¿Es fácil vivir el tiempo de ocio? Si atendemos a los planes de diversión y entretenimiento existentes en el siglo XXI, podríamos decir que resulta más sencillo que nunca. Desde la oferta que brinda la industria audiovisual, con series y contenidos a demanda las 24 horas del día, hasta las estancias con “todo incluido” en hoteles paradisiacos al alcance de cada vez más bolsillos. Sin embargo, como alerta el papa Francisco, el ser humano “nunca ha experimentado tanto vacío como hoy”.

En su primera audiencia general del mes de septiembre, durante una catequesis sobre el tercer mandamiento, el Santo Padre puso el foco en los problemas derivados de una vida que no tiene el centro de gravedad en la actividad y en el compromiso, sino en la evasión: “Ganar para divertirse, satisfacerse. La imagen-modelo es la de una persona de éxito que puede permitirse amplios y diversos espacios de placer. Pero esta mentalidad hace resbalar hacia la insatisfacción de una existencia anestesiada por la diversión que no es descanso, sino alienación y escape de la realidad”.

El papa Francisco alerta de los riesgos de una “existencia anestesiada” y anima a encontrar “la plenitud del corazón” que regala una vida sustentada en Dios. 

En este sentido, Francisco apuntó que, sin una actitud adecuada, “los cruceros, los viajes, no te dan la plenitud de corazón. Es más, no te dan siquiera reposo”. ¿Por qué abunda la infelicidad, si existe un abanico tan amplio de posibilidades? Según el Pontífice, la publicidad presenta “el mundo ideal como un gran parque de juegos donde todos se divierten”, olvidando la importancia de encontrar espacios de recreación sanos. “Descansar de verdad no es sencillo, porque hay descanso falso y descanso verdadero”, advirtió.

En concreto, para santificar el día de descanso, el Papa habló de contemplación y agradecimiento: “Es el momento de la alabanza, no de la evasión. Es el tiempo para mirar la realidad y decir: ¡qué bonita es la vida! Para nosotros cristianos, el centro del día del Señor, el domingo, es la eucaristía, que significa «acción de gracias». Y el día para decir a Dios: gracias Señor por la vida, por tu misericordia, por todos tus dones”.

Con esta visión, “el domingo es el día para hacer las paces con la vida, diciendo: la vida es preciosa; no es fácil, a veces es dolorosa, pero es preciosa”, subrayó Francisco, para quien es fundamental encontrar la paz interior: “El hombre necesita hacer las paces con eso de lo que huye. Es necesario reconciliarse con la propia historia, con los hechos que no se aceptan, con las partes difíciles de la propia existencia. Yo os pregunto: ¿cada uno de vosotros se ha reconciliado con la propia historia? Una pregunta para pensar: yo, ¿me he reconciliado con mi historia? La verdadera paz, de hecho, no es cambiar la propia historia sino acogerla, valorarla, así como ha ido”.

De esta forma, se hace bella la vida. “¡Cuántas veces hemos encontrado cristianos enfermos que nos han consolado con una serenidad que no se encuentra en los que gozan de la vida y en los hedonistas! Y hemos visto personas humildes y pobres regocijarse por las pequeñas gracias con una felicidad que sabía a eternidad”, argumentó el Papa, consciente de que la existencia se vuelve maravillosa cuando se abre el corazón a la providencia y se descubre lo que dice el Salmo: “En Dios solo el descanso de mi alma”.