«Dilexi te», el primer gran documento del nuevo Pontífice, recoge el legado de Francisco y llama a derribar las estructuras de injusticia con la fuerza del bien
El papa León XIV ha publicado su primera exhortación apostólica, titulada Dilexi te («Te he amado»), un texto de fuerte aliento social y espiritual en el que denuncia «la economía que mata», la falta de igualdad, la violencia contra las mujeres, la desnutrición y la emergencia educativa. Con este documento, el Santo Padre continúa el trabajo iniciado por el papa Francisco pocos meses antes de su fallecimiento, subrayando la estrecha unión entre la fe y el servicio a los pobres.
«El tema de la opción preferencial por los pobres —recuerda León XIV— no indica exclusivismo, sino la acción de Dios que se compadece ante la debilidad de toda la humanidad».
En sus 121 puntos, Dilexi te retoma la urgencia de eliminar las causas estructurales de la pobreza y advierte sobre el crecimiento de las desigualdades en una economía global «donde las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, mientras la mayoría permanece lejos del bienestar».
Los migrantes, rostro visible de Cristo
El documento dedica un amplio espacio al drama de las migraciones. Acompañado por la imagen del pequeño Alan Kurdi —el niño sirio cuyo cuerpo sin vida en una playa se convirtió en símbolo del dolor migratorio—, el papa lamenta que «hechos similares se estén volviendo cada vez más irrelevantes».
«Donde el mundo ve una amenaza, la Iglesia ve hijos; donde se levantan muros, ella construye puentes», escribe el Pontífice. «El anuncio del Evangelio solo es creíble cuando se traduce en gestos de cercanía y de acogida».
León XIV hace suyos los «cuatro verbos» de Francisco —acoger, proteger, promover e integrar— y afirma que servir a los pobres «no es un gesto de arriba hacia abajo, sino un encuentro entre iguales».
Contra la indiferencia y la falsa meritocracia
El papa denuncia la «indiferencia» que todavía domina ante el sufrimiento de los más vulnerables, incluso dentro de la propia comunidad cristiana. Rechaza la idea de que la pobreza sea fruto de la falta de mérito personal y advierte contra las ideologías que justifican la exclusión.
«El ejercicio de la caridad no puede ser ridiculizado —escribe—. Es el núcleo incandescente de la misión eclesial».
Para León XIV, la limosna sigue siendo un gesto esencial del cristiano: «Siempre será mejor hacer algo que no hacer nada. No será la solución a la pobreza mundial, pero nos permitirá tocar la carne sufriente de los pobres».
Un cambio de mentalidad
En las páginas finales, el papa invita a los creyentes a hacer oír «una voz que despierte, denuncie y se exponga, aun a costa de parecer estúpidos». Llama a transformar las estructuras injustas «con la fuerza del bien», combinando conversión interior, compromiso social y el aporte de la ciencia y la técnica.
Como gesto concreto, León XIV ha pedido rezar el Rosario todos los días del mes de octubre, implorando la paz en el mundo.
«Los pobres no son un problema social, sino el corazón mismo de la Iglesia», concluye el papa. «Son de los nuestros. Nuestra relación con ellos no puede reducirse a una actividad u oficina: están en el centro de la Iglesia».