PASCUA DE RESURRECCIÓN – C
En los relatos de Resurrección aparecen exclamaciones. !Es verdad!. También se cantan himnos al Resucitado. Y el himno canta lo que las palabras son incapaces de expresar. Y se condensa la fe en un credo sencillo: “Si profesas con tus labios que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo”. (Ro. 10,9). Debajo de la corteza de estos viejos textos, debemos escuchar el gozo y la admiración de una Comunidad que ha quedado asombrada por este acontecimiento y ha vibrado de emoción y de entusiasmo.
LECTURAS
Lecturas Bíblicas: Hechos, 10,34.37-43; Col. 3,1-4; Jn. 20,1-9.
REFLEXIÓN
En la Primitiva Comunidad fue necesaria la fe en la Resurrección. Sin experiencia pascual no se podía concebir un cristiano. Y ahora tampoco. Pero los caminos pueden ser distintos. Y en este relato se nos manifiesta que hay tres personajes: La Magdalena, Pedro y Juan y, sin embargo, cada uno va a tener acceso al encuentro con Cristo Resucitado de un manera diferente.
1.– María Magdalena se encuentra con Jesús a través de “su corazón apasionado”. María busca el cadáver de Jesús. Ya que no puede verle, ni oírle, ni besar sus pies, se conforma con tener su cadáver para perfumarle. Esa precaria y fugaz presencia le servirá para paliar ese gran dolor que le produce el vacío de una “sentida y contumaz ausencia”. María Magdalena derrocha amor a Jesús por todos los poros de su ser, pero le falta fe. Está desfasada. Se ha quedado con el Cristo histórico y no ha dado el paso al Cristo de la fe. La aparición de ”aquel hortelano” en el jardín no le basta. Aquellos interrogantes ¿ A quien buscas? ¿Por qué lloras? todavía le ahondan más su dolor. Sólo cuando la llama por su nombre y en una exclamación le dice !MARIA! cae en la cuenta de que es Jesús el que la llama. Cuando una persona está enamorada, sólo el nombrar a la persona amada, le emociona, le estremece y no le deja hablar. Y, como no tiene palabras, la respuesta es otra exclamación: “RABONI” . María Magdalena nos ha abierto un camino para encontrarnos con Jesús– Resucitado: “El camino del corazón”. San Juan nos dirá: ”Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque nos amamos” (1Jn.3,14).
2.– Pedro necesita apariciones para llegar a la fe. El texto nos dice que “entró en el sepulcro, vio las vendas y el sudario, pero no dice que “creyera”. De hecho, Jesús tuvo la delicadeza de aparecerse a él solo en el lago de Tiberiades. Era normal que para superar el impacto de haber visto a Cristo muerto en una Cruz, fuera necesario que Cristo se les hiciera presente a través de las Apariciones. Nos lo recuerda el mismo Pablo: “Se apareció a Jacobo, luego a todos los apóstoles, y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí (1Cor. 15-7-8).
3.– Juan se encuentra con Jesús sin necesidad de apariciones. Nos lo dice el texto de hoy: «Entró, vio, y creyó”. Se puede llegar a la fe sin necesidad de apariciones. Y ésta es, a mi juicio, la manera que llegó María, la Madre de Jesús, al encuentro con su Hijo Resucitado. El evangelio no nos dice que Jesús se le apareció a su madre. Tampoco vemos a la madre de Jesús acompañar a las mujeres al sepulcro a embalsamar el cadáver de su Hijo. Cristo resucita el primero en el corazón de su madre. No tiene apariciones porque no las necesita. María, “la creyente” fue la única que esperaba la Resurrección. Y en aquel apagón de la fe al morir Jesús, la única lámpara encendida fue la de María, su Madre. A través de la Palabra de Dios, profundizada por el Espíritu Santo, tenemos un acceso a la fe del Resucitado. Sin necesidad de apariciones, con la Palabra de Dios, en la fe desnuda, nos podemos encontrar con el Resucitado. Y podemos hacer nuestra la bienaventuranza de Jesús a Tomás “Dichosos los que sin ver, creyeren” ( Jn.20,29).
PREGUNTAS
1.- ¿He tenido alguna experiencia de haberme encontrado con una persona con la que me sentía muy lejos y, al perdonarnos y abrazarnos, he experimentado un gozo especial?
2.- ¿Soy de las personas que necesitan ver para creer?
3.- ¿He tenido momentos en la vida en que no he dudado de que Jesús estaba dentro de mí? ¿En la lectura de la Palabra? ¿En la Eucaristía? ¿En el encuentro con los hermanos?
ORACIÓN
ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:
A la salida del sol,
la mañana del Domingo,
Jesús nos da la sorpresa:
su sepulcro está “vacío”.
El Ángel, a las mujeres,
les regala los oídos:
“No busquéis entre los muertos
al Señor, porque está “VIVO”.
En el surco de la cruz
se enterró el GRANO DE TRIGO
y, ahora crece lozano,
en espiga florecido.
Consigue sobre la muerte
el triunfo definitivo.
Le da la razón el Padre:
Su vida tiene “SENTIDO”.
En Jesús Resucitado
encontramos el estilo
de vivir con esperanza,
siendo siempre sus TESTIGOS.
Comulgamos con Jesús,
al recibir el BAUTISMO
Morimos al “hombre viejo”
y del “nuevo” nos vestimos.
Eres, Jesús, “AGUA VIVA”
y “LUZ PASCUAL EN EL CIRIO”.
Amigo Resucitado,
queremos vivir contigo.
JOSÉ JAVIER PÉREZ BENEDÍ