«Levántate ahí en medio»
1.- Oración introductoria.
Señor, te pido que me llenes de tu Santo Espíritu, abierto y generoso, para liberarme de un espíritu ruin y cicatero; un espíritu que pone el cumplimiento de la ley por encima de la persona. Dame el Espíritu de Pentecostés, abierto a todos los pueblos y culturas. Que todos hablemos el mismo lenguaje que entiende todo el mundo: el lenguaje del amor.
2.- Lectura reposada del evangelio: Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, entró Jesús en una sinagoga y había un hombre que tenía la mano paralizada. Los fariseos estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle.
3.- Lo que dice el texto.
Meditación-Reflexión.
Dos preguntas bien distintas: Una la de los fariseos: ¿Se puede curar en sábado? A los fariseos sólo les interesa el sábado, el cumplimiento de la ley, la observancia. El hombre, la persona humana, no les interesa. La otra pregunta es la de Jesús: ¿Se puede hacer el bien y salvar una vida en sábado? A Jesús le interesa la persona que sufre, la persona que no puede vivir la vida en plenitud. Es como si dijera: las cosas no son buenas por estar mandadas ni malas por estar prohibidas; al contrario están mandadas porque son buenas y están prohibidas porque son malas. Por eso dice al hombre de la mano seca: “Extiende tu mano”. No andes con la mano encogida, paralizada. Estás reduciendo tus posibilidades. Recobra la libertad de tu mano. A Jesús la postura de los fariseos le produce tristeza porque recortan la vida, no dejan que la gente sea libre, no les dejan gozar de la libertad que Dios les ha concedido.
Palabra del Papa.
En este paso del evangelio encontramos también otro pecado, cuando vemos que Jesús es criticado porque realizó una curación siendo día sábado. Es el pecado del formalismo. Cristianos que no dejan lugar a la gracia de Dios. Y a la vida cristiana, la vida de esta gente, es tener todos los documentos en regla, todos los certificados. Los cristianos hipócritas, como éstos, solo se interesan por las formalidades. ¿Era sábado? Entonces no se pueden hacer milagros, la gracia de Dios no puede operar el sábado. Entonces le cierran la puerta a la gracia de Dios. Para ellos cuentan solamente las formalidades. No se puede, es la palabra que tienen más a mano. A gente así la encontramos también nosotros. Tantas veces tuvimos apatía o fuimos hipócritas como los fariseos. Son tentaciones que vienen y que debemos conocerlas para defendernos. (Cf. S.S. Francisco, 1 de abril de 2014, homilía en Santa Marta).
4.- Qué me dice a mí este texto una vez que lo he meditado. (Guardo silencio)
5.-Propósito: En este día voy a fijarme en las personas con las que me voy a encontrar. Son lo más importante para mí. Son hijos e hijas de Dios.
6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Padre mío, ¡que nunca me canse de hacer el bien! No he venido a este mundo para cumplir normas ni preceptos que vayan en detrimento de las personas. Dame la gracia de amarlas. Que llegue a esta conclusión: Hacer daño a las personas es la mejor manera de saber que estaba equivocado. Ojalá, Señor, que el único error del que me arrepienta en la vida sea el de no haber amado suficientemente a las personas.
PDF: 22 DE ENERO