mundo, El Español) en la facultad y le pregunté qué le aconsejaría a un joven periodista. Me respondió algo que no ha dejado de ayudarme hasta ahora: «busca la verdad, no dejes de formarte y que no te atrape el monstruo negro de la rutina». Hoy, suelo añadir cuando lo cuento que la rutina puede atraparnos cuando la vivimos sin amor. Pero, si ponemos amor en nuestros días, ¡cada uno es distinto! Y si encima aprendemos de profesionales como tú, Rocío, enamorados de la Verdad, nuestros sueños se quedarán cortos.