El Papa Francisco, en el encuentro con los jóvenes en Cracovia, proponiéndoles como modelo a Carlo Acutis les decía: “Cuando Jesús toca el corazón de un joven, de una joven, este se vuelve capaz de acciones verdaderamente grandiosas. Se me viene a la memoria la vida de un joven millennial que supo ser protagonista de su propia fe, y dar testimonio de ella”. Este presente, post pandemia, es un tiempo que necesita de jóvenes que quieran transformarlo todo. Jóvenes radicales en sus ideales. Jóvenes que sueñen cosas grandes. Jóvenes que se la jueguen por lo que aman. “¡Los jóvenes no son el futuro, son el ahora de Dios!”, dice Francisco. En estos tiempos que corren, nuestro ahora de Dios: el tuyo, el mío; tenemos que dejarnos influenciar por Jesús y, salir al encuentro de tantos hermanos y amigos. Sin callar nada, dándolo todo; como Carlo Acutis, el influencer de Dios[1].
Carlo Acutis, es “el influencer de Dios”, es un verdadero patrono de la misión digital, porque hunde las raíces de la misión en el encuentro personal con Jesús, dejándolo entrar en su vida; y desde allí, desde Dios mismo sale para realizar obras grandiosas. Carlo hace de su vida una misión entera, desgranando rosarios, yendo a misa, creando y actualizando páginas web, despojándose de sus bienes para asistir a los más necesitados…etc. Con bondad de corazón y sinceridad, va dejando huellas de santidad entre sus amigos y seres queridos.
San Juan Pablo II al comienzo de su Pontificado nos invitaba a seguir a Cristo diciendo: “¡No tengáis miedo! Hay que abrir de par en par las puertas a Cristo”. Carlo respondió a esta invitación y en una cruz de madera color oro, escribió esa misma frase que describe como toda su vida se ha caracterizado por esa apertura a Dios; abriéndole las puertas a Cristo y dejándole entrar en ella, le ha hecho capaz de cosas verdaderamente grandiosas.
Su vida es una confirmación de la verdad acerca de la llamada universal a la santidad. Vivió de modo extraordinario las cosas ordinarias de la vida. Su testimonio caló hondo en su familia, entre sus amigos y progresivamente en la Iglesia, que vio en él una figura para compartir con todo el mundo.
[1] FRANCISCO, Homilía de la JMJ, Cracovia, 12-VIII-2016.
