El Arzobispo de Zaragoza: Sobre la exhortación apostólica «Dilexi te»

Carlos Escribano Subías
24 de octubre de 2025

El papa León XIV ha publicado su primer escrito magisterial: la exhortación apostólica «Dilexi te». Esta se inspira en el versículo Apocalipsis «Te he amado» (Ap 3,9) y en la doctrina sobre el amor divino y humano del Corazón de Cristo, en continuidad con la encíclica “Dilexit nos” del papa Francisco. Está desarrollada en cinco capítulos en los que el papa recuerda que no es posible ser cristiano sin hacer propia la opción de Dios por los más vulnerables.

En el primer capítulo reflexiona sobre la persistencia y multiplicación de las desigualdades y denuncia que la pobreza no es una casualidad o un destino, y combate los prejuicios ideológicos que la justifican o la minimizan. La ilusión de una felicidad basada en la riqueza y el éxito a cualquier precio alimenta una cultura que “descarta” a los demás, una cultura indiferente a la muerte por hambre o a las condiciones de vida indignas. El Santo Padre recalca que la pobreza, en la mayoría de los casos, no es una circunstancia accidental ni una elección, como sugiere esa falsa visión meritocrática según la cual solo tendrían méritos aquellos que han tenido éxito en la vida. Incluso los cristianos pueden dejarse influir por ideologías mundanas, como demuestra el hecho de que a menudo se infravalore el ejercicio de la caridad. Introduce la figura de San Francisco de Asís y su opción radical por la pobreza, y cómo en el leproso «fue Cristo mismo quien lo abrazó, cambiándole la vida».

En el capítulo segundo se desarrolla la idea de que la predilección de Dios por los más débiles no es una opción secundaria, sino un rasgo esencial de la fe cristiana. Muestra a un Dios que escucha el clamor de quienes sufren, revelándose en la historia de la salvación desde Moisés hasta Jesús, el Mesías que se hizo pobre, compartiendo así con nosotros también la pobreza radical de la muerte.

El capítulo tercero es una invitación a la Iglesia a vivir su vocación de cercanía con los necesitados. Recorre la tradición cristiana, desde los Padres de la Iglesia y las primeras comunidades, resaltando el cuidado de los enfermos, la liberación de los cautivos, la educación de los pobres, la atención a los migrantes y la condena a la indiferencia. El relato histórico está coronado por muchos santos fundadores que a través de sus congregaciones se convirtieron en caricia de Dios para los más necesitados.

El capítulo cuarto aborda el desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia en el último siglo. Analiza las estructuras de pecado que generan pobreza y desigualdades extremas en el mundo actual, y reafirma la continuidad del Magisterio en su compromiso con la justicia y la solidaridad.

El capítulo quinto concluye con una llamada a la conversión personal y comunitaria, volviendo a la figura del Buen Samaritano. Recuerda que el cuidado de los pobres es una tarea continua y subraya que los gestos concretos de ayuda y caridad son la expresión viva del Evangelio.

En conclusión, la Exhortación Apostólica recuerda cómo el amor cristiano trasciende cualquier frontera, acerca a los lejanos, une a los extraños y convierte en familiares a los enemigos. Así, a través de nuestro trabajo, el cambio de las estructuras injustas y los gestos de ayuda personal, el pobre podrá sentir las palabras de Jesús: “Yo te he amado” (Ap 3,9).

Os animo a leer y a acoger este precioso documento que debe alumbrar nuestra cercanía y servicio a los más necesitados.

 

 

 

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