“Aquí somos una familia y nos damos un amor que es recíproco”

Diócesis de Zaragoza
19 de julio de 2024

Son palabras de Curro (53), interno del Centro Penitenciario de Zuera que repite como voluntario en la
peregrinación anual con la Hospitalidad de Ntra. Sra. de Lourdes de la Archidiócesis de Zaragoza. ¿Por qué? “Para ver a mis compañeros y compartir con los enfermos. Sobre todo, para agradecer”. ¿A quién? “A Dios, porque aquí te das cuenta de que siempre te acompaña”. Y no se queda ahí: “Aunque tuviera que pagar lo que fuera, yo venía”.

¡No es el único! Este año se ha alcanzado un nuevo récord. Tanto en número de participantes en la peregrinación –casi quinientos– como de internos de centros penitenciarios aragoneses que han formado parte activa del encuentro. Cada año, la Pastoral Penitenciaria de Zaragoza invita a algunos reclusos a convertirse en voluntarios bajo el brazo materno de la Virgen de Lourdes. Es un modo de encarnar la solidaridad que renueva el espíritu, promovido por Isabel Escartín, acogido por el nuevo delegado, Javier Muñoz, y animado por Javier Valenzuela, nuevo secretario de la delegación, que ha acudido años atrás siendo interno: “Yo veo milagros diariamente pero, ¡aquí los veo tan claros!”.

“La Virgen me está presentando a personas que eran tan necesarias para mi vida. El encuentro con ellas está lleno de lazos marianos”. Javier está enamorado de la peregrinación, pero –como adelantamos– no es el único: “Muchas gracias por la amistad, por el compañerismo y por la oportunidad de volvernos a ver”, se emociona Edgar (57), que acude por primera vez. O Iván, que afirma rotundamente: “Es una de las mejores experiencias que he podido vivir. Me voy, mental y espiritualmente, más grande. He tenido conversaciones con mi enferma. Se ha abierto conmigo y yo con ella. El día de salida vi mucha gente joven y no me lo esperaba. No tanta”. Son cientos los jóvenes que han decidido unirse este año. Y no es un dato que pase desapercibido para estos otros, que también son jóvenes de hoy. En el mundo de hoy.

“Es una experiencia que recomendaría vivir, por lo menos, una vez en la vida. Salgo transformado”

Durante estos días, del 5 al 8 de julio, Curro canta y alegra cada momento, mientras Iván baila con un buen grupo de jóvenes voluntarios, y Juan Carlos (43) reflexiona en torno al “apoyo” que ha recibido: “Pienso que lo hemos recibido todos los internos. Es un apoyo superior al que se puede recibir en cualquier sitio”. Y bromea: “Hasta 2036 me podéis ver muchas veces”. Los internos conocen la importancia que tiene el saber reírse de uno mismo, así como de cultivar el propio mundo interior: “He tenido sentimientos que no esperaba encontrar aquí. Me he dado cuenta de la gran fortuna que tengo gracias a poder ayudar a otros que necesitan asistencia”, confirma Juan, de 39 años.

Para Francisco (43), ha sido una vivencia única: “Es una experiencia que recomendaría vivir, por lo menos, una vez en la vida. Salgo transformado”. Como para Agustín, joven de 29 años: “Me ha hecho ver las cosas de otra forma. Incluso, entre lágrimas”. Toda esta aventura es enriquecida gracias a la labor de los voluntarios de Pastoral Penitenciaria que acompañan a nuestros protagonistas. En este caso, además de Isabel y Javier, Maricruz y Emiel acuden desde Teruel; y Belén, desde Zuera. Sin ellos, nada de esto sería posible. El sentido lo encuentran en estas palabras que recuerda Curro: “Estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25, 36).

Artículo elaborado por Javier Muñoz y Luis Sierra, voluntarios de la Hospitalidad de Lourdes.

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