Hemos comenzado el Adviento, y con él nuestro nuevo curso pastoral. En este año queremos recordar que «Somos Comunidad Orante». Como en todos los tiempos litúrgicos de nuestro Plan de Pastoral, cada una de las Iglesias de nuestra Diócesis contará con un cartel.
Para este Adviento y Navidad el lema es «Contemplad al Hijo en manos de su Madre». Les ofrecemos las catequesis para el Adviento realizadas por nuestro Vicario de Evangelización, don Juan Pablo Ferrer.
“Fijemos nuestros ojos en aquel que inicia y completa nuestra fe: ¡Jesús!” Hebreos 12, 2
Con esta invitación os proponemos seguir el camino de la fe en este tiempo de Adviento y Navidad, poniendo nuestra mirada contemplativa en Jesús. Él está en el origen de nuestra fe. Él es la raíz de nuestro existir y él es quien la lleva a su plenitud. Quien nos va a ayudar es su Madre, Santa María, por el camino de la oración contemplativa.
“Contemplad al Hijo…”
¿Quién no se ha quedado estupefacto delante de un niño en brazos de su madre? Sigue siendo un momento de eternidad, de plenitud, de asombro… especialmente para la madre y el padre: “¿Cómo ha podido surgir esta maravilla de mis entrañas, de mi ser?” –dicen ellos. La maravilla de la vida nos sigue sobrepasando, por más explicaciones que oigamos. El misterio de la vida les viene a visitar a esos padres que se sienten agraciados con su hijo. Esta experiencia está más allá de una simple diversión o ilusión, toca la experiencia humana más profunda y se sienten ellos ante una Presencia mayor.
Actitudes del corazón
Esta contemplación de un niño en brazos de su madre nos hace también sentirnos inmensamente queridos queridos gratuitamente, sin que hayamos hecho nada por merecer tanto amor. Esta contemplación nos hace sentirnos abrazados abrazados por esas manos maternas que no hacen sino sabernos seguros y confiados por Alguien que nos ama: “Creemos en el amor que Dios nos tiene” 1 Juan 4, 16
“… en manos de su Madre”
Con esta doble actitud de poner la mirada en Él y de dejarnos querer por Aquel que nos busca, os proponemos aprender de María a orar, a dedicar tiempo dedicar tiempoa la relación con Jesús a la relación con Jesús a la relación con Jesús.
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PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO:
Es María OYENTE en comunidad: La Madre sostiene en brazos a su Hijo; toda su atención está puesta en su Hijo. Ella es, por eso, el modelo de modelo de“escucha” “escucha”. Ahí está nuestra vocación cristiana esencial: “Somos comunidad orante”, a la escucha de la Palabra de Dios, especialmente en la Sagrada Biblia: su lectura y escucha interior es ocupación importante de los miembros de la comunidad en este tiempo de adviento y navidad. Como decía Jesús en Betania a Marta que lo había acogido en su casa: “Solo esto es lo más necesario y María, tu hermana, ha escogido esta parte mejor” Lucas 10, 42
SEGUNDA SEMANA DE ADVIENTO:
Es María ORANTE en comunidad: Al contemplar al Hijo en brazos de su Madre, nos sentimos también en brazos de María, como se sentían los discípulos tras la ascensión del Resucitado a la derecha del Padre en los cielos: “Se dedicaban a la oración, junto con María, la Madre de Jesús” Hechos 1, 12 Unidos en la oración con María Unidos en la oración con María recibieron la efusión del Espíritu Santo: El mismo Espíritu que le hizo a ella ser Madre fecunda, es el que hace a la “comunidad orante” ser madre fecunda de tantos hijos de Dios, en la Iniciación Cristiana.
TERCERA SEMANA DE ADVIENTO:
Es María OFERENTE en comunidad: Contemplando a la Madre, vemos que con sus brazos no retiene posesivamente a su Hijo, sino que más bien “nos lo da”, como, cuando a los cuarenta días de nacer, lo presenta en el Templo, donde está Dios con su Pueblo. En esta actitud de María, también nosotros no vemos reflejados, como “comunidad orante”, especialmente en la Eucaristía. Somos esa comunidad que comparte su esperanza con los hombres y mujeres de nuestro tiempo, exhortando como María a los camareros de las bodas de Caná: “Haced lo que Jesús os diga” Juan 2, 5
CUARTA SEMANA DE ADVIENTO:
Es María VIGILANTE en comunidad: “María guardaba todas estas cosas en su corazón” Lucas 2, 19 y 51 Dicen que los corazones de las personas que se quieren y están cerca unas de otras se acompasan en su palpitar. También dicen que las palpitaciones de los bebés palpitan con mayores pulsaciones que los adultos. María siente la urgencia de urgencia de estar atenta y vigilante ante el futuro que se abre a su Hijo. Su futuro, como el nuestro, es la Resurrección, justicia para todos. Esta fe en el Padre, que hará justicia a su Hijo y en él a todos sus hijos, le hace exclamar: “El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes” Lucas 1, 51 Esta oración, llena de esperanza, alimenta su actitud vigilante ante los acontecimientos de la vida de su Hijo. Se trata también de la misma oración de nuestra “comunidad orante” que espera vigilante la venida del Resucitado, en cada hermano y en cada acontecimiento de la historia, hasta que llegue esta a su plenitud. Es la oración del Magníficat que la “comunidad orante” canta todas las tardes al declinar el día en la liturgia de la hora de vísperas. Especialmente, durante este tiempo de adviento y navidad, este himno de María adquiere el carácter de vigilancia ante lo que Dios hace al visitarnos.