Opinión

Araceli Cavero

Aprender de otros

21 de diciembre de 2025

En alguna ocasión he escrito algo sobre la UMOFC (Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas), ya que como miembro de Acción Católica General y de Manos Unidas somos, cada una de nosotras, miembros de pleno derecho de la UMOFC, pues los miembros son las organizaciones y no las personas.

Según la normativa, a los dos años de la celebración de las asambleas generales, hay que celebrar las conferencias regionales para ir tomando el pulso del grado de realización de las resoluciones aprobadas en la Asamblea anterior.

En esta ocasión, la Conferencia Regional Europea se celebró en Budapest (Hungría). El tema central fue: “La familia esperanza de la humanidad” y como reflexión “Matrimonio y familia, dificultades, retos y oportunidades”. Como acompañar a las mujeres en las diferentes realidades. Situación y realidad de la familia en la Europa actual. Buenas prácticas en la materia en otros países europeos.

Para desarrollar el tema vino un matrimonio húngaro. Nos contaron que tienen cinco hijos; que van contracorriente por ser creyentes; que rezan juntos y varios detalles más que creo que no son una novedad, ya que es lo mismo que sucede en España. Creo también que no tuvieron en cuenta el público al que se dirigían, que era únicamente femenino y prácticamente habló solo el marido, pues la mujer intervino bastante esporádicamente.

Diferente impresión me produjo María Fernanda Sánchez de la subcomisión de migraciones de la Conferencia Episcopal Española y directora del Departamento de trata de personas. Nos animó a leer Fratelli tutti número 21 y la parábola del samaritano en clave de mujer.

Estrechamente relacionado con el tema de la inmigración, está el tema de la prostitución que ejercen muchas mujeres emigrantes obligadas por proxenetas sin escrúpulos.

Nos habló de varias organizaciones cuya misión es ayudarlas, como son las Oblatas, cuya fundadora era de la alta sociedad. Otra que hace una gran labor es Villa Teresita. También las Hijas de san Vicente de Paúl, así como también las Adoratrices, cuya fundadora era condesa.

Muchas veces miramos a estas mujeres con recelo porque vemos mal esa profesión, pero no podemos ni imaginar cuántas son obligadas a ello y maltratadas si se niegan. Su vida para sus explotadores, no vale ni lo que cuesta un paquete de cigarrillos, como dijo en una ocasión una religiosa que conocía muy bien el problema. No solo son maltratadas físicamente, sino también psicológicamente siendo amenazadas con matar a sus seres más queridos. El conocer estas situaciones hace que nuestras miradas sean de mucha, muchísima compasión y empatía.

Es un gozo participar en estas reuniones porque nos abren a un horizonte mucho más amplio de lo que sucede a nuestro alrededor. Son ricas experiencias que compartimos con otras mujeres de otros países, de otras culturas que nos sirven para crecer y madurar, porque el conocimiento no tiene edad y aunque sumemos muchos años, nunca es tarde para aprender.

Un detalle que me llamó mucho la atención: en la mesilla de noche del dormitorio del hotel, había una Biblia, escrita en húngaro, en inglés y en alemán. En España hace mucho que esto ha desaparecido.

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