Yo te cuento y tú filtra críticamente lo que te escribo.
Fue en un parque llamado el Galacho de la Alfranca. Me llamó la atención una pequeña noria movida por la corriente y capaz de elevar el agua a otro nivel más alto en el que se la necesita. Es acercar el agua a la sed. Se trata de una buena figura de la misión de la Iglesia: acercar a Jesús de Nazaret al hombre de hoy.
En un banco cercano me senté a pensar con el ruido del agua como fondo. El evangelio de Juan habla de Jesús como fuente de agua viva, o sea, como inspirador original y modelo viviente de un estilo de vida, de un talante, de un espíritu, que agrada a Dios. Un vivir desde el interior de la persona, solidario, transcendente, ilusionado y feliz. No es agua viva el pozo de Jacob (Antiguo Testamento) de la escena con la samaritana. El agua estancada no mueve molino. El agua corriente y viva lleva en sí fuerza y energía. Con creatividad, puede mover turbinas que producen luz.
Nuestra fe en Jesús consiste en vivir como propios los sentimientos, los objetivos y las acciones del Maestro. El deseo eficaz de imitar al Maestro, concreta la presencia del Espíritu de Jesús en nosotros. La fe tiene que ser viva, actuante y creativa. Ni la fe ni el amor se pueden tener en depósito porque no son cosas; existen en la medida en que se viven.
Quien adelante no mira, atrás se queda. ¿Estoy estancado como creyente? ¿Está hoy la Iglesia estancada? ¿Ni mueve ni se mueve? ¿Es un retablo del pasado? ¿Dónde queda el Espíritu vivificador de Jesús y sus alabanzas a los emprendedores descalificando a los conservadores? ¿Cuántas veces ante el viento impetuoso del Espíritu construimos muros en lugar de molinos?
El modo generalizado y habitual de funcionar la jerarquía católica en todos sus niveles, es el despotismo ilustrado: todo por los fieles, pero sin los fieles. En el mejor de los casos, es paternalismo infantilizante y clericalismo establecido.
La sinodalidad en la Iglesia es una forma de vivir y decidir que se basa en la participación comprometida, la escucha y el discernimiento comunitario, donde todos los bautizados son corresponsables en la misión de la Iglesia, superando la autoridad aislada y promoviendo la inclusión de diversas voces en la búsqueda de la voluntad de Dios.
La sinodalidad es todavía un término desconocido para la mayoría de bautizados, pero se va abriendo camino, al menos de palabra, y se implementará, pese a la oposición que encuentra. Ahora es oruga, pero llegará a ser mariposa.
Mientras regresaba a casa, en la radio del coche sonó la canción Gente luminosa de El Arrebato y me pareció que describe bastante bien “el aire” que debe tener un cristiano. Si no la conoces busca la letra en Internet.
Vamos a cuidarnos unos a otros. Sigue haciéndolo. Muchos te necesitamos. Sonríe ahora. Solo hay una fuerza motriz: el deseo, dijo Aristóteles.