“Es un reto poner la mirada en lo eterno y ser consciente de la realidad que me rodea”

Iglesia en Aragón
2 de febrero de 2018

El 2 de febrero, fiesta litúrgica de la Presentación del Señor, se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. “La vida Consagrada, encuentro con el Amor de Dios” es el  lema de esta Jornada que se presenta como una “nueva ocasión de entrar en lo íntimo de uno mismo, para ver qué es lo esencial, lo más importante para nosotros, y qué nos está distrayendo del amor y por tanto nos impide ser felices”.

“Estar en el mundo sin ser del mundo, para ser sal y levadura que, sin ser vista, va obrando para la edificación del Reino”.

La Conferencia Episcopal Española ha preparado un material para vivir en comunión esta jornada. En el folleto preparado por la comisión episcopal para la Vida Cosagrada se incluye un mensaje de los obispos responsables de este campo, así como diferentes testimonios de vidas consagradas.

Es el caso de Ana Cristina Ocaña Argudo, miembro del Instituto Secular Servi Trinitatis, que ha ofrecido desde las páginas de ese folleto el siguiente testimonio:

“El reconocimiento de los institutos seculares fue un acto revolucionario para la Iglesia. En el año 2017 hemos celebrado el 70 aniversario de la constitución apostólica Provida Mater Ecclesia, en la que Pío XII aprobaba esta nueva forma de vida y consagración dentro de la Iglesia.

Aun hoy en día sigue siendo en gran parte desconocida. Pero eso no impide que sea una vocación novedosa y apasionante, pues a esto estamos llamados los miembros de institutos seculares: a vivir en medio del mundo con pasión por Dios y pasión por los hombres.

Es una vocación de síntesis entre secularidad y consagración, que nos hace vivir en constante tensión, atentos a los signos de los tiempos, para vivir completamente entregados a Dios en las realidades temporales de una vida ordinaria.

Esta es la atención constante: estar en el mundo sin ser del mundo, para ser sal y levadura que, sin ser vista, va obrando para la edificación del Reino. Pero esta tensión, siempre en una fidelidad creativa a esta vocación.

Ahora, mi vida está inserta en este momento concreto, en esta vocación dentro de un mundo en constante cambio, pero en un esfuerzo constante por vivir y recrear la entrega total a Dios en el trabajo ordinario, en la vida social y apostólica. Una labor difícil, pero muy hermosa a la vez. Siempre un reto, por tener puesta la mirada en lo eterno y a la vez plenamente consciente de la realidad humana que me rodea, con tanto bueno para aprovechar junto a tantas heridas de hombres y mujeres, que muchas veces, sin saberlo, están sedientos de Dios.

Cuando me comencé a plantear una vida entregada a Dios, me daba cuenta de que, a la vez, Dios mismo me pedía poder seguir trabajando en una vida de testimonio comprometido en la vida ordinaria. Sentía que así era la llamada.

Y fue a través de otros jóvenes en un movimiento de apostolado seglar en el que conocí esta realidad de la secularidad consagrada, y que poco a poco fue encendiendo ese fuego en mi corazón: poder ser plenamente consagrada y plenamente seglar, aunar ambas realidades en una misma vocación.

Ahora, siendo miembro de un instituto secular, con todos los retos que se plantean en la vida diaria para continuar siendo fiel, en respuesta e imitación al misterio de la Encarnación, doy gracias a Dios por esos mismos retos que no dejan de ser una provocación constante a un mayor amor y servicio a la Santísima Trinidad y a la humanidad.

Desde mi ocupación profesional en el mundo del diseño, redes sociales, desarrollo web, que en otras tantas ocasiones también se convierte en apostolado; desde ese nuevo areópago que es internet puedo trabajar y dar a conocer en numerosas ocasiones la verdad del Evangelio, o incluso en otros momentos, con la estética y la búsqueda de la belleza, poder aportar esperanza y elevar la mirada de la humanidad a la búsqueda de algo superior, que siempre será Jesucristo; y desde dentro de ese mismo mundo, a la misma velocidad de los avances que día a día configuran nuestra sociedad, siempre en constante cambio, con fidelidad creativa a este carisma de la secularidad consagrada”.

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