Construir

Tres meses del estado de alarma nos han dado la oportunidad de pensar y reflexionar sobre la realidad y el sentido de la vida personal y social. Estas reflexiones personales quedan en nuestro interior y están llamadas a manifestarse en nuestro modo de vivir. También han sacado a la luz diferentes modos de actuar entre nosotros, los ciudadanos de a pie y, por otra parte, la actuación concreta de los políticos de todos los colores, de los que gobiernan y de los que no.

Diferentes artículos, reflexiones, entrevistas van sacando conclusiones de lo vivido y proponen caminos para seguir caminando positivamente hacia adelante.

Una conclusión que exponen muchas de esas reflexiones, cuando no son reflexiones hechas desde opciones partidistas, podría tener estos puntos coincidentes:

– la inmensa mayoría del pueblo se han sentido corresponsables ante la realidad y han cumplido con creces las normas decretadas por la autoridad. “Una vez más, la sociedad civil -los ciudadanos anónimos- marca la pauta a los de arriba”. Ahí están todas las acciones, iniciativas y colaboración popular en la ayuda a los más afectados por la necesidad económica, social, por la muerte de algún familiar o por consecuencias psicológicas, etc. encauzadas por diferentes asociaciones, entre las que no podemos olvidar a Cáritas, entre otras muchas tanto civiles como religiosas.

– hemos vivido, y seguimos, un ambiente de crispación entre los políticos y que tienen repercusiones en la convivencia a pie de calle. Esta crispación solo ha traído enfrentamientos de políticos entre sí y de ciudadanos con diferente visión del problema y de las soluciones adoptadas.

– concentraciones de diferente signo a las que se oponían otras de signo contrario con muestras de violencia en algunas ocasiones. Como se ha escrito, parecía que estabas obligado a ser de la cacerolada o del aplauso.

– los insultos entre políticos, de toda ideología, han rayado muchas veces en lo vergonzante y chabacano. Su influjo en la actuación de la sociedad civil no es posible medirlo, pero influye sin duda. La desconfianza y desafección a los políticos sí que crece de modo alarmante.

– los acuerdos y los desacuerdos entre los políticos se deben, muchas veces, más a factores ideológicos o intereses partidistas que a búsqueda sincera del bien común de todos. “Cada uno trata de tener razón a base de levantar la voz e insultar al otro… Cansa, aburre y hasta apena un parlamento donde lo que prima es el insulto y el ‘tú más’” (Jesús Miguel Zamora, en VIDA NUEVA). Un Parlamento en el que no brilla como debiera la verdad de lo que sucede, la razón de los motivos que hay detrás de algunas decisiones y de algunas críticas…

– los políticos de diferente opción ideológica han pasado de ser adversarios legítimos que buscan lo mejor para todos, a convertirse en enemigos a batir. Así no es posible ser hombres y mujeres de Estado que buscan el bien común. Quizás hoy día de lo que más carecemos es precisamente de estos políticos de Estado.

Conviene tener todo esto presente justamente para superarlo y para no dejar que el enfrentamiento entre los ciudadanos de a pie, entre nosotros, avance.

La semana pasada recordaba la imprescindible necesidad de la responsabilidad personal de cada uno de nosotros para no solo cumplir con las medidas de seguridad que nos mandan, sino para ir adquiriendo cada uno nuevos hábitos en nuestro modo de vivir más solidario, menos consumista, más respetuoso con todo y con todos…

Los hechos que he recogido en esta colaboración de hoy nos llevan a pedir a nuestros políticos un modo distinto de actuar. A la vez son una llamada a que no nos dejemos influir por la actuación tan poco ejemplar de ciertos políticos de todo signo y no dejemos a un lado nuestra responsabilidad personal. esa responsabilidad que solo depende de nosotros y que es lo positivo que podemos aportar a nuestro mundo. El que otros no lo hagan, no nos libera a cada uno de nosotros de esa responsabilidad personal intransferible.

Estamos llamados a pedir, a exigir, a nuestros representantes políticos que pongan a la persona humana y a su dignidad, especialmente de la necesitada o sufriente, en el centro de su acción, dejando a un lado lo que sea pura opción partidista. Que sea el diálogo sincero y no el enfrentamiento, el camino para llegar a lo que es mejor para todos, al bien común. Ceder será mucho más eficaz que encerrarse en opciones ideológicas. Esto nos ayudará a todos a construir una democracia más profunda y más consolidada en España. Desde el hoy responsable y dialogante edificaremos un mañana más solidario.

Todos entendemos que la crítica es necesaria, que la discrepancia es normal, que la existencia de distintas percepciones sociales y políticas nos enriquecen, que la expresión pública de diferentes opiniones debe ser algo normal en una democracia, pero siempre que dialoguen y lleguen a conclusiones o decisiones que favorezcan el bien común. Ese es el arte de la política, lo que hace de la política una forma importante de caridad social.

¡Qué bonito sería encontrar entre los políticos el elogio y la crítica! El elogio a lo que hace bien el adversario y la crítica constructiva para mejorar posibles desvíos o equivocaciones. El elogio o la crítica, pero siempre desde el respeto a los otros y desde la búsqueda del bien común. Construir entre todos la cultura del encuentro y del diálogo, que nos lleva directamente a una sociedad democrática y constructiva. Ojalá sea el objetivo de nuestra responsabilidad personal y de la acción constructiva y respetuosa de nuestros políticos. En ello debemos estar… todos.