Joaquín Guerrero: “Esto no es una guerra entre dos obispados ni entre dos comunidades”

“Será un juicio largo; su resultado, creo yo y así lo espero, favorable”, adelanta Joaquín Guerrero, abogado del obispado de Barbastro- Monzón, sobre la demanda civil para la devolución de los 111 bienes aragoneses, depositados en el Museo de Lérida. El 10 de septiembre se celebrará la vista previa de un proceso en el que no faltan obstáculos e intentos “para que no se abra paso la justicia”.

El abogado Joaquín Guerrero, junto al director de OFICIA, José María Albalad, en una rueda de prensa ofrecida el pasado mes de febrero.

La demanda pide que se cumpla lo ordenado en 2007 por el Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica: que los bienes vuelvan a sus propietarios. Cuando yo estudiaba Derecho, se decía: Roma locuta, causa finita; es decir, Roma ha hablado, la causa se ha acabado. Pero aquí ha hablado Roma, a través del Tribunal Superior de la Signatura Apostólica, y parece que eso no tenga traducción para quienes quieren negarlo. Ha habido otros pleitos importantes y se han ganado, porque el obispado de Barbastro-Monzón tenía la razón, pero hay temas que ni son jurídicos ni lógicos, sino de otro tipo.

¿De qué tipo?Esto no es una guerra entre dos obispados. Esto no es una guerra entre dos comunidades. Si no se hubiera sacado de cauce eclesiástico no tendría que haber trascendido a más. Son parroquias aragonesas, arte aragonés, monumentos nacionales aragoneses. Es un patrimonio que rebasa la propiedad de la Iglesia; son bienes declarados monumentos nacionales, de interés artístico aragonés, protegidos por leyes aragonesas. El Gobierno de Aragón ejemplarmente, y hay que reconocerlo, ha salido en defensa de los intereses del obispado de Barbastro-Monzón, porque la comunidad aragonesa tiene interés en estos bienes. Es patrimonio aragonés que se encuentra en un museo que es de Lérida y lo retienen sin justificación.

Lérida siempre ha insistido en que no pueden devolverlos; el Obispado, como depositario, asegura que el Consorcio del Museo Diocesano y Comarcal se lo impide. A ambos se ha demandado. Que el Consorcio se opusiera era lo normal, pero es el depositario, el Obispado, quien debería poner el juicio al Consorcio. Si yo le presto a una persona un traje para una boda y cuando se lo pido me dice que se lo ha dejado a una vecina y ésta no se lo devuelve, yo le digo: Pues tendrás que ser tú la que se lo pidas a la vecina y no yo, que te lo he prestado a ti. El obispado de Lérida se lava las manos y obliga al de Barbastro a poner este juicio.

Antes de llevar el asunto a los tribunales ordinarios, se intentó un acto de conciliación. ¿Qué se pretendía? Interpusimos el acto de conciliación para darle la oportunidad de hablar, porque es muy duro para un obispo demandar a otro y porque se pensó que así se podría evitar. Y dijo varias cosas: Reconozco todas las sentencias. Reconozco que los bienes son de Barbastro-Monzón y reconozco que los tengo que devolver. Bien. En la demanda le pedíamos a quien las tiene en depósito, el Obispado, que las devolviera. Y responde que le gustaría pero el Consorcio no le deja. Por eso el acto de conciliación se cierra sin avenencia pero con la doble constancia de lo que reconoce.

Sin embargo, una vez presentada la demanda, esa postura cambia. Lo inaudito es que en este juicio, donde se esperaba que el Consorcio se opusiera porque es su estrategia y es su tónica general, el Obispado de Lérida diga: Bueno, de estos 111 bienes reconozco de Barbastro-Monzón unos cuantos, curiosamente los que considera que tienen menos valor; y los que tienen más valor (dicen) no, que estos son míos.

Asegura el obispo de Lérida que acaba de conocer una documentación que justificaría la propiedad catalana de 88 de las 111 piezas. Usted ha calificado esa postura de escandalosa. Si no fuera de risa sería muy serio. Y quiero decirlo con todo el respeto al obispado de Lérida. Pero parecer que se ha caído del caballo como San Pablo y, de repente, se ha enterado de esto, gracias a esas famosas actas. Actas que son como si yo fuera al notario y le dijera: Yo compré el Pilar de Zaragoza, la catedral de Lérida y el ayuntamiento de no sé dónde. El notario pondrá que comparece fulanito y dice eso, pero no tienen valor alguno.

¿Existe una estrategia de dilación? Ante este juicio ya han puesto todas las empalizadas que han podido para que no prosperara, sin éxito. Pusieron una excepción, diciendo que el juez de Barbastro no era competente, que se llevara a Lérida. Pero si se tiene la razón da igual que se juzgue en Lérida, en Barbastro o en Cádiz; los jueces que estén en Lérida pueden ser de Ricla o de Gallur. Hay precedentes de que el juzgado de Lérida siempre ha dado la razón al obispado de Barbastro porque la tiene.

El segundo tema, repetido hasta la saciedad, apelaba a las leyes catalanas y la protección del patrimonio catalán, argumentando que era un tema administrativo. El juzgado que es civil, porque es evidente y porque hay sentencias del Tribunal Supremo que señalan que Cataluña podrá decir todo lo que quiera sobre los bienes catalanes pero no sobre los que no son suyos, y que una colección se forma con lo que es de uno y no con lo que es de los vecinos.

¿Qué vamos a encontrarnos en septiembre? Un larguísimo proceso en el que se pondrán todos los obstáculos habidos y por haber. Su resultado será, así lo espero, favorable; se recurrirá a la Audiencia y al Tribunal Supremo pero con el precedente de Sijena se sabe que acudir al Tribunal Supremo no significa que una sentencia no se ejecute.