Comentario dominical: 21 de julio de 2019

DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO – C

Lecturas: Gn.18,1-10ª/ Col. 1,24-28

 Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 38-42):

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano”. Respondiendo, le dijo el Señor: “Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Ambientación

En este evangelio, como ocurre con las parábolas, hay que tener en cuenta el punto central y esencial y distinguirlos de los otros puntos accesorios. Es accesorio el considerar este evangelio como el origen de la división entre vida activa y contemplativa; entre verticalidad y horizontalidad etc. Para el evangelista Lucas, es fundamental en este relato de seguimiento a Jesús “la Palabra de Dios”. Para Jesús, en este contexto, es también fundamental que esta Palabra de Dios no esté reservada sólo para los hombres. La mujer también debe tener acceso. La Palabra de Dios debe tener una respuesta. Ahora bien, si la mujer no tiene acceso a esta Palabra, las perjudicadas no sólo serían las mujeres sino el mismo Jesucristo. De hecho, ¿quién respondió mejor en el evangelio? ¿Quién regó con sus lágrimas los pies de Jesús? ¿Quién los enjugó con sus cabellos? ¿Quién derramó ante Él el perfume más caro y exquisito, símbolo de su gran amor? ¡Una mujer! ¿Quiénes siguieron a Jesús hasta el Calvario? ¿Quiénes embalsamaron su cuerpo con perfumes y le llevaron flores a su tumba? ¡Unas mujeres! Sin la respuesta de amor de las mujeres, Jesús hubiera sido el gran perdedor.

1.- Importancia de la Palabra de Dios.

Situemos el texto dentro del contexto del Evangelio de Lucas. En este camino de Galilea a Jerusalén (9,51-19,28) donde Jesús va adoctrinando a sus discípulos, San Lucas ha querido concentrar lo más esencial del Evangelio. El domingo anterior nos ha hablado de la necesidad del amor concreto al hermano (Samaritano), al domingo siguiente nos hablará de la oración y hoy quiere destacar la importancia de la Palabra. El primer mandamiento de la Ley es éste:   “Escucha, oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR es uno” Dt. 6,4) Este mandamiento conserva toda su fuerza también en el Nuevo Testamento. Por eso, sin una escucha constante de la Palabra de Dios no se puede construir una auténtica vida cristiana.

2.- La novedad sorprendente de Jesús.

En la época de Jesús, la Palabra de Dios era exclusiva de los varones y nunca de las mujeres. Se solía decir:” “Mejor fuera que desapareciera en las llamas la Torá, antes de ser entregada a la mujer”. “Maldito el padre que enseña a su hija la Torá”. Pues bien, en este contexto, aparece una mujer “sentada a los pies de Jesús, escuchando su palabra”. Jesús aparece como el Maestro y María como discípula. Su hermana protesta: Estás ocupando un puesto que no te pertenece. Lo que debes hacer es asumir tu rol de mujer y venir a ayudarme a preparar la comida. Y esta protesta la eleva a Jesús. Y Jesús, lejos de darle la razón, le reprende cariñosamente: “Marta, Marta, te veo atrapada por los pucheros y las cacerolas”. Jesús quería que Marta se aprovechara de la misma oportunidad que María. El verdadero Hijo de Dios estaba en su casa y ella estaba lavando platos y ollas en vez de escucharlo. ¡Qué lástima!

La mujer también debe tener acceso al mundo del espíritu, al mundo intelectual, al mundo de la Palabra de Dios. María ha elegido la mejor parte. Este es el gran paso que da Jesús con relación a la mujer. Ahora entenderemos mejor que Jesús no aceptara aquel piropo bonito y sincero de una mujer del pueblo:” Dichoso el vientre que te crió y los pechos que te alimentaron” (Lc. 11,27). Jesús no puede aceptar que su madre quede reducida a “pechos y vientre”, es decir, criar hijos y atender bien la cocina. Por eso dice: “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios” Ha elevado a su madre al mundo del Espíritu. Y en ella a todas las mujeres.

Marta y María deben ir siempre juntas.

En la narración no se dice lo que vino después de aquella comida. Estoy convencido de que Jesús elogió a esa buena cocinera que le ha preparado una comida exquisita y había sacado los mejores manteles para Él. Es una forma de demostrarle lo que le quería. Pero a lo largo de la comida, Jesús tuvo tiempo para decirles a las dos hermanas que toda mujer, debe desarrollar su maravilloso mundo interior, sus cualidades, su creatividad, su fantasía, en definitiva, debe realizarse plenamente como mujer, con los mismos derechos y la misma dignidad que el hombre. Tengo la impresión de que, una vez acabada aquella bonita conversación en la mesa, María iría a gusto a fregar los platos y recoger la mesa, mientras que Marta se quedaría un rato con Jesús para saborear esa experiencia que había tenido María, antes de comer. Marta y María, juntas y sin separaciones absurdas, encarnan dos actitudes que debe tener todo cristiano sea hombre o mujer. Toda persona debe ser “contemplativa y activa”. La acogida debe acompañarse con el servicio. Al estilo de Abrahán que, al acoger y servir a unos desconocidos, sin pretenderlo, acogió al mismo Dios (1ª Lect.).

Preguntas

1.- ¿Estoy convencido de que la Palabra de Dios es totalmente necesaria en la vida cristiana? ¿Cuánto tiempo le dedico?

2.- En este texto y en otros del evangelio, Jesús es claramente feminista. ¿Estoy yo también dispuesto a trabajar por una autentica valoración de la mujer?

3.- ¿Sé unir en mi vida concreta a Marta y a María: la acción y la contemplación; la acogida y el servicio; la verticalidad y la horizontalidad?

Este evangelio, en verso, suena así:

«DOS AMIGAS DE JESÚS»

Señor, en este Evangelio,

aparecen dos hermanas:

MARTA, servicial, nerviosa,
MARÍA, a tus pies, sentada.

Las dos son amigas tuyas

y te han abierto su «casa».
Representan el «servicio»

y «escucha de tu Palabra».

Ante las quejas de Marta,
inquieta y preocupada

por muchas cosas, Tú dices
que «una cosa es necesaria».

Primero: oír tu Palabra

y después ponerla en práctica.
Si se seca el manantial,

la fuente llora, sin agua..

Señor, dentro de nosotros,
luchando por ver quién manda,
conviven las dos hermanas,
cruzándose las miradas.

A veces, el «activismo»
nos esclaviza, nos marca.
Al fallar el otro remo,

no navega nuestra barca.

En nuestra oración, Señor,
hoy, te pedimos dos gracias:
«el corazón» de María

y «las dos manos» de Marta.

(José Pérez Benedí)

PDF: 21 DE JULIO