Después de un año de parón tras más de 40 años ininterrumpidos de campamento, Rasal ha vuelto este verano con un formato bastante diferente a lo que estábamos acostumbrados. Se han preparado cuatro actividades diferentes: los paralelos (que es como nosotros llamamos a los premonitores) por un lado, los acampados, divididos en dos, y los nuevos monitores preparándose por su cuenta. Pero, aunque no hayamos estado todos juntos, eso no quiere decir que lo hayamos pasado mal. De hecho, ha sido un campamento de cine (haciendo referencia a la temática del campamento con pernocta).

Todas las semanas de julio, de lunes a viernes, hemos estado por las mañanas en Monzón, en el colegio Santa Ana que con tanta amabilidad y predisposición nos han dejado. Excursiones por la zona, visitas a la Catedral, cantos y oraciones, y juegos, muchos juegos, han ocupado las mañanas de todos los 25 niños y niñas de entre 7 y 14 años que se apuntaron semanalmente al campamento urbano de Monzón. Eso sí: toma de temperatura a la entrada por las mañanas, constante hidrogel y las mascarillas en todo momento.

Otra actividad fue la convivencia de los monitores más jóvenes del grupo, de 17 y 18 años. La pandemia, el año pasado, no les permitió juntarse en Rasal en el que hubiera sido su último año de paralelos, por lo que para ellos, este encuentro a supuesto “un reenganche al grupo y un chute de energía pudiéndonos juntar todos después de un año complicado”. Además han podido poner todo lo aprendido en práctica o en al campamento en Villanúa o a la colonia urbana en Monzón. Abrieron su nueva etapa como monitores 17 jóvenes en esta gran convivencia en la que hubo juegos, oraciones y ratos de compartir para iniciar su andadura con la mejor sensación posible, contando con la compañía, durante esos días, del sacerdote Misionero Oblato Rafa Martín.

Desde la convivencia de monitores nos fuimos a Villanúa, donde los 45 acampados de entre 11 a 14 años del campamento de pernocta nos esperaban. Normalmente, pasamos 15 días en Rasal, pero este año, debido a el protocolo COVID, solo estuvimos nueve días. Nueve días en los que nos encargamos de preparar la mejor película de este año. Aunque claro, evitando mezclar los grupos de edad por los cuales todos los años nos organizamos, con la intención de evitar cualquier posible contagio. Añadiendo a esto el hidrogel y las mascarillas, no evitaron que pudiéramos pasar un campamento de cine en el que las actividades, juegos, oraciones, baños en el río y talleres no faltaron. Es cierto que el espacio que teníamos este año era un poco diferente al habitual pero rápidamente nos adaptamos a él.

Encuentro paralelos en Canfranc.

Y los que en 2020 iban a subir al campamento como su último año de acampados, han podido disfrutar de un encuentro en Canfranc hecho a su medida, para empezar su etapa de paralelos. Han estado ocho días conociendo qué es ser monitor del campamento de Rasal y profundizando en su fe. Misas, oraciones, charlas, talleres y juegos han llenado los días de estos nuevos paralelos. Y algo que les ha encantado: la compañía de Paco Cabrero, el sacerdote que ha estado con ellos estos días y que también nos acompañó en el campamento de Villanúa. Y es que, qué mejor apoyo para los paralelos que se están preparando para monitores que un sacerdote que les guíe en su camino de fe.

El protocolo anti COVID en campamentos y colonias urbanas del Gobierno de Aragón nos ha acompañado en todo momento, siendo conscientes de la gravedad de la situación sanitaria que nos acompaña en estos momentos. Tanto en la colonia urbana en Monzón, como en el campamento en Villanúa, el encuentro de los paralelos en Canfranc y la convivencia de los nuevos monitores se han adaptado a la situación actual, y la principal razón por la que hemos tenido varias versiones de un campamento es por la imposibilidad de juntarnos todos en un mismo espacio, lo que ha hecho que nos hayamos tenido que repartir por diferentes localizaciones y con todos los monitores haciendo un gran trabajo y esfuerzo. Y aunque todos echemos de menos nuestro querido pueblo de Rasal, nos hemos sentido muy acompañados en todo momento por el resto del grupo y, sobre todo, por Jesús, y con la esperanza de poder volver a reunirnos el año que viene al lado de nuestra fuente.