Lectio Divina: NAVIDAD

Raúl Romero López
23 de diciembre de 2019

FIESTA DE NAVIDAD

LECTURAS

Is. 52,7-10 – Heb. 1,1-6.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

AMBIENTACIÓN

El Águila-Juan, en vuelo vertical, asciende a la cumbre más alta y alcanza La Palabra en el mismo seno del Padre. No comienza su Evangelio en prosa sino con un Himno. Lo que tiene que comunicar es tan sublime que no lo puede decir de un modo prosaico, como los otros evangelistas, sino con un himno, con la nota más alta al Verbo Encarnado. Más aún, este humilde pescador de Galilea se atreve a corregir la página más sagrada de los judíos, y decir que ese principio de Génesis no es lo primero. Hay otro anterior y más importante: el principio del Verbo en el seno eterno del Padre.

REFLEXIÓN

Un Himno al Verbo Encarnado. La Primera Comunidad Cristina no ha recibido este maravilloso mensaje de la Encarnación a base de razonamientos de los teólogos sino por experiencia, por vía de contemplación. Se ha arrodillado ante el Misterio, lo ha contemplado, lo ha gustado, lo ha agradecido y se ha entusiasmado. !Qué bonita manera de hacer teología! Y de ese gozo incontenible, de ese entusiasmo, ha surgido la urgente necesidad de comunicarlo a otros. “Creí, y por eso hablé” (2 Cor. 4,13). Antes de hablar de Dios hay que estar con Dios. En realidad, la mejor manera de hablar de Dios es narrar lo que Él hace en nosotros.

Por medio de Él se hizo todo. Sabemos que son tres las funciones de la palabra: informar, comunicar e interpelar. Cuando San Juan nos dice que “El Verbo se dirigía a Dios”, lo que nos quiere decir es que le interpelaba. Y si hay creación, si existen los colores y la luz; y la humanidad y la historia, y el amor, es porque, antes de eso Dios escucha una interpelación. Es tremendo pensar que alguien puede interpelar a Dios, solicitar, sugerir, desear. Y Dios responde a ese deseo del Verbo, desatando su generosidad, su derroche, su fantasía creadora. Así es toda la creación como un gran lenguaje de seres vivos, lenguaje orgánico, armonioso, bellísimo. La Palabra es la creadora de todo. Aquí se afirma toda la teología de las realidades humanas. Toda la creación es esplendor del Verbo.

La luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la recibió. El himno tiene dos tonos: “tono mayor”: Canto a la Encarnación, al brillar de la luz, al aparecer Dios entre los hombres. Pero también tiene “tono menor”: de queja, de lamento, por el rechazo de la luz. Condensa el drama del IV evangelio que está concebido en plan de: “oferta-rechazo” y “oferta-aceptación”. Dios se buscó un Pueblo y le dio unos mandamientos para que los hombres aprendieran a vivir como hombres y no como bestias. Pero esas sabias normas no las practicaron. Entonces, en un exceso de generosidad, Dios vino en persona. ¿Y qué ocurrió? “Vino a su casa, a los suyos, y no lo recibieron” Pero hubo otros que le dijeron que sí, y estos descubrieron la vida en plenitud. Esta maravillosa experiencia la refleja el propio evangelista al decirnos: “Gracia sobre gracia”. Esto significa gracia en cadena, una gracia que nos prepara para otra superior. La vida con Jesús ha sido “sorpresa tras sorpresa; asombro tras asombro, gozada tras gozada”.

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Tal vez el verso más importante de toda la Biblia. La palabra griega “sarx” indica “carne”, debilidad”, “fragilidad”. Dios aparece no sólo como hombre, sino como hombre en un abismo de rebajamiento. Todo esto era un escándalo. ¿Cómo salir de este escándalo? De nuevo el evangelista hace uso de la experiencia: “Nosotros hemos visto su gloria” A través de la debilidad de la carne esa Comunidad de Juan “ha contemplado toda la Gloria de Dios”. No cabe escandalizarse de la Cruz cuando esa misma Cruz nos lleva a la exaltación, a la Resurrección, a la Glorificación.

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:

Nuestro Dios, por puro amor,

se ha encarnado en tierno «Niño

Adoramos en silencio

al «Salvador» que ha nacido.

Enamorado del hombre,

puso aquí su «domicilio».

Quiere vivir con nosotros

en un amoroso idilio.

Por cuna tiene unas pajas

y pañales por vestido.

¡El Mesías, el Señor,

en un pesebre escondido!

Es un «Niño» desarmado,

sin rencor, sin enemigos.

Él viene a ser nuestro hermano

y quiere ser nuestro amigo.

Detesta la prepotencia

de poderosos y ricos.

Su poder es la ternura,

servir a todos su oficio.

Quienes contemplan su rostro

con viva fe, con cariño,

se vuelven limpios, pacíficos,

puros, humildes, sencillos.

Divino Niño Jesús,

al comulgar hoy contigo,

ven a nacer en nosotros

en carne de pan y vino.

(José Pérez Benedí)

PREGUNTAS.

1.- Alguna vez en la vida me he sentido “asombrado” por la grandeza de Dios? ¿Y no me asombra ser a Dios en la carne débil y frágil de este Niño?

2.- ¿Toda la creación está llena de “semillas del Verbo” ¿Sé descubrir a Dios en la Naturaleza?

3.- Este rebajamiento por parte de Dios, ¿me lleva a ser más humilde? Con un Dios que se hace tan pequeño ¿me atreveré a ser grande? ¿Dónde queda el orgullo, la soberbia, la vanidad?

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