¡Apunta a tus hijos a ‘Reli’ y llévalos a la catequesis! Carta del obispo de Barbastro-Monzón. 11 de mayo

Ángel Pérez Pueyo
9 de mayo de 2025

Al comenzar la planificación del próximo curso escolar, quiero dirigirme a vosotros como pastor y como padre que se preocupa por el crecimiento integral de vuestros hijos. Porque no todo se aprende entre libros de texto o pantallas. Hay conocimientos que se revelan con el tiempo, en el corazón, en el trato con los demás, en los momentos de dolor o de alegría, en los interrogantes que plantea la vida misma. Y en todos ellos, la fe tiene algo esencial que aportar.

Por eso os pido que no dejéis fuera de la mochila escolar de vuestros hijos la clase de Religión. No es un adorno. No es un tiempo perdido. Es, junto con la catequesis, una oportunidad para que descubran las raíces de nuestra cultura, los valores que dignifican al ser humano, el rostro de un Dios que no excluye ni impone, sino que ilumina, acompaña y da sentido.

Algunos dicen que la fe debe vivirse solo en lo privado. Pero ¿qué sería de nuestros niños si en la escuela solo se les enseñara a sumar y restar, y no a amar, a perdonar, a descubrir su vocación más profunda? ¿Qué clase de libertad es esa que pretende formar personas ignorando la dimensión espiritual que late en todo ser humano? Si enseñamos mitología para entender la civilización griega, ¿cómo no enseñar el cristianismo, que ha marcado la historia, el arte, la moral, la filosofía y el alma de Occidente?

No se trata de adoctrinar, sino de formar. No es imponer, sino proponer. La asignatura de Religión es una invitación a conocer el mensaje de Jesús de Nazaret, cuyas palabras y gestos han revolucionado la historia humana. Es dar a los alumnos herramientas para interpretar su mundo desde el Evangelio y responder con esperanza y compromiso a los retos de hoy.

Y junto con la clase de Religión, está la catequesis parroquial, que es mucho más que una preparación para recibir sacramentos. Es un camino de encuentro con Dios, de amistad entre iguales, de educación en comunidad. Allí vuestros hijos no solo aprenderán cosas sobre Dios, sino que aprenderán a hablar con Él, a descubrirlo en lo cotidiano, a celebrar la vida con alegría y sencillez.

Entiendo que a veces puedan surgir dudas o incluso miedo a ir contracorriente. Pero recordad: vuestros hijos serán verdaderamente libres solo si conocen la propuesta cristiana. Solo quien ha conocido puede elegir con sentido. Solo quien ha visto la luz puede decidir caminar o no hacia ella. Quitarles esa posibilidad es, sin quererlo, cerrarles una puerta decisiva para su crecimiento como personas. Es, en definitiva, privarles de la dimensión de trascendencia que es constitutiva de todo ser humano. Algún día, tal vez, nos lo reprochen ellos mismos, por haberles dejado inermes e indefensos, tirados a su propia suerte.

No dejéis que os vendan como «moderno» lo que es, en realidad, una amputación del alma. La auténtica educación, como repetía Jean Jaurès, es aquella que no descarta ninguna dimensión de la persona. Y la trascendencia, el anhelo de eternidad, el deseo de Dios, forman parte esencial del corazón humano.

Os animo con afecto a dar este paso con decisión y confianza. Apuntad a vuestros hijos a clase de Religión. Llevadlos a la catequesis. Caminad con ellos en la fe, sin miedo y con alegría. Porque la fe no es una carga, sino una luz. Y en tiempos de tanta confusión, ¿quién puede permitirse prescindir de la luz?

Esto sí que es «progre»: porque transforma el futuro.

 

Con mi afecto y bendición,

 Ángel Pérez Pueyo

Obispo de Barbastro-Monzón

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