Más de medio centenar de sacerdotes diocesanos participaron en la tarde del Martes Santo en la Misa Crismal, una celebración doblemente solemne. Por un lado, por la renovación que hacen los presbíteros, con su obispo a la cabeza, de las promesas sacerdotales. Por otro, por la bendición de los Santos Óleos y la consagración del Santo Crisma, que se utilizarán en todas las parroquias cuando a lo largo del año se administren los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los enfermos.

«Dios te busca, Dios te sana y Dios te unge», repitió don Ángel para recordar el significado de óleos y crisma, en un mundo que necesita, hoy más que nunca, la auténtica «revolución de la ternura» a la que cada uno se suma desde su vocación. En su homilía, el obispo fue repasando la labor de reorganización geográfica y pastoral realizada en la diócesis estos últimos años y animó a seguir con «espíritu sinodal» e implicación de todos los bautizados.

En esta ocasión, y como novedad, la ceremonia comenzó con la procesión del presbiterio por el exterior de la Catedral, saliendo por la sacristía desde la Plaza Palacio hasta hacer su entrada por el pasillo central del templo. En el interior, fieles de los cuatro arciprestazgos, equipos laicales de las unidades pastorales, animadores, catequistas, profesores de Religión, congregaciones religiosas y movimientos participaron en las lecturas y ofrendas de la eucaristía.

MISA CRISMAL ALARDIÉS (11)