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VITA: Un plan pastoral para la misión

Carlos Escribano Subías
12 de febrero de 2023

Muy cercanos al inicio de la Cuaresma y traspasando ya el ecuador del curso, es importante valorar los pasos que estamos dando en nuestra pastoral ordinaria de parroquias, colegios, comunidades, cofradías, movimientos y asociaciones. A su vez, es importante también ver cómo vamos consolidando el desarrollo de las líneas estratégicas de nuestro Plan Diocesano de Pastoral. 

Las líneas estratégicas del Plan VITA tienen una lógica interna muy interesante que, con facilidad, pueden iluminar los retos pastorales que tenemos que afrontar. En el fondo la propuesta que se recoge en el mismo, invita a dos tareas fundamentales: la primera es una llamada a renovar nuestras comunidades, a adentrarnos en una auténtica conversión pastoral que nos ayude, desde el redescubrimiento del don del bautismo, a transformarnos en auténticos discípulos misioneros. A ello se nos llama en las dos primeras líneas estratégicas que nos invitan a tomar plena conciencia de nuestra vocación bautismal y formar grupos de fe y vida que nos ayuden a dar pasos decididos en nuestro discipulado, a formarnos, a estar acompañados y a recuperar la alegría de la evangelización.

Esa renovación de nuestras comunidades para ser auténticamente Iglesia en salida, contando con la presencia del Señor que nos “primerea”, requiere también poder dar pasos concretos. Esta sería la segunda tarea fundamental: a conseguirla nos ayudan las líneas estratégicas quinta y sexta. Las comunidades reforzadas y renovadas en su tarea misionera, fruto de las dos primeras líneas estratégicas, nos mueven a crear espacios de diálogo con los alejados y los ausentes (línea 5) y a impulsar una nueva mentalidad evangelizadora que nos mueva a tomarnos en serio el primer anuncio (línea 6). Para ello, contando con la luz del Espíritu Santo, nos vamos dotando de herramientas (curso de marketing religioso, etc.) y de espacios (espacios Atrium, etc.) que nos ayuden a ir a la otra orilla, a descubrir las auténticas necesidades de nuestros contemporáneos y anunciar el evangelio en este momento complejo y apasionante de la historia.

Como veis es una lógica muy sencilla y creo que aplicable y adaptable a todas nuestras realidades pastorales: renovarnos, fortaleciendo nuestra vocación bautismal; y desde esa renovación, buscar nuevos caminos de evangelización con audacia y creatividad.

El plan también nos invita a mejorar nuestra coordinación en los distintos ámbitos diocesanos (línea 7) y a cuidar más nuestra comunicación interna y externa (línea 8). También a priorizar en nuestra pastoral a los más débiles, a los jóvenes y al mundo rural (línea 3). Todo ello enmarcado en la continuidad del proceso sinodal en el que está inmersa la Iglesia universal (línea 4). 

Estamos en el meridiano de nuestro curso pastoral. Os animo a seguir trabajando con entusiasmo en vuestra pastoral ordinaria y a aplicar con creatividad y constancia nuestro plan diocesano, VITA. 

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