Déjate querer, déjate ayudar. Carta del obispo de Barbastro-Monzón. 25 de mayo de 2025

Ángel Pérez Pueyo
23 de mayo de 2025

Celebramos la Pascua del Enfermo en el marco excepcional del Jubileo de la Esperanza 2025, convocado por el papa Francisco, de feliz memoria, bajo el lema: “Peregrinos de esperanza”. Esta coincidencia no es casual: la enfermedad, el dolor y la muerte -realidades tan humanas y desafiantes- solo pueden vivirse plenamente desde la esperanza que brota de Cristo resucitado. El sufrimiento puede convertirse en un verdadero camino de gracia. Nos lo recuerda el papa Francisco: la vejez y la enfermedad revelan el límite humano, pero también la ternura de Dios, que no nos abandona. “El mundo no será mejor cuando esté compuesto solo por personas aparentemente ‘perfectas’ -dice-, sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos”. La enfermedad, nunca deseada ni buscada, nos invita a descubrir otra lógica: la del amor que acompaña, la de la fe que sostiene, la de la Iglesia que abraza.

En nuestra diócesis, la Pastoral de la Salud, integrada en la Delegación de Caridad, cuenta en cada unidad pastoral con un equipo de colaboradores que, coordinados por el sacerdote y un responsable seglar, visitan, atienden, acompañan, sostienen y celebran la fe con las personas mayores o enfermas, tanto en domicilios como en residencias o en el Hospital. Los capellanes, los voluntarios de Cáritas, de la Hospitalidad de Lourdes o de los distintos grupos apostólicos ofrecen la ternura y la caricia de Dios mediante una atención personal, física, anímica y espiritual.
A través de la Campaña del Enfermo 2025, en este año jubilar, se nos invita a abrir “los oídos del corazón” para escuchar el clamor de los enfermos, de sus cuidadores, de los que están solos o en duelo. Ellos no son una carga: son presencia viva de Cristo crucificado y resucitado. Tienen una dignidad inalienable y una misión en medio del Pueblo de Dios.

El papa Benedicto XVI, en la visita que en la JMJ hizo al centro de San José de personas con discapacidad, afirmó con claridad evangélica: “Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren, y no es capaz de contribuir con compasión a soportar su dolor, es una sociedad cruel e inhumana”. Necesitamos aprender de quienes sufren, que muchas veces tienen más fe, más paciencia y más esperanza que los sanos.

La Pascua del Enfermo no es solo una jornada asistencial. Es una llamada a vivir la caridad como comunión, y a incrementar el grupo de personas voluntarias que visitan o acompañan a ancianos y enfermos. Como diócesis, estamos llamados a ser una Iglesia que se acerca, que testimonia que Cristo ha resucitado para todos. También -y sobre todo- para los que lloran, para los que esperan.

Así lo expresaba nuestro flamante Papa León XIV al asomarse al balcón el día de su nombramiento, con las mismas palabras que lo hiciera Jesús resucitado: la paz esté con vosotros. A todos los enfermos de nuestra diócesis, a quienes los cuidan con amor y a cuantos los acompañan pastoralmente, queremos decirles con humildad y firmeza: ¡No estáis solos! ¡Dios camina con vosotros! Y con vosotros, también, nuestra Diócesis de Barbastro-Monzón.

Con mi afecto y mi bendición,

Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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