Tarazona y Calatayud han acogido este verano distintas actividades que han sustituido a los tradicionales campamentos de verano. Aquí os dejamos las experiencias que se han desarrollado en julio, en Tarazona, y en agosto en Calatayud, contandas por sus responsables.

RESTAURANDO Y CATALOGANDO BIENES LITÚRGICOS EN TARAZONA
Ante un verano tan diferente por delante y la imposibilidad de poder desarrollar las actividades que habitualmente ofrecía la Delegación de Juventud como los campamentos Diocesanos, el Arciprestazgo de Tarazona no quería perder la oportunidad de realizar una actividad para los adolescentes y jóvenes donde poderles anunciar la alegría del Evangelio en medio de tanto sufrimiento, y el regalo de relacionarse y su necesidad, sobre todo después de tanto tiempo de confinamiento. Y todo ello ajustándose a la normativa y protocolos exigidos por la pandemia.

El resultado fue un “Campo de Trabajo”,  que llevó a cabo en la mayor parte del tiempo al aire libre.

Este «Campo de Trabajo» se desarrolló durante tres días de julio y tuvo lugar en las instalaciones diocesanas del Convento de Carmelitas de la calle San Antón y en el Palacio Episcopal, en colaboración con la “Fundación Tarazona Monumental”.

Se realizaron tareas de restauración y catalogación de objetos litúrgicos para su posterior exposición, así como de reconstrucción y acondicionamiento de los jardines, pudiendo disfrutar al aire libre de distintos talleres, así como de momentos de oración, trabajo, charlas, juegos, risas y convivencia fraterna. Además pudimos contar con la presencia de los nuevos Diáconos a los que agradecemos mucho su testimonio.

PROFUNDIZANDO EN LA «LAUDATO SI« EN CALATAYUD
Este año, por las circunstancias, no pudimos celebrar nuestros Campamentos de Verano, pero teníamos muchas ganas de encontrarnos. Así que desde Acción Católica General (ACG) organizamos unas Colonias Urbanas de Verano en Calatayud y pudimos compartir momentos juntos y trabajar por el Reino.

El comienzo fue muy raro, no nos podíamos abrazar ni mezclar entre los grupos. La mascarilla no nos dejaba ver la sonrisa de los amigos, pero enseguida nos acostumbramos. También te lo puedes pasar bien aunque haya Covid.

Durante la semana trabajamos la encíclica del Papa Francisco «Laudato si» que trata sobre el concepto de «la casa común». Para que fuera una actividad segura se decidió elegir varias zonas al aire libre a las que tenían que ir los grupos para realizar las actividades.

El primer día descubrimos a San Francisco de Asís, inspirador del Papa, y realizamos un cartel con materiales reciclados en el que escribimos Laudato Si (Alabado seas) y que dejamos colocado para que todo el pueblo lo viera.

El segundo día tocaba contemplar la creación, buscamos la presencia de Dios en la belleza de la naturaleza que nos rodeaba. Nos dimos cuenta de que no la tratamos tan bien como deberíamos, derrochamos y abusamos del planeta. Como gesto quisimos hermanarnos con La Tierra plantando un pequeño árbol y lo rodeamos con piedras como símbolo de nuestro compromiso de proteger la creación.

El tercer día reflexionamos sobre la situación de los pobres. Los que más tienen también son los que más derrochan y esto repercute en los más necesitados «Cuando hacemos algo a los más pequeños se lo hacemos a Dios». Como actividad reutilizamos una camiseta vieja para hacer una bolsa y la decoramos a nuestro gusto.

El cuarto día descubrimos la necesidad del compromiso con la sociedad para poder mejorar nuestra Casa Común. Tenemos que dejar a un lado los intereses de cada uno y pensar en el beneficio comunitario con nuestras acciones, tenemos que pensar más allá de nosotros. Como ejemplo nos acordamos de las primeras comunidades cristianas y como gesto nos grabamos representando situaciones en las que se ve claramente la inexistencia del compromiso con la sociedad, podéis verlos en nuestro Facebook. 

El último día hablamos de la paz interior. Cuando estoy bien conmigo mismo y con Dios, es más fácil que consiga transmitir cosas buenas. Algunas veces nos equivocamos, pero estamos a tiempo de pedir perdón y convertirnos. Nos volvemos locos buscando culpables de porque el Planeta está así, y nos olvidamos de nosotros. Como taller hicimos un llavero muy especial en que estaban simbolizados la naturaleza, Jesús y nosotros mismos.

Al finalizar todos los días nos reuníamos en la parroquia para poner en común el aprendizaje y rezar todos juntos. Han sido unas colonias diferentes por la mascarilla, el gel y la distancia interpersonal, pero como todos los veranos hemos vuelto a estar cerca de Jesús y a aprender de él ¡Eso nunca cambia! Damos gracias a Dios porque no tuvimos ningún incidente, todos nos comportamos muy bien y las colonias se pudieron realizar al completo sin ningún problema.