En el contexto del Jubileo de la Esperanza, la IX Jornada Mundial de los Pobres invita a redescubrir la esperanza que nace del Evangelio y se concreta en gestos de justicia y fraternidad.
La Iglesia celebra el próximo domingo 16 de noviembre la IX Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el papa Francisco en 2017 para situar a los más vulnerables en el corazón de la comunidad cristiana. Este año, el lema —tomado del salmo 71— resuena con fuerza especial en medio de un tiempo de incertidumbre: «Tú, Señor, eres mi esperanza» (Sal 71,5).
Coincidiendo con el Jubileo de la Esperanza, la Conferencia Episcopal Española (CEE) y Cáritas impulsan esta jornada como un signo visible de comunión y compromiso. En paralelo, Cáritas Española ha hecho públicos los datos del IX Informe FOESSA, una radiografía preocupante sobre la exclusión social en España. Ambas iniciativas confluyen en una misma llamada: no resignarse ante la pobreza ni perder la esperanza en la posibilidad real de construir una sociedad más justa y fraterna.
Una fractura social que se agrava
El Informe FOESSA advierte sobre un proceso inédito de fragmentación social. Las clases medias se reducen, arrastrando a muchas familias hacia la precariedad, mientras España mantiene una de las tasas de desigualdad más altas de Europa. Hoy, 4,3 millones de personas viven en situación de exclusión severa, un 52% más que en 2007.
Este diagnóstico —alertan los responsables de Cáritas— confirma la existencia de nuevas oleadas de empobrecimientoque reclaman respuestas estructurales y políticas públicas centradas en la dignidad humana.
León XIV: «No resignarse ante las nuevas oleadas de empobrecimiento»
Ante esta realidad, el papa León XIV sitúa su mensaje para la Jornada bajo el mismo versículo del salmista: «Tú, Señor, eres mi esperanza». En él, el Pontífice alerta del riesgo de acostumbrarse al sufrimiento de los pobres y de resignarse ante las nuevas formas de desigualdad. Frente a ello, exhorta a los creyentes a poner a los pobres en el centro de la mirada y a generar «nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana».
León XIV recuerda que esas palabras brotan del corazón de quien sufre graves dificultades, pero permanece firme en la fe. «El pobre —explica— puede convertirse en testigo de una esperanza fuerte y fiable, porque la profesa en una condición marcada por privaciones y marginación».
Esperanza que nace de Dios
El Papa invita a reconocer a Dios como «nuestra primera y única esperanza» para pasar de las «esperanzas efímeras a la esperanza duradera». Solo desde esa confianza, añade, se relativiza el poder de las riquezas y se descubre «el verdadero tesoro del que realmente tenemos necesidad». La pobreza más grave, advierte, es «no conocer a Dios», creer «que no necesitamos a Dios y que podemos llevar adelante la propia vida independientemente de Él».
Los pobres, en el centro de toda acción pastoral
En su mensaje, León XIV insiste en que los pobres no son una distracción, sino «los hermanos y hermanas más amados». Cada uno de ellos «nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio». Por eso, la Jornada —subraya— quiere recordar a las comunidades que los pobres están en el centro de toda la acción pastoral, no solo de su dimensión caritativa, sino también de lo que la Iglesia celebra y anuncia.
«Los pobres no son objetos de nuestra pastoral, sino sujetos creativos —afirma el Papa—, que nos estimulan a encontrar siempre formas nuevas de vivir el Evangelio hoy».
Nuevos signos de esperanza
La «invitación bíblica a la esperanza» conlleva también responsabilidades concretas. León XIV propone crear nuevos signos de esperanza que expresen la caridad cristiana: casas-familia, comunidades para menores, centros de escucha y acogida, comedores, albergues o escuelas populares. «Son experiencias —subraya— que nos ayudan a sacudirnos de la indiferencia y a motivar el compromiso en las distintas formas de voluntariado».
El Papa vincula esta actitud a la dimensión social de la fe: promover el bien común «se basa en el gesto creador de Dios, que a todos da los bienes de la tierra». Por eso, añade, «ayudar al pobre es, antes que un acto de caridad, una cuestión de justicia».
Jubileo de la Esperanza: justicia, fraternidad y paz
En el horizonte del Jubileo, León XIV confía en que este tiempo de gracia «pueda impulsar el desarrollo de políticas para combatir antiguas y nuevas formas de pobreza», así como nuevas iniciativas de apoyo y ayuda a los más vulnerables.
«El trabajo, la educación, la vivienda y la salud —escribe— son las condiciones para una seguridad que nunca se logrará con las armas». Y concluye con una mirada agradecida: «Estoy contento por las iniciativas ya existentes y por el compromiso que cada día asumen a nivel internacional tantos hombres y mujeres de buena voluntad».