Lectio Divina: 2 de septiembre de 2022

“Los discípulos de Juan ayunan… Los tuyos, comen y beben”

1.- Oración introductoria.

Señor, me encanta esta manera que tienes de relacionarnos con Dios. Siempre nos habían dicho que el camino para ir a Dios era el del sacrificio, el de la tristeza, el del ayuno, el de las penitencias. Pero Tú, rompes con todo eso y nos dices que el camino para ir a Dios es el camino del amor. Y el amor es gozo, plenitud, realización, libertad. Gracias, Señor, por esta manera tan positiva, tan fascinante, tan cautivadora que tienes para hablarnos de Dios y de su Reino.

2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 5, 33-39

En aquel tiempo los escribas y fariseos le dijeron a Jesús: Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y recitan oraciones, igual que los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben. Jesús les dijo: ¿Podéis acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán en aquellos días. Les dijo también una parábola: Nadie rompe un vestido nuevo para echar un remiendo a uno viejo; de otro modo, desgarraría el nuevo, y al viejo no le iría el remiendo del nuevo. Nadie echa tampoco vino nuevo en odres viejos; de otro modo, el vino nuevo reventaría los pellejos, el vino se derramaría, y los odres se echarían a perder; sino que el vino nuevo debe echarse en odres nuevos. Nadie, después de beber el vino añejo, quiere del nuevo porque dice: El añejo es el bueno.


3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

La respuesta de Jesús a aquellos fariseos es realmente “sorprendente”. Les viene a decir: Mientras que yo “soy el novio de esta fiesta” no cabe ayunar ni estar tristes. Lo cual significa que Jesús es la fiesta de esta vida. El que está con Jesús no puede estar triste. La tristeza sólo viene cuando Él se va. A los cristianos no nos han enseñado a disfrutar de la vida con Jesús. Jesús ha venido “para que tengamos vida y ésta en abundancia” (Juan 10,10). En este mundo nos acostumbramos a tener vida, a vivir sin grandes pretensiones, a no pedirle demasiado a la vida; pero con Jesús podemos soñar con una vida plena, libre de todo lo que nos estorba, de todo lo que nos ata, de manera que nuestro corazón se quede libre para amar. Los fariseos estaban atados a la ley, a las costumbres, a las tradiciones. Con Jesús llega lo nuevo, el vino nuevo que rompe los odres ya viejos y agrietados del pueblo judío. Vivir con Jesús es como “respirar el aire fresco y puro de la montaña”.

Palabra del Papa

“La libertad cristiana está en la docilidad a la Palabra de Dios. Debemos estar siempre preparados a acoger la «novedad» del Evangelio y las «sorpresas de Dios». La Palabra de Dios, que es viva y eficaz, discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón. Y para acoger verdaderamente la Palabra de Dios, hay que tener una actitud de «docilidad». La Palabra de Dios es viva y por eso viene y dice lo que quiere decir: no lo que yo espero que diga o lo que me gustaría que dijera. Es una Palabra libre y también una sorpresa porque nuestro Dios es un Dios de las sorpresas. La libertad cristiana y la obediencia cristiana son docilidad a la Palabra de Dios”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de enero de 2014, en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Guardo silencio)

5.- Propósito: Vivir este día con un tono alegre y festivo.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy he aprendido que Tú has venido a vivir con nosotros para cambiar las cosas, para no dejar todo como estaba. Y una de las cosas que has venido a cambiar es nuestra capacidad de disfrutar, de divertirnos, de pasarlo bien, por el hecho de estar contigo. Y el camino para esa felicidad no es otro sino el del amor, el mismo que Tú nos has marcado. Mientras Tú estás con nosotros, no cabe ni la tristeza, ni la soledad, ni la angustia. Tú eres la sal, la gracia, la alegría de la vida.

ORACIÓN POR LA PAZ

Señor Jesús, ten piedad de nosotros y concédenos la paz y la unidad, no permitas que nos soltemos de tus manos y danos un corazón capaz de amar como tú nos amas. María Madre nuestra, auxílianos en estas difíciles horas de la tribulación, se nuestra fuerza y consuelo. Cúbrenos con tu manto y que la sangre de tu bendito Hijo nos proteja de todo mal.

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