Opinión

Paco Puértolas Bandrés

Hacia una Iglesia Sinodal

Buscando modos eficaces de participar, deliberar y discernir

7 de octubre de 2025

Hemos terminado el verano, muy caluroso en general y más para los jacetanos acostumbrados, años atrás, a atardeceres refrescantes.

La ciudad y su entorno con oferta increíble de actividades de amplio abanico en sus contenidos. Más asistencia a las iglesias por la presencia de buen número de población flotante y fiestas patronales también en muchos pueblos. En algunos la oportunidad para recuperar la alegría de los encuentros con los oriundos, el resto del año ausentes. Una oportunidad para sacar jugo a la religiosidad popular.

El jubileo de la esperanza ha tenido algún eco. De hecho, tengo información de la positiva experiencia de un grupo de alumnos de los institutos. Pude aportar un granito de arena para ello.

Paralelamente vacaciones para la sinodalidad. Claro, si fueran posibles estas vacaciones. De hecho, hemos convivido – caminado – muy juntos por muchos motivos. ¿Hasta qué punto conscientes de una experiencia de vida comunitaria creyente bajo el patrocinio de un santo patrón?

La primara convocatoria diocesana despierta la propuesta eclesial: De hecho, la charla inaugural de la Escuela de formación cristiana, abierta a todos, lleva este título: “Interculturalidad y sinodalidad. Caminando juntos” a cargo de Fernando Jordán Pemán. En Jaca, hoy día 6 y en Sabiñánigo, mañana 7 de octubre. La esperamos con sumo interés.

En lógica pastoral se tendrá que celebrar una convocatoria diocesana con nuestro nuevo Obispo que ha manifestado su convencimiento y apuesta indiscutible por la sinodalidad.

En esta clave, hace unos días, escribía el P. Julio L. Martínez S.J.: “Así la autoridad aparece como un don precioso del Espíritu para servicio de la comunidad, ejercido dentro de ella a favor de la participación y la corresponsabilidad de todos. Es la gran llamada a vivir como Iglesia sinodal, buscando modos eficaces de participar, deliberar y discernir mejor la voluntad de Dios en los signos de los tiempos, a todos los niveles de vida eclesial. La convicción que aquí actúa es que, por el bautismo, el Espíritu Santo lo recibimos todos los fieles y por eso todos somos necesarios para desarrollar en el Espíritu nuevas “inteligencias” de la Revelación. No se trata de sustituir la jerarquía con los fieles, sino de ejercitarnos en un caminar juntos que nos acomuna al servicio de la misericordia de Dios, según los diferentes ministerios y carismas. La verdad no se experimenta como canción de un solista, sino como coral polifónica donde también hay momentos para solistas”

No podemos olvidar que para vivir este dinamismo – nos recordaba hace un año Cristina Inogés – “la Iglesia sinodal nos llama a un cambio profundo como institución, pero, sobre todo, a un cambio personal. El cambio, la conversión personal, no va a afectar solamente a nuestra forma de ser Iglesia, sino que va a afectar más directamente a nuestra forma de vivir el cristianismo, o, si lo queremos precisar más, a nuestra forma de ser cristianos” (Del Sínodo al Jubileo, CJ/ Cuadernos 238)

¡Bien venido el Jubileo de la Esperanza!

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