Pasan desapercibidos, no son los primeros a la hora de configurar las medidas de lucha contra el paro, existen pocas propuestas para el desarrollo de sus carreras profesionales y pocos piensan en su futuro y sus consecuencias.
Sin embargo, los mayores de 45 años son uno de los colectivos más castigados por el desempleo y con mayores dificultades de inserción laboral.
Según el Informe Mercado de Trabajo de los Mayores de 45 años, del Servicio Público de Empleo de 2016, a 31 de diciembre de 2015 el paro registrado en los Servicios Públicos de Empleo ascendía a 4.093.508 personas de las cuales 1.899.167 son mayores de 45 años, lo que supone el 46,39% del total de parados nacionales. Los parados de larga duración suponen el 43,88% en todas las edades, sin embargo dentro del colectivo el porcentaje se eleva hasta el 59,58%.
Según el IX informe de ADECO, publicado el 12 de junio de 2017, a partir de los 55 años las oportunidades laborales se tornan casi nulas. El 61 % de los desempleados de esta edad no ha sido llamado, según este informe, para una entrevista de trabajo. También a más edad, el paro de larga duración es mayor, ya que el 74 % de los desempleados mayores de 55 años es parado de larga duración.
Otro informe de UGT, publicado en febrero de 2017, ha puesto el foco sobre este colectivo. Según este estudio, las personas mayores de 55 años se han visto obligadas a aceptar empleos de baja calidad, mal pagados, temporales y parciales. Por ejemplo, la tasa de parcialidad, en 2016, en los mayores de 55 años era notablemente superior a la de 2007.
Sobre todo, este informe destaca cómo el volumen de desempleados en este tramo de edad, se ha incrementado notablemente. Desde 2007 ha crecido un 322 %, pasando de 137.500 parados de esa edad, a 580.130. Mientras que el crecimiento en el resto de personas desempleadas ha sido menor. La tasa de desempleo de las personas con más de 55 años se ha multiplicado por tres desde 2007, pasando de un 5,7% a cerca del 16,4% en 2016.
La mayoría de las políticas de empleo van destinadas a los parados entre 16 y 30 años. Sin embargo, la alta tasa de parados de larga duración entre los desempleados mayores de 45 años está indicando que su desajuste con la demanda del actual mercado laboral requiere medidas específicas para este colectivo que impliquen también directamente al tejido empresarial.
Los parados mayores de 45 años son uno de los colectivos que engrosan las cifras del paro estructural que lastra la realidad del desempleo y la inserción laboral en España.
Normalmente son personas que todavía tienen responsabilidades familiares e hijos a su cargo, lo cual les sitúa en condiciones de mayor vulnerabilidad. Por otro lado, el desempleo prolongado les aboca a situaciones de pobreza sobrevenida. Pero además, lo más grave es que, si no se promueven medidas de inserción laboral para estas personas, su único futuro será la pobreza y la precariedad, incluso más allá de su vida laboral, ya que al no haber cotizado lo suficiente sus pensiones serán mínimas, cuando no insuficientes para satisfacer sus necesidades como personas mayores.
Por más que los trabajadores mayores de 55 años e incluso de los mayores de 45 hayan superado el ecuador de sus carreras profesionales, no pueden caer en el olvido.
El Papa Francisco es particularmente insistente en la importancia del trabajo digno en la lucha contra la pobreza, siendo ésta una de las principales preocupaciones de su pontificado, manifestada de manera tan expresiva en esta frase: “¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!”. Y reiteradamente viene priorizando la atención evangélica en las periferias, entre quienes sufren “la cultura del descarte”. Así, bien podríamos considerar, en este caso, a los parados mayores de 45 años como los descartados del mercado laboral actual y, por lo tanto, priorizarlos en las estrategias de inserción laboral actuales.