Hay algo peor que la muerte: vivir sin el Dios de la Vida

SALMO 77

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2 Alzo mi voz a Dios gritando, alzo mi voz a Dios para que me oiga.

3 En mi angustia te busco, Señor mío,

de noche extiendo las manos sin descanso, y mi alma rehúsa el consuelo.

4 Cuando me acuerdo de Dios, gimo, y meditando me siento desfallecer.

5 Sujetas los párpados de mis ojos, y la agitación no me deja hablar.

6 Repaso los días antiguos, recuerdo los años remotos;

7 de noche lo pienso en mis adentros, y meditándolo me pregunto:

8 ¿Es que el Señor nos rechaza para siempre y ya no volverá a favorecernos?

9 ¿Se ha agotado ya su misericordia,

se ha terminado para siempre su promesa?

10 ¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas?

11 Y me digo: – ¡Qué pena la mía! ¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!

12 Recuerdo las proezas del Señor, sí, recuerdo tus antiguos portentos,

13 medito todas tus obras y considero tus hazañas.

14 Dios mío, tus caminos son santos:

¿qué dios es grande como nuestro Dios?

15 Tú, oh Dios, haciendo maravillas mostraste tu poder a los pueblos;

16 con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José.

17 Te vio el mar, oh Dios te vio el mar y tembló, las olas se estremecieron.

18 Las nubes descargaban sus aguas, retumbaban los nubarrones,

tus saetas zigzagueaban;

19. rodaba el estruendo de tu trueno,

Los relámpagos deslumbraban el orbe, La tierra tembló estremecida:

20 tú te abriste camino entre las aguas, un vado por las aguas caudalosas,

y no quedaba rastro de tus huellas;

21 mientras guiabas a tu pueblo como un rebaño,

Por la mano de Moisés y de Aarón.

INTRODUCCIÓN

En un momento de extrema aflicción para Israel, el salmista se interroga angustiosamente sobre la desconcertante actitud del Señor que parece haber rechazado para siempre a su pueblo. A pesar de sus esfuerzos no alcanza a comprender los misteriosos caminos de Dios, y sus preguntas quedan sin respuesta.  Aunque se trata de una súplica individual, en el salmista está simbolizado todo el pueblo. El rechazo del pueblo es lo que aflige duramente al que ora.  El amor es la única característica que aparece como esencial en Dios en todos los tiempos; pero ahora parece que Dios no actúa como le es propio. Parece que Dios ha olvidado su rasgo característico.  Sin embargo, ¡aún hay esperanza! Dios ha actuado en el pasado sin dejar huellas. Así el salmista tiene razones para esperar que está actuando de forma invisible en la actual situación.

REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN AL MENSAJE ESENCIAL DEL SALMO

Momentos difíciles: Gritos, angustia, manos extendidas sin descanso. (v. 2-3).

El salmista grita desesperadamente con su voz. El grito pretende salvar la inmensa distancia de la lejanía de Dios. La noche se vuelve símbolo de la angustia interna sin luz, de la búsqueda inútil de Dios.

El orante no controla las manos. Las tiende hacia él como si le buscara a tientas… “La noche es imagen del período en que la nación estuvo sumida en la noche durante el destierro (A. Cohen).

         Todo su ser experimenta una atracción tan fuerte hacia Dios que no sería capaz de encontrar, fuera de él, el equilibrio y la paz. No hay criatura en la tierra que pueda sustituir la desolación producida por la ausencia y separación de Dios. El salmista está en la oscuridad, en la noche, totalmente desorientado. Y esta desorientación la está padeciendo todo el pueblo.

Hay un recuerdo del pasado que nos paraliza y nos hace daño (v. 4-5).

El recuerdo, la meditación deberían suscitar la fe y ahora le suscitan dudas. El recuerdo de Dios que debería ser para él una fuente de consuelo le hace más intenso el dolor. Precisamente ese recuerdo nostálgico de Dios lo mantiene totalmente desvelado. Hay que decir que existen dos tipos de recuerdos: uno positivo, como veremos en la segunda parte del salmo, y otro negativo, propio de esta primera parte. Quieren vivir de un pasado que les está haciendo daño. Se está convirtiendo en una postura paralizante. A este recuerdo se refiere Isaías cuando dice: “No recordéis lo de antaño. No penséis en lo antiguo” (Is 43,18). La oración auténtica tiene que abrir brecha en el muro de la desesperanza. “El corazón ya no puede vivir en paz. Se han acumulado las nubes. Pesa el escudo, como antes de la batalla. Tu hora ha llegado. ¡Reza!” (A. A. Block).

Una pregunta inquietante: ¿Es que Dios se ha olvidado de nosotros? (v. 8-10).

Esa pregunta manifiesta la trágica inquietud que produce la ausencia de Dios. ¿Es que Yavé rechaza a Israel? Eso sería la ruina total del pueblo. Este pueblo es pueblo en cuanto que es pueblo de Dios. Si este pueblo no es de Dios ha dejado de ser pueblo.

Dios es el que escogió a su pueblo. ¿Ya ha terminado la elección? ¿No hay esperanza de volver a ser pueblo de Dios? ¿Han fallado las promesas? ¿Acaso Dios puede olvidar?

El Dios entrañable, ¿ha podido olvidar su amor? ¿No va contra la misma esencia de Dios? ¿Ha agotado todas sus riquezas de piedad y de amor paternal? Estas preguntas punzan y laceran el corazón del salmista representante de todo el pueblo.

Es hermoso constatar la convicción de un pueblo que no sabe, no puede y no quiere vivir sin Dios. Es como si le faltara el aire para respirar y el suelo en donde apoyarse.

Existe un pasado que me hace daño recordar. Pero ¿no puede darse un pasado que me relance al futuro?  v. 11

Frase central del salmo. Hace de bisagra entre la primera y la segunda parte. Se plantea el contraste entre el antes y el ahora de la actuación de Dios. Antes, no eran así las cosas. La pena que siente es como si le perforaran por dentro. Sin embargo, el salmo, en esta segunda parte, va a discurrir por senderos distintos. Va a retomar el pasado no en sentido de nostalgia paralizante, sino como punto de arranque para encarar el futuro. Ese Dios que ha hecho tantas maravillas en otro tiempo nos impulsa a confiar en él. Dios es mucho más grande que todos nosotros. Dios siempre tiene futuro y lo mejor de Dios es lo que queda por decir y por hacer.

Las experiencias positivas de Dios en el pasado me hacen confiar en el futuro. (v. 12-13).

Antes era el tiempo de las grandes hazañas y maravillas de Dios. Él demostró, a la vista de todos, su poder y su fuerza en favor de su pueblo. Lo que ha sido la acción de Dios en el pasado está sintetizado en el libro de la Sabiduría:

«El Mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje convertido en vega verde; por allí pasaron en formación compacta los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos» (Sab 19,7s).

El horizonte sombrío comienza a verse iluminado en la reflexión- oración del salmista. Hay un rescoldo en la fe del israelita. No puede abandonar esa secular experiencia de Israel. La bondad y la misericordia con su pueblo es eterna. ¿Cómo iba
a cambiar el designio amoroso de Dios con su pueblo? Sería una contradicción. Tan radicalmente fuerte es el amor de Dios al hombre que no podrá arrepentirse de ello y cesar en su obra de amor. Las maravillas de Dios en la creación y en el éxodo
las tiene que continuar.  «Mirad que realizo algo nuevo: ya está brotando, ¿no lo notáis?» (Is 43,18).

El pueblo nunca puede olvidar la gran experiencia del Éxodo.  (v.17-20).  

El salmista se remonta hasta la gesta del Éxodo y la recrea con
tintes casi míticos: el mar tiembla, las nubes derraman el agua, truenos y rayos, la tierra se estremece… Dios se abre camino a través de las aguas para que su pueblo alcance la liberación.

Ni menos debe olvidar a Dios como su verdadero Pastor (v. 21).

En la última fase del poema el panorama se serena: la imagen del Dios pastor domina ahora. El pueblo, liberado y tranquilo, camina sin sobresaltos bajo la guía de los lugartenientes de Dios: Moisés y Aarón.

«Dios sigue abriendo caminos sin dejar huellas. Hay que sentirlo presente en la convulsión, en voces extrañas, en resplandores súbitos y nunca hay que petrificar sus huellas» (P. Schokel).

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

José Bortolini: “La vida de Jesús fue un continuo realizar proezas, portentos, obras y hazañas en favor de la vida y de la libertad de las personas, Reveló a un Dios que es padre y madre, cuyas entrañas se conmueven por sus hijos (Lc.15,20s). Los episodios en que camina sobre las aguas (Jn.6.15-21; Mt. 14,22-27; Mc. 6,45-52) pueden relacionarse con el paso del Mar Rojo que se describe en este salmo”. 

Ravasi: “Si Dios ya no es Dios, el hombre ya no es hombre. Esta es la gran frontera en la que se desarrolla la reflexión del salmo. Para el fiel de este cántico es imposible renunciar a Dios y seguir viviendo”

Parzzoli: “El salmista no se lamenta contra la muerte, sino contra la muerte de la esperanza”

A.Maillot: “Para un israelita, la memoria consiste en recordar en el presente un hecho enterrado en el pasado”.

San Jerónimo: “Aunque parezca que Dios no tiene compasión, sin embargo a él siempre le vence la misericordia”.

San Agustín: “El salmista se eleva por encima de sí mismo tomando como trampolín las obras de Dios. Se lanza para elevarse por encima de las apreciaciones. No se detiene en ninguna parte hasta arribar en Dios”.

ACTUALIZACIÓN

Este salmo nos lleva a recordar una situación triste y dolorosa. Tan dolorosa como la que nosotros estamos viviendo con la pandemia. Pero hay una gran diferencia: El pueblo de Israel, por mal que le vayan las cosas, nunca abandona la fe en Dios. Este pueblo puede vivir sin pan, sin agua, sin techo… pero no puede vivir sin su Dios. Tal vez hoy más que nunca necesitemos de una purificación de nuestra fe. Y, con la ayuda de nuestro gran místico San Juan de la Cruz, podamos decir: “No has de ser como muchos ignorantes que piensan de Dios superficialmente y creen que, cuando no lo entienden o no lo gustan ni sienten, Dios está más lejos y más escondido”. Tal vez un día deberemos dar el paso de una fe que busca “los dones de Dios” a otra fe más madura que busca “Al Dios de los dones”.

PREGUNTAS

1.- ¿Qué hago cuando, sin culpa mía, siento que Dios está lejos de mí? ¿Le dejo? ¿Le sigo buscando?

2. El salmista, en tiempos de angustia y sequedad interior, recuerda los grandes acontecimientos de Dios obrados a favor de su pueblo. ¿Tiene mi comunidad experiencias fuertes de Dios para los momentos de crisis? ¿Sabe reactualizarlas?

3. Hay mucha gente que apoya su fe en visiones, apariciones o fenómenos extraordinarios. ¿Sé ayudar a estas personas desde mi experiencia de fe madura y adulta?

ORACIÓN

“¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad?”

Señor, a veces, la vida se hace dura, demasiado dura para mucha gente. Su peso los aplasta. Están al borde de la desesperación y se dicen: ¿vale la pena vivir así? ¿No es esta vida una premonición de la muerte? Entonces se hace difícil rezar. Muchas personas dudan hasta de tu bondad. ¿Qué hacer en esos momentos? Y tú nos dices: Tomad la Biblia en la mano, escuchad a mis profetas: “¿Acaso una madre puede olvidarse del niño pequeño que lleva en sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no me olvidaría de ti” (Is 49,15). Gracias, Señor, porque nos has dejado el don de tu palabra. Ella nos serena, nos da paz, nos invita a caminar y a fiarnos de ti.

“Recuerdo tus antiguos portentos”

Sí, quiero recordar tantos favores y beneficios que me has hecho a lo largo de mi vida. Era un niño y me rodeaste del cariño de mis padres. Fui joven y tú, oh Cristo, llenabas mi corazón de alegría y de ilusiones. Me lanzabas hacia nuevos horizontes. Eras mi líder, mi jefe, también mi amigo. En mi vida adulta, tú me das madurez, serenidad, plenitud. Ahora que ya soy viejo tú eres mi apoyo. Y así, apoyado en ti, buen pastor, pasaré “por la cañada oscura de la muerte”. Gracias, Señor, porque mi vida ha sido una bonita historia de amor.

“Tú te abriste camino por las aguas”

Las aguas de las que habla el salmista no son las aguas serenas y tranquilas de las que habla idílicamente el salmo 23. Son aguas mortíferas que arrastran carros, caballos y jinetes del faraón de Egipto. Pero tú tienes dominio sobre el mar. Sabías caminar tranquilo sobre el lago embravecido de Galilea y te abrías camino por el Mar Rojo. Para ti no hay mar que se resista.

Yo quiero estar siempre contigo y no tener nunca miedo a navegar por el mar de este mundo. Tú siempre abres caminos nuevos. Contigo uno nunca se aburre ni envejece; nunca se cansa ni desmaya. En ti está el estreno, la sorpresa, la novedad, la juventud, la vida. ¡Gracias Señor!

ORACIÓN PARA EL TIEMPO DE PANDEMIA.

Dios todopoderoso y eterno, refugio
en toda clase de peligro, a quien nos
dirigimos en nuestra angustia; te
pedimos con fe que mires
compasivamente nuestra aflicción,
concede descanso eterno a los que
han muerto por la pandemia del
«corona-virus», consuela a los que
lloran, sana a los enfermos, da paz a
los moribundos, fuerza a los
trabajadores sanitarios, sabiduría a
nuestros gobernantes y valentía para
llegar a todos con amor, glorificando
juntos tu santo nombre. Por JNS.
Amén.