Don Vicente se despide de la diócesis de Huesca «tranquilo y satisfecho, con el corazón sosegado»

Miguel Barluenga
12 de junio de 2025

La diócesis de Huesca ha mostrado su agradecimiento a monseñor Vicente Jiménez Zamora por su labor durante el periodo de sede vacante que terminará este sábado 14 de junio con la ordenación episcopal y toma de posesión del reverendo padre Pedro Aguado Cuesta. Los religiosos y fieles laicos se han despedido del que ha sido administrador apostólico desde el 2 de enero de 2024, quien a su vez ha dicho adiós «tranquilo y satisfecho, con el corazón sosegado».

En este jueves 12 de junio, fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, la diócesis ha celebrado las bodas sacerdotales de plata del reverendo Raúl Pallás, que cumple 25 años de labor pastoral. Un día elegido por don Vicente para decir adiós. Lo ha hecho acompañado por el obispo electo y por los sacerdotes de la diócesis en la eucaristía que ha tenido lugar en la catedral de Huesca. A su término, el vicario general, el reverendo Nicolás López Congosto, ha expresado la gratitud de toda la diócesis por estos 17 meses de don Vicente como administrador apostólico y le ha pedido perdón por las faltas que se hayan podido cometer.

En su homilía de despedida, don Vicente ha reflexionado sobre que «jubilarse es hacer sitio al que viene detrás. Hay que saber retirarse y saber despedirse». Lo hace con un «sentimiento de gratitud a todo el pueblo de Dios. Dios ha sido grande y bueno conmigo y quiero agradecérselo, como también a los laicos y religiosos, con un agradecimiento especial al colegio de consultores: os doy las más rendidas gracias  a todos los diocesanos y os pido un perdón humilde por las negligencias y pecados».

El administrador apostólico se ha sentido «sostenido por el gozo de servir a quien me ha llamado por mi nombre», un servicio «como cristiano, sacerdote y obispo de Osma-Soria, Santander, Zaragoza y Huesca y Jaca» como administrador apostólico.

Ha tenido palabras para el padre Pedro Aguado Cuesta, a quien ha pedido «que os cuide y que el Señor le otorgue la abundancia en los dones del espíritu».

La fiesta de Jesucristo Sumo y eterno Sacerdote es una «jornada poderosa para vivir la íntima hermandad sacerdotal. Las inevitables divergencias no deben convertirse jamás en disputas», ha añadido, con el objetivo cumplido de «amar y servir a la iglesia en Huesca como se ama y se sirve a una madre».

La jornada ha comenzado con una charla de don Vicente a los sacerdotes que ha tenido lugar en la residencia sacerdotal y se ha cerrado con una comida fraternal en el Salón Tanto Monta del Museo Diocesano de Huesca.

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