“Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro”
1.-Oración introductoria.
Hoy, Señor, vengo a Ti para que seas Tú el que me enseñes a rezar. Porque no se trata de rezar, sino de rezar bien, tal y como Tú nos enseñaste. Esto de la oración es tan antiguo como el mundo: rezan los paganos, rezan los judíos, pero tú, Señor, tienes un modo distinto de rezar que yo quiero aprender de ti. Maestro bueno, enséñame a orar como Tú orabas cuando te dirigías al Padre.
2.- Leo despacio la palabra del evangelio. Mateo 6, 7-15
Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
3.- Qué dice el texto
Meditación-Reflexión
El buen amigo quiere lo mejor para su amigo. Jesús nos ha dicho que somos sus amigos. Y ha puesto la esencia de su amistad en no tener secretos con nosotros: “Sois mis amigos porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn. 15,15). Y uno de los secretos más preciosos que nos ha revelado ha sido “su modo de orar”. Sabemos que los judíos, en tiempo de Jesús, no podían pronunciar, por respeto, el nombre propio de Dios: YAVÉ. Sólo el Sumo Sacerdote, una vez al año, en el día de la Expiación (el YOM KIPPUR) en voz baja y entre una nube de incienso decía “Yavé”. Y viene Jesús y se dirige a Dios no llamándole Yavé, sino Abbá-Papá. Jesús habla con Dios con el encanto, el cariño y la confianza que un niño habla con su papá. Esto es algo tan grande y asombroso que cambia radicalmente nuestra relación con Dios. Se acabó la religión de la lejanía y el miedo. Ha estallado la religión del cariño, la ternura, la sencillez y la abrasadora cercanía de Dios. Dios es mi Papá. ¿No es como para volverse loco de emoción?
Palabra del Papa
Nuestra oración es muy a menudo, una petición de ayuda en momentos de necesidad. Y esto es normal para el hombre porque necesitamos ayuda, necesitamos de los demás, necesitamos de Dios. Así es que para nosotros es normal pedirle algo a Dios, buscar su ayuda; y debemos tener en cuenta que la oración que el Señor nos enseñó: el «Padre nuestro» es una oración de petición, y con esta oración el Señor nos enseña la importancia de nuestra oración, limpia y purifica nuestros deseos, y de este modo limpia y purifica nuestro corazón. Así es que, si de por sí es algo normal que en la oración pidamos alguna cosa, no debería ser siempre así.
Hay también ocasión para dar gracias, y si estamos atentos, veremos que recibimos de Dios tantas cosas buenas: es tan bueno con nosotros que conviene, es necesario darle gracias. Y esta debe ser también una oración de alabanza: si nuestro corazón está abierto, a pesar de todos los problemas, apreciamos también la belleza de su creación, la bondad que nos muestra en su creación. (Benedicto XVI, 20 de junio de 2012).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)
5.-Propósito: Rezar hoy la oración del Padre Nuestro como si fuera la primera vez que lo hago.
6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra y ahora yo le respondo con mi oración
Hoy, Señor, quiero acabar mi oración dándote inmensas gracias por habernos enseñado a orar. Gracias porque nos has dado, como un inmenso regalo, tu propia oración. Te pido que rece esta maravillosa oración sin prisas, sin rutina, sabiendo y saboreando cada una de las palabras y que, de vez en cuando, me pase como a Santa Teresa que no podía pasar de la primera palabra.
PDF: 12 DE MARZO