Miles de oscenses expresan su devoción por san Lorenzo

Miguel Barluenga
10 de agosto de 2025

Miles de oscenses han vuelto a expresar su devoción por san Lorenzo en el día de su solemnidad, este domingo 10 de agosto, día grande de las fiestas de nuestra ciudad en honor al patrón. La procesión ha sido el acto central de una mañana calurosa que ha comenzado y concluido en la basílica de san Lorenzo con la solemne misa pontifical que ha estado presidida por nuestro obispo, el padre Pedro Aguado Cuesta. En las calles y en el interior del templo, la luz del santo mártir ha iluminado la ciudad.

La procesión ha comenzado en torno a las 9:30 h. y ha contado con la participación de cientos de personas ataviadas con trajes tradicionales; el clero parroquial; las cofradías de Loreto, San Lorenzo y del Santo Cristo de los Milagros y San Lorenzo Mártir; autoridades civiles y militares; mairalesas y devotos en general con los danzantes y las notas de la Banda de Música de Huesca.

En la catedral de Huesca se han incorporado a la procesión el obispo de Huesca y el cabildo catedralicio para dirigirse de nuevo al templo laurentino. Allí, se ha devuelto el busto de San Lorenzo al presbiterio y los danzantes han bailado ante el altar. Finalizado el baile ha comenzado la celebración de la eucaristía, presidida por el obispo.  En la parte musical han actuado la Coral Oscense, el Coro Ars Nova y el Coro Ars Musicae. Al órgano estaba Rubén Justes, y dirigía Elisa Betrán.

En su homilía, el padre Pedro Aguado Cuesta ha reflexionado sobre la figura de San Lorenzo. “¿De dónde sacó la fuerza para soportar lo que soportó?”, se ha preguntado, “con tanto valor, con tanta fuerza, con tanto amor. La sacó de su fe, de su enorme amor por Dios, que le hicieron comprender que el horizonte de nuestra vida está mucho más allá de nuestras pequeñas aspiraciones”.

San Lorenzo nos invita, como diócesis de Huesca, a “construir nuestra iglesia de Huesca. Necesitamos una iglesia de Huesca que sea misionera, que sea pura, que sea activa, que sea propositiva, que sea auténtica”.

Y eso se ha de hacer “con nuestro amor, con nuestra entrega. Hay que hacerlo siendo auténticos. Aprendiendo de los errores que hayamos podido cometer en la Iglesia. Convocando a los jóvenes, sintiéndonos corresponsables. Participando en nuestras cofradías, en nuestros grupos, en nuestro trabajo. Trabajando la pastora vocacional. Acompañando a los ancianos que están solos. Haciendo realidad el sueño de una Iglesia sinodal. Buscando nuevos Lorenzos y nuevas Lorenzas”.

El padre Pedro ha pedido que entre todos hagamos “una Iglesia más cercana a Jesucristo y al Evangelio. Una diócesis viva, misionera, apostólica, religiosa, auténtica”.

Asimismo, se ha referido a la ciudad con la idea de que “amar a san Lorenzo es amar lo que él amó”. A Jesucristo, a la Iglesia y, sobre todo, a los pobres, a los que llamó “los tesoros de la Iglesia”. Y esos tesoros son también “la Eucaristía, la Reconciliación, la Palabra, la Comunidad. Amémonos unos a otros como a nosotros mismos. Y amemos a todos aquellos a los que nadie ama”.

Por último ha lanzado una reflexión “para todos nosotros”: “Cuidemos nuestra fe. Cuidemos nuestra vocación, nuestra formación. Nuestras comunidades. Nuestro comportamiento. Cuidemos y valoramos a nuestras personas”. Y otro tesoro de todos son “las buenas personas” que “hacen el bien de manera generosa, entregada y silenciosa”.

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