En tiempos en que la prisa parece dominar la vida y la superficialidad amenaza con diluir las raíces de la fe, tres jóvenes aragoneses han decidido detenerse para ahondar en lo esencial. Cristina Culiañez, Óscar Montañez y Diego Lázaro son alumnos del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón (CRETA), institución académica de referencia que, desde su fundación, ofrece a sacerdotes, religiosos y laicos la oportunidad de formarse en profundidad para comprender, vivir y anunciar el Evangelio en el mundo actual.
Su testimonio, compartido en una entrevista realizada por Rocío Álvarez en el programa El Espejo de la Iglesia en Aragón de Mediodía COPE, es una invitación a descubrir cómo la teología no es un saber reservado a especialistas, sino un camino de encuentro con Dios que transforma la vida personal y comunitaria.
«Sentía que mi alma estaba sedienta de algo más. Quería estudiar teología como respuesta a mi vocación primera: ser hija de Dios», confiesa Cristina, maestra de primaria en la educación pública, que cursa tercero de Ciencias Religiosas. «Hay una llamada a la que debía responder, y que se concreta en estos estudios. Crecer en intimidad con el Padre es la meta, y el CRETA me está ayudando a tomarme en serio este camino».
Para Óscar, doctor en Filosofía y profesor en el Centro San Valero, el paso por el CRETA ha supuesto un doble descubrimiento: «Quería formarme como profesor de religión y profundizar en los aspectos teológicos que no abordé en mis estudios anteriores. Pero he hallado algo más: un espacio de diálogo, de testimonio y de fe compartida, tan necesario en un mundo convulso y polarizado». A su juicio, «el Evangelio es hoy un arma de luz, una fuerza que nos permite sobrevivir y construir esperanza en medio de las contradicciones de nuestro tiempo».
Por su parte, Diego, joven vinculado a los Salesianos y apasionado de la pastoral juvenil, subraya la dimensión humanizadora de la formación teológica: «Me interesa la parte de la interioridad, la de acompañar a los chavales para que crezcan por dentro. En el CRETA descubres cómo la fe ha configurado nuestra historia, cómo el cristianismo ha construido sociedad y cultura. Es un detalle que muchas veces olvidamos y que nos permite entender quiénes somos».
Un oasis de fe y pensamiento
Los tres coinciden en que el CRETA es mucho más que una institución académica: es una comunidad de fe y pensamiento que abre horizontes. Cristina habla de un camino de discernimiento: «Al principio no sabía muy bien para qué servía todo esto, solo sabía que el Señor me lo pedía. Luego Él mismo va abriendo puertas. Estos estudios te ayudan a interpretar la verdad salvífica de la Palabra y a acompañar a otros, sobre todo a los jóvenes. Hay búsquedas, preguntas e inquietudes que reclaman corazones atentos y miradas sensibles».
Óscar lo describe como «un oasis de paz y de reflexión en medio del ruido contemporáneo», mientras que Diego destaca la experiencia de autoconocimiento: «Cuando estudias teología te descubres a ti mismo. Y eso cambia también la forma de rezar, de mirar y de vivir».
«Ven y verás»: una invitación abierta
Preguntados por Rocío Álvarez sobre cómo animar a otras personas a dar el paso, los tres coinciden en una exhortación sencilla y evangélica: «Ven y verás».
Diego lo expresa con entusiasmo: «Que se atrevan a venir, a conocer el ambiente, a probar. La magia del centro te engancha».
Óscar añade: «Cada uno encontrará su lugar: teología, filosofía, historia… Lo importante es dejarse sorprender. En una sociedad que vive desorientada, el CRETA ofrece un faro donde pensar, creer y dialogar».
Cristina, con un tono más contemplativo, invita a escuchar la voz interior: «Pregúntate qué te está pidiendo el Señor. Si estos estudios pueden ser un instrumento para amar más, para servir mejor, para crecer en intimidad con Él. Y rézalo. Porque es Dios quien llama por tu nombre. Solo Él puede saciar lo que el mundo no alcanza».
Con testimonios como estos, el CRETA se consolida como una escuela de fe viva y un espacio privilegiado donde pensamiento y espiritualidad se dan la mano para responder a los desafíos de nuestro tiempo.