Con el eco de las oraciones y el brillo de las antorchas aún resonando en sus corazones, los peregrinos de la Diócesis de Barbastro-Monzón han finalizado su Jubileo en Lourdes. Un viaje de fe, devoción y esperanza que ha congregado a cientos de fieles, enfermos, jóvenes y voluntarios en el santuario mariano, en una experiencia que, en palabras del presidente de la Hospitalidad Diocesana de Nuestra Señora, José María Sistac, es un verdadero «milagro de transformación personal». Se trata de la XXVIII Peregrinación Diocesana a Lourdes, y VII de Scouts Católicos MSC-Aragón, que marca el inicio del curso pastoral de esta diócesis.
Del 28 al 31 de agosto, el santuario se convirtió en el hogar espiritual de esta gran familia diocesana. El corazón ha sido, un año más, el incansable servicio de los voluntarios de la Hospitalidad, quienes, con su entrega desinteresada, han sido «las manos de la Virgen en Lourdes».
Su dedicación a los enfermos y ancianos, los verdaderos protagonistas del viaje, ha hecho posible que cada uno de ellos pudiera vivir esta experiencia plenamente, participando en la unción de enfermos y, sobre todo, en el emotivo paso por la Gruta, donde la Madre de Dios se manifestó a santa Bernardita.
Destaca también su pionera colaboración con los Scouts Católicos de Aragón, cuya energía y dinamismo es un verdadero testimonio de fe. Además, esta peregrinación ha ofrecido a los fieles la oportunidad de obtener la Indulgencia Plenaria del Jubileo de la Esperanza 2025.