¿Cómo están nuestras familias? ¿Qué les preocupa? ¿En qué podemos ayudarles? Vamos a indagar en la realidad de esta institución básica de la sociedad para impulsar, desde abajo, una renovada pastoral familiar. En este curso, la Diócesis de Barbastro-Monzón retoma, con muchas ganas y enorme ilusión, pero también con realismo y humildad, la delegación de Pastoral Familiar. Será posible gracias al apoyo cualificado de Sayuri Alfaro, hermana de santa Ana en Monzón, y de Chema Ferrer, consiliario para esta delegación. Ellos encabezan un proceso participativo y constructivo, que se inicia con la consulta a todos los sacerdotes para conocer cuál es la situación real que viven muchas familias en el entorno que ellos conocen, qué retos vislumbran y qué familias podrían estar ilusionadas en colaborar para que Barbastro-Monzón sea, efectivamente, una familia de familias.

Alfaro y Ferrer contactarán personalmente con las familias interesadas para preguntarles qué echan de menos en nuestras comunidades cristianas para poder crecer humana y espiritualmente como pareja y como familia, y qué servicios concretos les podríamos ofrecer a ellos y a sus hijos. El objetivo es que al terminar este curso, marcado por la pandemia, se pudiera celebrar en Bruis un encuentro con estas familias y establecer un equipo de trabajo conjunto. Entre todos elegirían un matrimonio coordinador, los delegados, que trabajarán en equipo, en cada arciprestazgo, para impulsar la pastoral familiar en su propia parroquia.

LAS FAMILIAS EN ESPAÑA

En España hay alrededor de 18,4 millones de hogares, 7 millones más que hace apenas 15 años, y con un perfil muy diferente. Para empezar, los hogares de hoy son más pequeños: uno de cada cuatro es unipersonal y, de ellos, cuatro de cada diez lo forman personas solas, mayores de 65 años. Las causas son múltiples y las repasa el informe del Instituto de Política Familiar de España de 2019, en el XXV aniversario del Año Internacional de la Familia.

La caída de la nupcialidad y la baja natalidad, el envejecimiento de la población o el aumento de las rupturas familiares ponen en jaque a la célula básica de nuestra sociedad: la familia. Y la pandemia no ha hecho sino agravar los problemas socioeconómicos preexistentes, como la falta de leyes y planes de apoyo para esta institución, sobre los que Cáritas Diocesana viene alertando repetidamente.