Cien años de las Hermanitas en Barbastro, una ‘provocación evangélica’ en tiempos de prisas y descarte

Ascen Lardiés
28 de octubre de 2025

«Hoy es un día de gracia. Nos reunimos para celebrar cien años de la presencia ininterrumpida de las Hermanitas en esta ciudad, la ciudad donde todo empezó, y para dar gracias por este milagro cotidiano de caridad, discreto pero constante, que ellas encarnan cada día entre nosotros», subrayó el obispo de Barbastro-Monzón, en la eucaristía, el lunes 27 de octubre, por el primer centenario de la llegada de estas religiosas a la capital del Somontano.

Las cinco Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Barbastro y sus residentes estuvieron acompañadas en esta jornada de gran alegría por religiosas de la Congregación fundada por el venerable Saturnino López Novoa y santa Teresa Jornet, llegadas de toda España y encabezadas por la superiora provincial, sor Alicia Moya. Con ellas, familiares y amigos, buena parte del presbiterio diocesano, barbastrenses y su Ayuntamiento, que fueron llegando, desde primera hora de la mañana, a la residencia que este grupo de mujeres atiende en Barbastro desde el año 1925, en la antigua Casa Pueyo.

 

Cada anciano es Cristo en persona

Los actos conmemorativos se iniciaron con una solemne eucaristía de acción de gracias a las 11 horas en la Santa Iglesia Catedral, presidida por Mons. Ángel Pérez. Durante su homilía, el obispo, destacó la presencia de las religiosas como un «escándalo de bondad» y una «provocación evangélica» en estos tiempos de prisas y descarte.

Son Ángel agradeció a las Hermanitas por sus «pasos silenciosos,» su «paciencia,» y su «cariño sin condiciones,» recordándoles que «la caridad bien organizada puede cambiar el mundo». En su mensaje, las llamó a renovar la certeza de que las personas mayores «siguen siendo un tesoro vivo», y no un estorbo, sino «un lugar privilegiado de la ternura de Dios».

Barbastro es un lugar fundamental para la congregación, pues fue allí donde «el Señor sembró esta semilla», destacó el obispo, recordando que el nacimiento de esta obra universal tuvo lugar en Barbastro el 27 de enero de 1873, con la investidura del hábito del primer grupo de jóvenes en la capilla del antiguo Seminario. Teresa de Jesús Jornet, «una maestra menuda pero con el alma grande,» fue nombrada superiora general tres días después.

La obra nació con la misión de «Cuidar los cuerpos para salvar las almas,» como decía santa Teresa. Don Saturnino, por su parte, impulsó la obra con el lema: «El amor es hoy más necesario que nunca». «La que liaron un cura y una monja en Barbastro», dijo don Ángel, despertando las sonrisas de los asistentes, y destacando la visión profética de los fundadores.

El obispo concluyó su homilía deseando que este centenario sirva de nueva oportunidad para renovar la fe y para seguir creyendo que «cada anciano es Cristo en persona» y que «cada acto de caridad es una victoria del cielo sobre la tierra».

La solemne eucaristía estuvo cuajada de símbolos, y comenzó con las palabras de la superiora provincial, enmarcando el aniversario. Las ofrendas, que portaron religiosas y residentes, llevaron al altar, además del pan y el vino, cinco rosas rojas -una por cada una de las religiosas de Barbastro-, un cirio conmemorativo, la llave original de la casa y los libros de nómina que recogen los nombres de las Hermanitas y de los ancianos que han formado parte de esta Casa durante un siglo, «como memoria agradecida y como compromiso de fidelidad para el futuro». La superiora de la comunidad barbastrense, sor Aurora Gómara, ofreció la Bendición del Santo Padre, León XIV, a la comunidad de Hermanitas y Ancianos que leyó la delegada de Celebración, Silvia Peropadre, al término de la misa.

Una historia rica, también martirial

Tras la Eucaristía, los actos conmemorativos continuaron en el Salón de Actos del Museo Diocesano, donde el historiador Luis Alfonso Arcarazo ofreció un repaso a la historia de las Hermanitas en Barbastro. Desde la fundación de la Congregación a la apertura de la Casa, el ponente ofreció datos desconocidos, anécdotas y fotografías.

Sus palabras estuvieron precedidas por la felicitación y agradecimiento del Ayuntamiento, en boca de su teniente de alcalde, Blanca Galindo, y de la intervención de sor Alicia Moya, que aludió al carácter martirial de la diócesis en el recuerdo de dos de sus hermanas que durante la Guerra salieron de la Casa camino a Valencia y nunca llegaron. «Nos entregaron sus crucifijos, creemos que las fusilaron», narró.

 

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