Domingo 18, tiempo ordinario: 1 de agosto de 2021

«Señor, danos siempre ese pan.»

INTRODUCCIÓN

El misterio de la Encarnación se prolonga en el ministerio de la caridad, cuando la comunión cristiana y cada uno de sus miembros reconoce la dignidad de los pobres, comparte sus problemas y apoyan sus legítimas aspiraciones. En esta tarea no basta con recomponer lo roto, es preciso renacer desde una nueva dimensión. Estamos llamados a ser más, a sentirnos siempre en camino, llegando a las raíces más hondas de la persona, allí donde acontece la verdadera liturgia del encuentro. (Cáritas Española).

TEXTOS BÍBLICOS

1ª Lectura: Ex. 16,2-4.12-15.    2ª Lectura: Ef. 4,17.20-24.

EVANGELIO

San Juan 6,24-35:

En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaúm.  Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»  Jesús les dijo: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.» Le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?»  Jesús les contestó: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.»  «¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: «Dios les dio a comer pan del cielo.»» Jesús les contestó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.» Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.» Y Jesús les dijo: «Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.»

REFLEXIÓN

En este evangelio Jesús deja las cosas bien claras. No todo sirve en el cristianismo.  Hay que bajar al fondo de nuestro ser y descubrir las motivaciones profundas de nuestro seguimiento a Jesús. Veamos algunos aspectos muy interesantes en este evangelio.

1.- “Vosotros me buscáis porque habéis comido hasta hartaros” El pueblo, la gente, entusiasmada con Jesús porque había saciado milagrosamente su hambre en el desierto, le busca y le hace esta pregunta: “Maestro, ¿Cuándo has venido aquí”? A esta pregunta Jesús no responde. Como no responde a tantas preguntas vacías y superficiales que nos hacemos en la vida: ¿Dónde vamos a pasar este fin de semana? ¿Qué matrícula de coche voy a comprar?  ¿Qué tiempo nos hará esta semana? Pero sí contesta a las preguntas de profundidad. A Jesús le interesa mucho las motivaciones de nuestra fe, el por qué seguimos a Jesús. Y le duele cuando le seguimos sólo pensando en cosas materiales. “Me buscáis porque habéis comido hasta hartaros”. Aquellos buscaban a un Jesús que les diera de comer todos los días sin trabajar. Jesús no está de acuerdo con esas miras tan cortas, con esas vidas tan reducidas. Dios desea siempre más. Por eso les invita a buscar otro pan, otra comida que permanece, que da vida eterna. Aquí no se refiere sólo a la vida después de la muerte, sino a un cambio de vida en este mundo. “Vida eterna es una vida distinta a la existencia de antes” (J. Guhrt). Es lo que ya había dicho Jesús en otra ocasión: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10,10). La mejor manera de prepararnos para la “vida eterna” es     vivir esta vida en plenitud.

2.– ¿Qué debemos hacer para obrar según Dios?  Después de un diálogo con Jesús, las cosas cambian. Qué distinta la pregunta que le hacen ahora a la que le habían hecho antes.  Si cada día los cristianos escucháramos a Jesús, si cada día leyéramos con fe el evangelio, cambiarían nuestras preguntas y nuestras conductas. Lo que de verdad cambia a una persona es otra persona. Y la única persona que puede cambiar nuestra vida es Jesús. “La obra de Dios es que creáis en aquel que el Padre ha enviado”. Jesús es el único que puede llenar plenamente nuestra vida. Cuando Jesús llama a los primeros discípulos les hace una pregunta: ¿Qué buscáis? Ellos le contestan con otra: Maestro, ¿dónde vives? Jesús les dijo: “Venid y ved”. Aquí Jesús se presenta como la respuesta a todas nuestras preguntas; como la solución a todos nuestros problemas; como la plenitud a todos nuestros vacíos.  El texto no nos dice qué vieron, qué sintieron, qué palparon. Lo único que nos dice es que aquellos primeros discípulos ya no se apartaron de Jesús. Y se quedaron con Él (Jn. 1,39).

3.– Señor, danos siempre de ese pan. Aquí ya no hay una interrogación sino una afirmación: “Danos siempre de ese pan”. A Jesús no debemos ir nunca con nuestras respuestas sino sólo con nuestras preguntas. Es posible que Él mismo nos haga cambiar de preguntas. Y también que nos quedemos, como sucedió en este caso, con la respuesta que necesitamos. No queremos otro Pan, ni otro Vino, ni otro Camino, ni otra Luz, ni otra Sal, ni otro Tesoro, ni otra Verdad, ni otra VIDA que no sea JESUS.  En definitiva, es Jesús aquel que, en el fondo, todos buscamos y todos necesitamos.

PREGUNTAS

1.- ¿Busco a Jesús por interés material? ¿Le busco porque lo necesito? ¿O le busco porque me siento cautivado por Él?

2.– Más que preguntar a Dios ¿Dejo que sea Él el que me pregunte?  ¿Le dejo las preguntas abiertas?

3.- ¿Estoy convencido que Jesús ha sido lo más bello y bonito que ha ocurrido en mi vida?

Este evangelio, en verso, suena así:

Se dice que “cuando el sabio

está señalando el cielo,

el hombre ignorante y tonto

se queda mirando al dedo”

Esto nos pasa a nosotros,

Señor, cuando no sabemos

interpretar el sentido,

la esencia de tu Evangelio.

Los judíos te buscaban

porque les diste alimento.

Sólo querían el pan

que sacia el hambre del cuerpo

“Yo soy el Pan de la vida.

Todo el que sale a mi encuentro,

no volverá a tener hambre,

dijiste, Señor, al Pueblo.

Pero el Pueblo no creyó,

porque la fe corre riesgos.

Exige venderlo todo,

marchar en tu seguimiento.

Cuando, Señor, nos quedamos

en devociones y rezos,

cuando falla el compromiso,

regamos fuera del tiesto

Hoy, Señor, comulgaremos

el Pan de tu Sacramento.

Como Tú, queremos ser

pan para todos hambrientos.

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)

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