SALMO 68
2 Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian;
3 como el humo se disipa, se disipan ellos,
como se derrite la cera ante el fuego, así perecen los impíos ante Dios.
4 En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría.
5 Cantad a Dios, tocad en su honor, alfombrad el camino
del que avanza por el desierto, su nombre es el Señor:
alegraos en su presencia.
6 Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada.
7 Dios prepara a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece, sólo los rebeldes
se quedan en la tierra abrasada.
8 Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo
y avanzabas por el desierto,
9 la tierra tembló, el cielo destiló,
ante Dios, el Dios del Sinaí, ante Dios, el Dios de Israel.
10 Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
11 y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres.
12 El Señor pronuncia un oráculo, millares pregonan la alegre noticia:
13 “Los reyes, los ejércitos van huyendo, las mujeres reparten el botín.
14 Mientras reposabais en los apriscos,
las palomas batieron sus alas de plata, el oro destellaba en sus plumas.
15 Mientras el Todopoderoso dispersaba a los reyes,
la nieve bajaba sobre el Monte Umbrío”.
16 Las montañas de Basán son altísimas,
las montañas de Basán son escarpadas:
17 ¿por qué tenéis envidia, montañas escarpadas,
del monte escondido por Dios para habitar, morada perpetua del Señor?
18 Los carros de Dios son miles y miles:
Dios marcha del Sinaí al santuario.
19 Subiste a la cumbre llevando cautivos,
te dieron tributo de hombres: incluso los que se resistían
a que el Señor Dios tuviera una morada.
20 Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
21 Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.
22 Dios aplasta las cabezas de sus enemigos,
los cráneos de los malvados contumaces.
23 Dice el Señor: “Los traeré desde Basán,
los traeré desde el fondo del mar;
24 teñirás tus pies en la sangre del enemigo,
y los perros la lamerán con sus lenguas”.
25 Aparece tu cortejo, oh Dios, el cortejo de mi Dios, de mi Rey, hacia el santuario.
26 Al frente marchan los cantores,
los últimos, los tocadores de arpa,
en medio las muchachas van tocando panderos.
27 “En el bullicio de la fiesta bendecid a Dios, al Señor, estirpe de Israel”.
28 Va delante Benjamín, el más pequeño,
los príncipes de Judá con sus tropeles,
los príncipes de Zabulón, los príncipe
29 Oh Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro.
30 A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo.
31 Reprime a la Fiera del Cañaveral, al tropel de los Toros,
a los Novillos de los pueblos. Que se te rindan con lingotes de plata:
dispersa las naciones belicosas.
32 Lleguen los magnates de Egipto, Etiopía extienda sus manos a Dios.
33 Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor
34 que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos,
que lanza su voz, su voz poderosa:
35 “Reconoced el poder de Dios”.
Sobre Israel resplandece su majestad, y su poder, sobre las nubes.
36 Desde el santuario Dios impone reverencia: es el Dios de Israel
quien da fuerza y poder a su pueblo. ¡Dios sea bendito!
INTRODUCCIÓN
“Este salmo se parece, en su idea general, a una grandiosa catedral, rica en detalles y con partes en ruinas y adornos borrados… En su esplendor, todavía deslumbrante es, en efecto, el salmo más difícil del salterio, pero una de las más bellas obras del lirismo religioso” (G. Brillet). El tema general sería el siguiente: Dios se reveló en el Sinaí, y desde allí se pone en marcha delante de su pueblo conduciéndolo por el desierto hasta introducirlo en la tierra prometida, hasta llevarlo a Sión donde está su Santo Templo. Oda dedicada al Dios rey. La ambientación es de una fantástica fiesta de victoria. El rey entra en su capital escoltado por un pueblo alborozado que va al Templo a dar gracias. Escuchemos el canto como una marcha heroica, como una gloriosa epopeya que arranca a Israel de la atmósfera ordinaria de todos los días. Es el salmo ideal para procesiones hacia el Templo.
REFLEXIÓN-EXPLICACIÓN AL MENSAJE PRINCIPAL DEL SALMO
“Se levanta Dios y se dispersan los enemigos”. (V.2-4)
El punto de arranque del salmo está tomado del libro de los Números: “Cuando el arca se ponía en marcha, Moisés decía: ‘Levántate, Señor’” (Num 10, 35).
El arca era el signo de la presencia de Dios en medio del Pueblo. Cuando el pueblo se pone en marcha, es Dios quien camina con él. Es un Dios metido en la casa de los hombres, en las cosas de los hombres, en la historia de los hombres. Un Dios que ama apasionadamente al pueblo y no lo deja ni a sol ni a sombra. Esta historia es la nuestra. Y cuando Dios está metido en ella es una historia bella, rica, fecunda. Por otra parte, cuando Dios está cerca, los ídolos se alejan. Como el humo desaparece en la nada, como la cera se derrite ante la llama, asimismo los enemigos de Dios, desaparecen.
Todo lo bueno merece ser celebrado. (v.5-7).
“Cantad a Dios, tocad en su honor”… A la victoria responde un himno que se entona en la procesión por el desierto. Los justos entran en la tierra prometida. Los rebeldes se quedan en la tierra calcinada. Este es el otro éxodo, el que va de Babilonia a Jerusalén. Es Dios que, como buen padre, prepara una casa al país roto por tanta dispersión.
Algunos judíos se quedaron en Babilonia y renunciaron a su fe; otros regresaron a Palestina y reconstruyeron sus casas y su Templo. Y esto fue para ellos motivo de alabanza y acción de gracias.
- 8-9. Gran procesión del Sinaí a Sión
Es Dios quien libera a su pueblo marchando a la cabeza. Su aparición en el Sinaí hace temblar los cielos y la tierra. Por otra parte Dios manifiesta una condescendencia paternal. Al pueblo hambriento lo colma de maná o codornices; al pueblo sediento le brinda agua que mana de una roca; al pueblo menesteroso y errante le brinda patria.
El cielo destila lluvia menuda. No es el agua de aguacero o chubasco repentino que daña la tierra. Es lluvia fina y abundante que riega la tierra de cultivo. En realidad, la frase original es mucho más expresiva. Dice así: “agitas una lluvia generosa”. No es la lluvia que cae por el peso de la gravedad, sino una lluvia que desciende por el movimiento que le imprime una mano invisible y cariñosa.
Para el pueblo de Israel, todos los dones naturales son regalos ofrecidos por un Dios bueno, que cuida de su pueblo.
“Para Dios, La altura de una montaña no la da la orografía” (v. 16)
“Las montañas de Basán son altísimas”. Los habitantes de Basán creen que Dios va a elegir esas montañas por ser las más altas. Pero Yavé ha escogido para instalarse el monte Sión, de cumbre modesta. La altura de un monte o de una persona no la dan ni la orografía ni la estatura física, sino Dios. Por eso el profeta Isaías había dicho: “En los últimos tiempos quedará afirmado el monte donde se halla el templo del Señor. Será el monte más alto, más alto que cualquier otro monte” (Is 2,2).
Para un cristiano el monte más alto fue el del Calvario donde murió Jesucristo. No hay mayor altura. Nunca el amor ha escalado una cima más alta. Ese es el monte que debemos imitar nosotros si queremos dar la talla como cristianos.
“Nuestro Dios nos hace escapar de la muerte” (V.21)
El salmista bendice a Dios porque sabe estar a nuestro lado, caminar con nosotros y echarnos una mano levantando nuestras cargas de cada día. Pero, sobre todo, sabe darle gracias porque se pone en la puerta de la muerte para liberarnos y salvarnos de sus garras. Para nosotros los cristianos, el tema de la Resurrección debe ocupar el centro de nuestra vida. Todo lo bueno que nos hace en esta vida, recuperando lo que va muriendo dentro de nosotros, avivando nuestra ilusión, motivando nuestra esperanza y el gozo de vivir, es sólo un pequeño ensayo de la vida eterna que Cristo nos ha conquistado con su Resurrección.
Procesión de Acción de gracias (v. 25-32.
El pueblo se dispone a dar gracias a Dios con procesiones vibrantes y entusiastas. Allí está el coro de cantores. Un grupo de instrumentos de cuerda. Detrás las muchachas con sus panderetas y tamboriles.
Naturalmente, en esta procesión no pueden faltar las tribus. Ha elegido a las más representativas: Judá, Zabulón, Neftalí y los innumerables fieles. “Va delante Benjamín, el más pequeño”. Este detalle no puede pasar desapercibido. Dentro de esta gran procesión, el protocolo de Dios manda que el pequeño, el más insignificante, vaya el primero abriendo la procesión. Ese pequeño es el más importante a los ojos de Dios. Es lo que más tarde dirá Jesús: “Yo te bendigo, Padre, Creador del cielo y tierra porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Así te ha parecido mejor” (Mt 11, 25-26).
Desde su templo Dios despliega su poder irresistible contra sus enemigos. Él reprime hasta la Fiera del Cañaveral. Es el hipopótamo que simboliza a Egipto, esa gran potencia a orillas del río Nilo. También refrena la manada de Toros, es decir poblaciones de oriente, caracterizadas por sus rebaños. Ellos deberán declararse vasallos y venir a Sión a ofrecer sus presentes. Un día, los países más retirados simbolizados por la lejana Etiopía, vendrán a adorar a Yavé.
Ante un Dios tan grande, toda alabanza se queda pequeña (v. 33-36)
El cantor invita a todos los reyes, indicando que el Señor es el rey. Su
marcha por el desierto fue una imagen de su marcha celeste, como Señor del universo. Él está en los cielos, el área intocable, lo no tangible de la divinidad. Todo el mundo debe saber que hay un caballero de las nubes, envuelto en el manto de la transferencia, fuente de vida y salvación para el cosmos.
El Dios del universo se manifiesta de modo especial al pueblo escogido y a través de él a los demás pueblos. Y no sólo manifiesta su poder, sino que hace a su pueblo Israel partícipe de esa fuerza y poder. La conclusión que cierra el salmo amplía los horizontes del actuar divino hasta un futuro en que todos los pueblos de la tierra verán lo que sólo Israel ve hoy: que Dios es salvador de Israel y, a partir de ahí, de todo hombre.
En este salmo Dios aparece metido en la historia humana. El Dios grande y soberano que cabalga por las nubes, no se queda en las nubes, sino que baja hasta las chozas de los hombres para consolarles y salvarles. “Porque el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de Señores; él es el Dios soberano, poderoso y terrible, que no hace distinciones ni se deja comprar con regalos; que hace justicia al huérfano y a la viuda, que ama y da alimento y vestido al extranjero que vive entre vosotros” (Dtn 10,17-18).
TRASPOSICIÓN CRISTIANA
Bortolini: Notemos que, en este salmo, “se advierte una progresión (en el tema de la violencia): mientras que en la época de la conquista, los reyes salían huyendo y Dios aplastaba la cabeza de los enemigos (v.13.22) Al final del salmo se invita a los reyes de la tierra a cantar a Dios, a tocar para Él.”
“Cristo destruyó por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y libró a aquellos que por temor a la muerte pasan la vida como esclavos” (Heb. 2,14-15) Notemos que lo que aquí se dice es que Jesús no sólo nos libera de la muerte sino del miedo a morir. Este miedo nos esclaviza, y Dios nos quiere libres.
Corán: “El huérfano está unido a Dios por sangre”.
Carta de Amarna: “Si subimos al cielo, si descendemos al infierno, nuestra cabeza sigue estando en sus manos”.
Escrito egipcio a su Dios: “Eres tú el padre del huérfano; el esposo de la viuda; el hermano de la divorciada y el protector del que está sin madre”.
Bossuet: ¡Oh Dios! ¿Qué armas utilizarás para derrotar los escuadrones furiosos de los enemigos? Yo no veo ni tus rayos, ni tus relámpagos, ni aquella majestad terrible ante la cual las altas montañas se derriten como cera. Yo veo solamente la carne asesinada y la sangre derramada con violencia y una muerte infame y cruel, una cruz y una corona de espinas. ¡Esta es tu armadura bélica! Esto es todo lo que tú opones a tus enemigos”.
ACTUALIDAD
Este salmo, mientras presenta a Dios con toda su fuerza y su poder “cabalgando sobre nubes” canta la justicia a los oprimidos, es padre de huérfanos y protector de viudas (6) protege a extranjeros… Al final el salmista invita al asombro. El creyente de todos los tiempos, más que asombrarse de la fuerza de Dios que sacude los montes, tiene que maravillarse de que Dios se incline con ternura hacia los débiles. De este asombro nace un corazón nuevo en el creyente para que imite al Señor en su preocupación por los débiles”. ( Vincenzo Paglia).
PREGUNTAS
- El salmo habla de una historia de salvación. ¿Voy caminando desde Egipto, tierra de esclavitud, a Israel, tierra de Dios, tierra de libertad?
- Israel es un pueblo que sabe celebrar su historia. ¿Tengo en mi comunidad espacios para dar gracias a Dios por tantos beneficios que ha realizado con cada uno de nosotros?
- Yavé es el único Dios. Desde esta experiencia, ¿sé ayudar a la gente a liberarse de tantos ídolos?
ORACIÓN
“Dios prepara casa a los desvalidos”
Señor, tú quieres que todos tengamos nuestra casa, ese lugar acogedor donde nos sentimos seguros y a gusto, y donde pasamos gran parte de nuestra vida. A ti, Señor, te duele ver tantos hombres y mujeres sin casa, tantos niños de la calle que no tienen hogar. Señor, mueve los corazones de los ricos y poderosos de este mundo para que den abrigo y cobijo a los pobres y desvalidos.
“Derrama en tu heredad una lluvia copiosa”
Señor, yo soy tu heredad. Me la has dado gratis, como un bonito regalo que me has hecho. Yo te pido que la riegues con una lluvia suave, copiosa y penetrante. Te pido, como Isaías, que la lluvia de tu palabra empape mi corazón y lo disponga a obrar según tu voluntad.
“Bendito el Señor cada día”
Señor, Dios mío, es fácil alabarte y darte gracias en un día solemne y festivo, cuando todo invita a la alegría y el corazón salta de gozo. Hoy vengo a pedirte otra cosa; quiero bendecirte y darte gracias cada día. Todos los días me das la luz, el sol, el aire, el agua, la vida. Todos los días me das tu amor y tu perdón. Tú nunca te cansas de mí. Haz que yo sepa estrenar mi alabanza y mi acción de gracias cada día, como mi mejor música, para ti.
“Dios lleva nuestras cargas”
Señor, déjame que te diga que eres maravilloso. Tú sabes bien que, a veces, esta vida se hace dura, difícil, pesada. La carga es demasiado grande y nos aplasta. Pero tú mismo te ofreces a compartir la carga, a ponerte nuestro fardo en tus espaldas. Contigo la vida se hace menos pesada y más llevadera. Tú mismo nos animas a que vayamos a ti con todos nuestros problemas y dificultades. “Venid a mí todos los que estáis cansados y yo os haré descansar” (Mt 11, 28). Que tú seas siempre nuestro descanso.