¿Y el silencio?

“¿Mejora el lenguaje de los políticos?

Y el nuestro ¿mejora?

Esta era mi reflexión de la semana pasada.

Pero…

“Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor” (Lam 3,26)

«Los árboles, las flores, las plantas crecen en silencio. Las estrellas, el sol, la luna se mueven en silencio. El silencio nos da una nueva perspectiva». (Santa Teresa de Calcuta)

El silencio lo necesitamos todos para vivir conscientemente, para vivir plenamente. Sí, el silencio es vida. El silencio, sin embargo, nos da miedo. Podemos decir que vivimos en la sociedad del ruido, vayas por donde vayas.

Una fiesta sin ruido no es fiesta. Aunque no sepamos por qué hacemos fiesta, sí hacemos ruido. Cuanto más fuerte, mejor. Parece que la fiesta es el ruido.

O hacemos un silencio raro. Tan raro que no es silencio: cuatro amigos o una pareja en la mesa de un bar, cada uno con su móvil en perfecta incomunicación. Cada uno ríe cuando ‘le toca’. A lo sumo, se invitan mutuamente a ver por qué se ríe el otro.

Es verdad que a los mayores no nos gusta el ruido, incluso muchas veces nos molesta. Preferimos vivir la vida serenamente, tranquilamente, sin bullicios. Esto no nos da el ‘valor del silencio’. Simplemente, nuestra edad no soporta el ruido.

¿Por qué no nos gusta el silencio? ¿Por qué incluso nos molesta?

Con el silencio solo quedo yo conmigo mismo. Y eso, a veces duele. Porque nos duele lo que el silencio proclama a gritos en nuestro interior. Por eso no le dejo que entre en mi vida. Prefiero el movimiento, la prisa, el tener las manos ocupadas y el interior vacío. Estoy ‘mejor’ sin caer en la cuenta de que estoy vacío. Le tengo miedo a lo que pueda decirme la conciencia. Prefiero ‘divertirme’ empapándome del exterior.

Y a nuestros niños y niñas, ¿quién les educa en la interioridad, en el silencio? Parece que siempre tienen que estar ‘haciendo algo’. Hasta el jugar se presenta como si fuera una actividad más, y no una necesidad placentera. Así como valoramos y fomentamos que nuestros niños jueguen y se diviertan y programamos juegos con ellos y para ellos, porque es necesario, del mismo modo debemos iniciarlos en la interioridad personal y de la relación profunda con los demás. ¡Bendito sea Dios por los que tienen esa suerte de ser educados en la interioridad, esa que necesita silencio! Disfrutarán más plenamente de la vida y la podrán ir mejorando con decisión y mucha esperanza.

El silencio, a los creyentes, nos pone ante Dios. Lo necesitamos para ‘ponernos ante Dios’, para vivir y actualizar su presencia en nosotros y en la creación. Y a los no creyentes, les puede hablar sin invadirles. Sí les hablará su conciencia. Sin duda, su conciencia sí les hablará.

Pero… “¿Asusta el silencio a solas con uno mismo ante Dios?

En la sociedad extrovertida todo se confabula para asesinar la interioridad. A mis alumnos, por ejemplo, el silencio les pone de los nervios. Les asusta porque, al callarse, descubren todo el ruido que tienen dentro. Cuando comencé a meditar, me horroricé al descubrir la agitación de mi mente: es una fábrica incesante de pensamientos, recuerdos, imágenes, planes… Pero si uno quiere vivir una vida auténtica, debe hacer silencio y perseverar. Debe cultivar islas de silencio a lo largo del día. Llegará un momento en el que más allá de las imaginaciones, descubrirá la paz. Y su vida se irá transformando, lo garantizo. O mejor, su vida, siendo la misma, será muy distinta”.[1]

“Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor” (Lam 3,26). Porque la salvación es un don, nunca un mérito nuestro, nunca fruto de nuestras obras. Si trabajamos por la salvación es porque sabemos que estamos salvados por la misericordia de Dios. Pero, para saberlo, gustarlo y vivirlo, es imprescindible hacerle lugar en nuestra vida con silencio meditativo y convertido en oración. Y, sostenidos por ese don, y renovado en nuestro silencio creador comenzamos a actuar como salvados, siguiendo a Quien ‘pasó haciendo el bien… porque Dios estaba con él’ (cfr, Hch 10,36).


[1] Jesús Montiel, escritor y poeta. Padre de familia. VIDA NUEVA, nº 3311. 25-31 marzo 2023