Opinión

Antonio Aguilera

Hacia una Iglesia Sinodal

Y tú, ¿qué dices?

18 de noviembre de 2024

He terminado de leer el Documento Final de la Asamblea del Sínodo de los Obispos que lleva por título Hacia una Iglesia sinodal en misión. Me ha costado mucho tiempo y esfuerzo de comprensión. Aun así he sacado algunas conclusiones que me gustaría compartir con vosotros, mis amigos sinodalistas.

La primera es que la Asamblea no se ha reunido para jugar al parchís. Trasluce un trabajo ímprobo de análisis sobre toda la Iglesia y, sea o no de nuestra plena satisfacción, es lo que hay por ahora. Seguramente el campo de estudio es más complejo de lo que imaginamos.

A juzgar por los artículos del resumen dedicados a exponer las conclusiones de cada uno de los estamentos, tipos y circunstancias de la Iglesia, me he dado cuenta de la pluralidad y de la máquina tan grande que se ha desarrollado a lo largo de los tiempos alrededor del Evangelio. No se han dejado a nadie fuera de juego y para todos han tenido unas palabras.

Es una pena que los redactores, quizás fieles a lo expuesto en la Asamblea, hayan tirado por el camino de la alta (e incomprensible) teología y no creo que la inmensa mayoría de los fieles del mundo esté a la altura para poder captar su contenido. ¿Hacían falta tantas palabras para resumir lo que allí se ha expuesto? ¿Eran necesarias tantas citas evangélicas para apoyar lo dicho? Seguramente ni ellos se creían que lo que decían fuera lo que Jesús nos pide hoy.

El hecho de recorrer todos y cada uno de los elementos constitutivos de la institución eclesiástica da a entender que todos necesitan ser revisados y adaptados a los tiempos. Otra cosa es que lo que le piden a cada uno sea lo que la sociedad espera de ellos.

Alguien ya ha dicho que el Sínodo empieza ahora y yo así lo creo. Ya me estoy viendo a cada cardenal, a cada obispo y a cada sacerdote leyendo y releyendo las conclusiones sinodales y meditando acerca de si su actuación se parece a lo que allí le piden. A continuación los imagino trazando un plan catequético para trasladar a los fieles lo que allí se ha acordado tras un difícil discernimiento. ¿Tendrán que cambiar su predicación? ¿Tendrán que empezar por su comportamiento? ¿Por dónde se empieza la reconstrucción de la casa?

Hay más de veinte números dedicados al discernimiento y a la toma de decisiones. Parece que han caído en la cuenta de que los asuntos de la Iglesia en todos sus niveles es cosa de todos los bautizados y no sólo de los que van de uniforme. Lo iremos viendo en los próximos cien años (y soy optimista).

Mención explícita a los laicos y su lugar en la Iglesia se hace sólo en siete números de los ciento cincuenta y cinco de los que consta el documento. Y si es a la mujer, apenas en dos de ellos se la cita de pasada. Parece como si tuvieran miedo de dirigirse a la mayor parte de la Iglesia por su nombre. Creen que con decir y repetir que esto es de todos los bautizados, que todos tenemos las mismas obligaciones y responsabilidades porque el bautismo nos concede igual dignidad, que  todos salgamos a misionar, que todos, todos… ya está todo dicho. Ese es el pozo teológico y ahora que cada uno saque el agua que necesite como pueda.

Espero que nadie se ahogue en ese pozo, que ningún cristiano se sienta abrumado con tanta doctrina inabarcable, que ninguno se sienta urgido más allá de sus fuerzas y posibilidades. Quiero seguir pensando en que la Iglesia es Madre y Maestra y el Espíritu sopla dulcemente.

Son mis impresiones tras una primera lectura. Seguramente tendré que volver sobre el documento y, a ser posible, contrastar las mías con las del grupo. Pero, si de algo me gustaría que sirvieran estas sencillas y sinceras palabras, amigo lector, es para despertar tu interés y que tú me ayudaras con tu opinión seguramente, mejor fundada. Por eso, me gustaría preguntarte hoy: Y tú ¿qué dices?

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