El que ama mucho a una persona, sólo teme una cosa: el dejar de amarla, el miedo a perderla. Así debe ser nuestro miedo a Dios

Raúl Romero López
25 de enero de 2021

Salmo 111

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1 ¡Aleluya!

Doy gracias al Señor de todo corazón,

en compañía de los rectos, en la asamblea.

2 Grandes son las obras del Señor,

dignas de estudio para los que las aman.

3 Esplendor y belleza son su obra,

su generosidad dura por siempre;

4 ha hecho maravillas memorables,

el Señor es piadoso y clemente:

5 él da alimento a sus fieles,

recordando siempre su alianza.

6 Mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,

dándoles la heredad de los gentiles.

7 Justicia y verdad son las obras de sus manos,

todos sus preceptos merecen confianza:

8 son estables para siempre jamás,

se han de cumplir con verdad y rectitud.

9 Envió la redención a su pueblo,

ratificó para siempre su alianza,

su nombre es sagrado y temible.

10 Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,

tienen buen juicio los que lo practican;

la alabanza del Señor dura por siempre.

INTRODUCCIÓN

Salmo alfabético: cada medio verso comienza con una letra del alfabeto. Se trata de un recurso para facilitar la memorización del salmo, aunque se corra el riesgo de encorsetarlo. En este caso concreto el autor muestra una gran destreza. “Hay que señalar la notable habilidad literaria del compositor que fue capaz de crear una oración de acción desgracias, tan claramente estructurada, a pesar de la limitación que suponía el tener que seguir el orden alfabético, y la tentación que esto llevaba consigo de escribir frases sin demasiada conexión unas con otras” (H. Schmidt). Este canto de alabanza y acción de gracias celebra la bondad de Dios puesta de manifiesto en sus obras admirables: la liberación de la esclavitud de Egipto, el don del maná y la tierra prometida; la Alianza y la institución de las fiestas conmemorativas, que hace que el pueblo pueda volver a alegrarse de estas cosas cada cierto tiempo. El salmo es un compendio de sabiduría popular. El salmista, a través de las obras de Dios, pretende llevar al israelita piadoso al agradecimiento, a la adoración, a la fidelidad. Y esto casi espontáneamente y sin esfuerzo. “Himno, agradecimiento, exhortación, sabiduría, profesión de fe en la historia de la salvación se funden en este cántico, que el poeta confía a la comunidad para que ésta haga suyas las palabras del poema y se apropie de ellas” (Ravasi).

REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN DEL MENSAJE ESENCIAL DEL SALMO

La oración es buena si la hacemos de corazón, más aún, con todo el corazón y juntos en asamblea (v. 1.)

¡Aleluya! Este salmo forma parte de los llamados salmos aleluyáticos porque todos comienzan con un aleluya. La colección abarca del 111-117

El salmista viene a dar gracias a Dios en el templo. Pero no lo hace de cualquier forma, ni con cualquier fórmula. Lo hace “de todo corazón”. Fórmula deuteronomística que hace referencia a Dt 6,5 donde se dice que el amor a Dios no admite corazones divididos. O Dios está en el centro del corazón o no está en ninguna parte. Es un buen comienzo del salmo. Todo lo que diga después será expresión y manifestación de una piedad cordial.

“En compañía de los rectos, en la asamblea”. Es una exhortación a rendir a Yavé un homenaje ardiente, vibrante, en el círculo de los hombres piadosos que se reúnen para orar, leer la ley, meditar la Escritura. Se trata de una reunión pública, abierta a todos los hermanos. El salmista no se dirige a un grupo cerrado, de aquellos que se creen buenos, capaces de comprar a Dios con sus buenas obras.

“¡Oh, las buenas gentes! Tal vez necesitamos estar todos juntos para decir al buen Dios que estamos contentos con él” (P. Claudel).

Las obras de Dios hay que mirarlas desde dentro y descubrir el amor que Dios puso en ellas (v. 2)

Las grandes obras de Yavé no son para ser estudiadas fríamente en una escuela. Son para los que las aman, las interiorizan, las experimentan con gozo, con verdadera fruición. Más que objeto de reflexión son objeto de contemplación. Hay que saberlas mirar con ojos de enamorado. Y, como dice San Juan de la Cruz, el “amor ni cansa ni se cansa”

Hay que mirar la belleza de la creación con admiración, con sorpresa, con acción de gracias (v. 3)

Una mirada a la creación nos hará descubrir la belleza y la generosidad de Dios. Miles y millones de estrellas, miles y millones de plantas, miles y millones de animales. Todos tan bellos, tan distintos. Dios no ha hecho ni dos flores iguales, ni dos pájaros iguales, ni dos personas iguales. Todo lo ha hecho para nuestro recreo, para nuestro disfrute. Lo menos que cabe esperar de una criatura racional es poder decir: ¡Gracias!

El memorial en Israel es actualización gozosa y vibrante del pasado (v. 4).

“Ha hecho maravillas memorables”. Al pie de la letra hay que traducir: Ha hecho memorial para sus milagros. El memorial hace presente hoy las maravillas del pasado. La acción de Dios permanece eternamente operante. De esta manera las obras de Dios en el pasado no están sujetas al desgaste del tiempo.

Aquel Dios que un día se apareció a Moisés como el clemente y piadoso se manifiesta cada día a cada fiel. Esas palabras no sonagua pasada, sino agua que fluye para siempre y empapa la tierraen la que yo estoy enraizado.

“Puesto que Dios se acuerda para siempre de su pacto tendrá sentido la conmemoración de Israel y no se limitará a pensamientos vacíos” (K. G. Stek).

En el memorial Dios establece el recuerdo, es decir, hace que los hombres no se olviden y permanezcan fieles al amor primero.

Un buen padre es capaz de quitarse el bocado de su boca para dárselo al hijo de su amor. Así es Dios (v. 5).

Este versículo puede referirse a los alimentos proporcionados milagrosamente en el desierto; pero también a los cuidados divinos para que el pueblo cuente siempre con alimentos. Por medio de la Alianza el pueblo convive con Dios y es Dios el que se preocupa de que al pueblo no le falte lo necesario.

San Agustín se refiere a esas obras ordinarias que Dios nos da cada día y que, por dárnoslas todos los días, apenas les hacemos aprecio. “Las obras cotidianas de Dios son sus mayores milagros. Crea infinidad de árboles en toda la tierra y nadie se admira. Un día con una palabra seca una higuera y se sobrecogen de admiración los corazones de los hombres”.

La mejor herencia que de Dios hemos recibido es nuestro ADN. “Hechos a su imagen y semejanza” (v. 6.)

Se alude aquí a la fuerza que desplegó Dios sacando al pueblo de Egipto y entregándoles la tierra de Canaán. También puede referirse a la recuperación de la tierra después del exilio.

El amor de Dios hacia nosotros se ha manifestado en que, habiendo perdido nuestra tierra, nuestra heredad por el pecado, Dios siempre nos ha dado la oportunidad de recuperarla gracias a su amor misericordioso. Y Dios nunca borra la imagen que plasmó en cada uno de nosotros.

Los preceptos del Señor no son cargas pesadas. Son caminos para nuestra felicidad (v. 7).

Todo lo que Dios hace es auténtico y justo, responde a verdad y derecho. Son el sólido fundamento de un buen orden humano. Uno que se fía plenamente de estos preceptos, opta por el camino de la rectitud y de la felicidad. Los mandamientos de Dios no son caprichos de Dios. Son pistas que nos da para acertar en la vida. Con ellos podemos realizarnos plenamente como personas, creando una sociedad justa y en paz.

Lo que nosotros hacemos es pasajero y pronto se acaba.  Lo que Dios hace permanece para siempre (v. 8)

Los mandamientos del Señor tienen garantía de perpetuidad. Nunca podrán ser derogados ni abolidos. No están hechos para una época determinada, ni para unas personas concretas. Están hechos para todas las personas de todos los tiempos.

Esto exige un cumplimiento cabal. No valen las falsificaciones ni las tergiversaciones. Han de ser cumplidos con la lealtad con que han sido concebidos por Dios.

El que ama mucho a una persona, sólo tiene un miedo: el dejar de amarla, el miedo a perderla, así debe ser el miedo a Dios (V.10)  

Con esta máxima sapiencial el salmista quiere conducir a los fieles hacia un encuentro vivo con Yavé, superando todo formalismo. El “temor de Dios” tiene el significado de obediencia gozosa a la voluntad de Dios.

No se trata de un miedo psicológico sino teológico: es el miedo de perderle, de no ser fiel, de no cumplir en todo su voluntad. Es el miedo de causarle tristeza. “El miedo que se tiene de darle tristeza a Dios es un buen comienzo para caminar con él” (P. Claudel).

El salmista quiere luchar contra el letargo y la esclerosis en las relaciones con Dios. Lo que busca es el encuentro con el Dios vivo, un Dios que da vida, que da ilusión, que aporta esperanza.

San Agustín nos explica de una manera ocurrente lo que es el temor de Dios. Hay dos tipos de miedo muy distintos. “Uno es el miedo de la mujer infiel que tiembla ante la venida del esposo, pues puede sorprenderla en una traición, y otro el miedo de la mujer fiel que tiembla de una cosa: la de no gustar suficientemente a su esposo y correr el riesgo de perderle”.

Este temor reverencial, hecho de respeto y de cariño, constituye la primicia de la sabiduría. Y aquí primicia significa la síntesis y recapitulación del buen obrar.

El salmista termina con un sueño: que la alabanza del Señor no se acabe nunca. Un hombre, profundamente religioso como el salmista, sólo puede gozar viendo a Dios contento. Él no nos habla de su vida. Sólo le interesa Dios. Que Dios sea conocido, amado, adorado, glorificado. Y esto no un día, ni los días del salmista, sino siempre.

TRASPOSICIÓN CRISTIANA

Lutero, comentario al salmo 111: Este salmo nos habla de la verdadera trasposición cristiana. El pan, antes de ser servido en la mesa, ha pasado por el horno. Las palabras de la Biblia, antes de ser enseñadas deben pasar por el “horno del amor” manifestado en Jesucristo. Sólo así nosotros podemos alimentarnos con el pan tierno y crujiente en nuestra oración y, sobre todo, lo podemos servir todavía caliente a nuestros hermanos.  Oigamos unas palabras de Lutero al comentar este salmo:” “¿Qué es un memorial? ¿Y cuáles son las maravillas de Dios que hemos de conmemorar? Públicamente debemos ensalzar, proclamar y confesar las indecibles maravillas que Dios ha hecho por nosotros por medio de Cristo… De todo nos salvó él por medio de su sangre y de su muerte: del pecado pasamos a la justicia; de la muerte a la vida; del demonio a Dios… Estas maravillas son muy diferentes a las antiguas maravillas, cuando él salvó a los hijos de Israel de Egipto… Así como no se pueden comparar el cielo y la tierra así tampoco esas maravillas de antaño pueden compararse con estas maravillas de ahora”

G. von Rad: “Técnicamente hablando, sólo se llegará a ser un perfecto conocedor de las leyes de la existencia si se toma como punto de partida un profundo conocimiento de Dios”.

ACTUALIZACIÓN

Lo peor que nos puede pasar a los cristianos es la “intemporalidad de la fe”, es decir, el situar las cosas de la fe en lo inconcreto, en la nebulosa de lo sin fecha, sin programas, sin apoyos. Esto equivale situar a Dios “fuera de nuestra historia” como si a Él no le importara absolutamente nada de los que ocurre cada día en nuestro mundo.

Esto iría contra el Misterio de la Encarnación. Dios se ha hecho “hombre” se ha metido en nuestra historia, la ha vivido, la ha sufrido, la ha hecho suya. Ha hecho suyo nuestro dolor, nuestro sufrimiento, nuestra misma muerte. Al resucitar, Dios nos ha dicho, con toda claridad, que no estaba de acuerdo con ese dolor ni con esa muerte injusta. Como no está de acuerdo con ningún dolor, ni sufrimiento.

Lo que nos está pasando con la pandemia, no es un castigo de Dios. El que así piense no tiene ni idea de Dios, pero es un momento para pensar, para caer en la cuenta de lo mal que estamos tratando “esta casa común” que Dios nos regaló para que todos pudiéramos comer, vivir en paz, y ser felices.

Dios sólo quiere una cosa: el vernos felices. Él nos ayudará a vencer el sufrimiento, el dolor, la soledad, la angustia. Pero nos ha hecho personas libres y, por encima de todo, respetará nuestra libertad.

PREGUNTAS

1.- Cuando leo la Biblia, ¿descubro la actualidad que esas palabras o esos acontecimientos del pasado tienen en mi vida concreta? ¿Me dejo interpelar?

2. El grupo cristiano al que pertenezco, ¿está abierto a otros grupos? ¿Tengo con ellos experiencias de fe? ¿He descubierto la riqueza de la fe cuando se comparte?

3. En la Biblia la fe se vive, se comparte y se celebra. ¿Qué puedo hacer para ofrecer a los alejados alguna experiencia religiosa?

ORACIÓN

“Dad gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea”

Señor, hoy quiero sintonizar con el salmista. Quiero darte gracias, de todo corazón. Bonitas palabras, pero ¡qué difíciles de cumplir!

Yo no puedo agradecer de todo corazón mientras mi corazón no sea totalmente tuyo. Y sé que hay zonas oscuras en mi corazón que no son tuyas. Y ésta es mi tragedia: vivir con un corazón partido. Y sé que eres un Dios celoso. No aceptas otros dioses dentro de mí. Quieres el corazón entero.

Yo te ruego, Señor, que al menos aceptes el deseo de ser totalmente para ti. Yo sé que sólo así podré ser plenamente feliz.

Mi oración es débil y pequeña. Por eso quiero unirla a los miembros de su asamblea. Quiero rezar con tu pueblo, con tantas personas buenas que te buscan con un corazón sincero. Y quiero unir mi voz a tantas voces que te alaban y bendicen.

“Ha hecho maravillas memorables”

Señor, tú no te conformas con hacer obras maravillosas. Te gusta quedarte ahí en esas obras con tu fuerza y tu poder. Así, al no separarte de las obras, éstas nunca se estropean, nunca se marchitan. Cuando el pueblo las recuerda, las actualiza; las revive; las recrea; las hace nuevas. Yo quiero descubrir el frescor y la fragancia de las obras de tus manos. Quiero estrenarlas cada día.

Aleja, Señor, de mi vida cristiana el cansancio, la rutina, la tibieza. Que yo sepa descubrir en ti a un Dios siempre nuevo, siempre maravilloso, siempre dispuesto a sorprenderme.

“La alabanza del Señor dura por siempre”

Estas palabras, Señor, suenan en mis oídos como una dulce melodía. Yo me siento limitado, caduco, mortal. Pero lo importante de mi vida no soy yo sino tú. Yo sé que siempre habrá una adoración y una alabanza para ti.

Dame la gracia de poder disfrutar contigo. Haz el favor de poder alegrarme con tu eterna alabanza. Y dame el gozo de saber que tú no quieres ser feliz sin compartir esa felicidad con los hombres, mis hermanos.

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