El obispo de Barbastro-Monzón, Mons. Ángel Pérez Pueyo, ha presidido esta mañana la eucaristía en la iglesia de San Joaquín de Roma, concelebrada por el obispo de Getafe, Mons. Ginés García, dentro de los actos previstos en la celebración del Jubileo de las Familias, de los Niños, de los Abuelos y de los Mayores.
Como obispo representante de la subcomisión de Familia y Vida de Conferencia Episcopal Española en esta cita, don Ángel se ha dirigido al medio millar de asistentes para animarles a ser instrumentos del Señor, integrantes de una misma orquesta en la que «cada miembro, con sus dones y carismas, contribuye al conjunto, y es fundamental la escucha recíproca para lograr la unidad en la diversidad». En su homilía, ha hablado de los desafíos a los que se enfrenta la institución familiar, que sigue siendo «el valor más firme y seguro para humanizar la vida y la sociedad».
El programa jubilar de este sábado se completa el «Diálogo con la ciudad» (actividad de carácter espiritual, cultural y artístico en algunas plazas de iglesias de Roma), la Fiesta de la Familia y la Vigilia de Oración en la Plaza San Giovanni in Laterano. Mañana domingo, Santa Misa presidida por el Santo Padre en la Plaza de San Pedro.
Homilía jubileo de las familias de la CEE en la iglesia de San Joaquín en Roma
El Papa Francisco utilizó la imagen de una orquesta sinfónica para ilustrar la unidad y la complementariedad en la vida pastoral de la Iglesia. Lo hizo paradójicamente durante el Consistorio Ordinario Público celebrado el 30 de septiembre de 2023, en el que creó 21 nuevos cardenales, el Santo Padre expresó:
“El Colegio Cardenalicio está llamado a asemejarse a una orquesta sinfónica, que representa la sinfonía y la sinodalidad de la Iglesia.”
En su alocución, el Papa explicó que, al igual que en una orquesta, cada instrumento aporta su sonido único, y es la armonía de todos juntos lo que crea la sinfonía. Del mismo modo, en la Iglesia, cada miembro, con sus dones y carismas, contribuye al conjunto, y es fundamental la escucha recíproca para lograr la unidad en la diversidad.
Esta metáfora subraya la importancia de caminar juntos (sinodalidad), donde la diversidad de vocaciones y carismas se integran en una comunión armoniosa, guiada por el Espíritu Santo, quien actúa como el director de esta gran orquesta que es la Iglesia.
Mi provocación como signo de esperanza, de esta peregrinación de todas las familias de España sería lograr construir una diócesis como una orquesta, sinfonía de familias en clave sinodal. Queridos hermanos en el episcopado, director de la subcomisión de familia y vida, capellanes, Miguel Ángel y Aurora, Toñi y Fran, familias y delegados de pastoral familiar de toda España:
En este camino hacia el Jubileo en Roma, os invito a contemplar nuestra diócesis como una gran orquesta sinfónica. En ella, cada instrumento —cada familia, cada comunidad, cada vocación— tiene su lugar único e insustituible. No hay notas prescindibles ni silencios vacíos: todos aportamos al conjunto lo más singular de nosotros mismos, y al hacerlo, enriquecemos a los demás.
En una orquesta, el violín no compite con el oboe, ni la flauta eclipsa al contrabajo. Cada uno, desde su timbre y ritmo, se integra en la armonía común. Así también en la Iglesia: cada familia, con su historia, sus dones y sus heridas, es parte esencial de esta sinfonía que Dios compone con nuestras vidas.
Esta imagen ha inspirado humildemente la reestructuración de nuestra diócesis de Barbastro-Monzón en clave de sol, en clave sinodal. No se trata de una mera reorganización administrativa, sino de un proceso espiritual en el que todos caminamos juntos, escuchándonos y discerniendo la voluntad de Dios para nuestra comunidad. Es un llamado a abrirnos al amor y al servicio mutuo, reconociendo que solo en comunión podemos avanzar.
La familia: hogar donde se gesta la esperanza
A pesar de las cifras que reflejan desafíos en la institución familiar —en 2024 se registraron 95.650 separaciones, divorcios y nulidades matrimoniales en España, un aumento del 3,6% respecto al año anterior, la transformación de los modelos familiares; la fragilidad de los vínculos; el desplazamiento de la función educativa, social y de transmisión de los valores; el impacto de la precariedad económica y digital (crisis habitacional, desempleo juvenil ok, migración forzada, la prevaricación del trabajo) que desestabilizan a la familia—, la familia sigue siendo el valor más firme y seguro para humanizar la vida y la sociedad. Durante la pandemia, fueron los hogares los que sostuvieron la esperanza, cuidaron de los más vulnerables y mantuvieron viva la llama de la fe y la solidaridad.
En el hogar se aprende a amar y a ser amado. Como dice el refrán: “Vivir sin amar es una desgracia, pero vivir sin ser amado es una verdadera tragedia”. El hogar es ese microclima ideal donde cada uno recibe los nutrientes emocionales, espirituales y humanos que necesita para crecer y florecer.
Hacia una fraternidad universal
Si logramos que cada diócesis sea una verdadera familia de familias, estaremos contribuyendo a recrear el orden de la creación, donde hombre y mujer, en comunión de amor, son la mejor imagen de Dios. Así, podremos avanzar hacia la fraternidad universal que el Papa Francisco nos propone en su encíclica Fratelli tutti. Y y ahora el Papa León XIV.
Queridas familias, en este Jubileo, renovemos nuestro compromiso de ser instrumentos de paz y esperanza en la gran sinfonía de la Iglesia. Que cada uno, desde su lugar, aporte su nota única para que, juntos, interpretemos la melodía del amor de Dios en el mundo.
Un comentario
La familia es el eje que vertebra la Sociedad fuente y escuela de la libertad y convivencia, por eso se quiere destruir y desnaturalizar, siendo sustituida por el Estado totalitario que anula la libertad de la persona